El esplendor del gris
Para Pedro Eugenio
Uno de los sitios más codiciables de la bahía de Monterey, en la costa central californiana, es el formado por la extensión rocosa, las dunas y las playas que en su nombre, compuesto por dos sustantivos castellanos, sintetiza lo ofrecido por él: un refugio, un asilo a la orilla del mar:
Asilomar
Esta región antaño habitada por los Rumsen Ohlone, proporciona un cambiante paisaje marino que va del azul deslumbrante al imperio de los grises, obsequio magnífico de la niebla.
En más de una ocasión, el esplendor de los grises me ha recordado la Canción cantada, de Federico García Lorca, que tanto gustaba a mis hijos hace una era geológica:
En el gris,
el pájaro Griffón
se vestía de gris.
Y la niña Kikirikí
perdía su blancor
y forma allí.
Para entrar en el gris
me pinté de gris.
¡Y cómo relumbraba
en el gris!
(Fotografías de Josefina Cabrera-Moreno)
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