Wednesday, March 30, 2016

Abigael, siempre Abigael

Porque considero que la obra del sonorense Abigael Bohórquez (1936-1995) tiene un lugar importante en la poesía mexicana contemporánea, transcribo ahora, con la anuencia de Juana Reyes, la autora, su carta en que refiere las actividades relacionadas con la presentación del libro Abigal Bohórquez. Poesía reunida e inédita, realizadas en Milpa Alta (Malacachtépec Momoxco), el terruño amado por el poeta, así como en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México. 

Malacachtepec Momoxco, 15 de marzo del 2016

Saboreando aún el recuerdo del sábado y el domingo pasados, le escribo para contarle pormenores de la fiesta de cumpleaños del considerado por Carlos Pellicer "el mejor poeta que ha dado el norte de México."

Los preparativos para el recibimiento de las primas de Abigael, las hermanas Evangelina y Blanca Julia Corrales Bojórquez, comenzaron hace dos semanas. Nosotros, los alumnos de Abigael, Los Abigaeles, como han dado en nombrarnos, no escatimamos descanso.

Gerardo Bustamante nos avisó con antelación para que nada quedara fuera de lugar. Pormenores no faltaron, pero se solucionaron debidamente. 

El sábado 12 de marzo, día del nacimiento de nuestro poeta, a las cuatro de la tarde arribaron a Malacachtepec sus primas y sobrinas, acompañadas de  aproximadamente 15 personas, entre periodistas y el editor del libro Abigael Bohórquez Poesía reunida e inédita, un tomo de 700 páginas publicado por el Instituto Sonorense de Cultura, con edición, estudio y notas de Gerardo Bustamante. También llegó en la comitiva el poeta de Hermosillo, Jorge Ochoa, entrañable amigo de Bohórquez.

 La convivencia fue extraordinaria, entre recuerdos, evocaciones, bromas y más bromas por los casi 45 años transcurridos sin vernos, nos reiteramos nuestra amistad.

Los invitados tuvieron la oportunidad de saborear los platillos regionales: mole estilo San Pedro Atocpan, arroz a la mexicana, guacamole, como aderezo para el chicharrón recién elaborado, frijoles refritos con longaniza, revoltijo, con enormes camarones secos y, lo más llamativo, tortillas de maíz  azul y quesadillas hechas en el momento, con quesillo, huitlacoche y hongos. Los invitados no se separaron de la señora del anafre hasta que no les dieron sus tortillas azules, aún infladas, que saborearon con deleite y por qué no decirlo, con gula.

Menudearon las entrevistas a los exalumnos de Abigael. La sobremesa fue la antesala de la despedida: los invitados debían regresar a la Ciudad de México (al Centro, como decimos en el Momoxco), al hotel Catedral, donde se hospedaron. Poco después de las doce de la noche los Abigaeles estábamos ya en casa, preparando lo necesario para el día siguiente.

DOMINGO 13
Presentación del libro Abigael Bohórquez Poesía reunida e inédita

Los pormenores sobre nuestra llegada a la sala Manuel M. Ponce, casi rayando el penco, son del todo inenarrables. Baste decir que llegamos al punto. 

Gerardo Bustamante, el estudioso de Abigael Bohórquez coordinó la presentación. El primer invitado en tomar la palabra fue el poeta sinaloense Mario Bojórquez, editor del libro póstumo Poesida, poemario que ganó un premio latinoamericano otorgado por la UNAM en 1990 y que nunca cumplió la promesa de publicarlo. Decir que Mario es uno de los mejores analistas de la obra de Bohórquez es solo la verdad. 

Nunca escuché, antes de Mario Bohórquez, la perfecta explicación desglosada del contenido de los poemas de Abigael. Escuchar sus disertaciones es un deleite que nos permite entender hasta el poema más críptico (para un neófito, digo).

Mónica Luna, la cineasta que realizó el video sobre Abigael, La insumisa transparenciaen 2005, otra de las defensoras, no solo de la obra sino de la persona de Abigael, habló de la palabra justicia, que para Bohórquez no existió, ni en su obra ni en su vida.

Jorge Ochoa, otro poeta sonorense, nos dejó con un agridulce sabor con su texto donde la amistad y el respeto se manifestaron. Abigael fue su amigo, su hermano, su confidente.

Aderezando entre presentador y presentador, la voz de Pilar  Pellicer, sobrina de aquel otro poeta del sur, Carlos Pellicer, quien dijera en su momento que el norte de México ya tenía su poeta: Abigael Bohórquez, fue quien nos hizo pasar momentos de evocaciones con la lectura de algunos poemas bohorquianos.

Al final, el encuentro entre los que hacía casi 45 años no nos veíamos, o cinco o diez años, qué más da el tiempo, y que ahora estábamos ahí, reunidos con un solo propósito: festejar con un libro que incluye toda su obra el cumpleaños 80 de nuestro poeta, tan recordado en el Momoxco como en Sonora. Y tan homenajeado aquí, como allá. Porque una de sus grandes virtudes fue ir atesorando amigos por donde pasaba.
        

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