En 1960, cuando fue Pau Casals a México para presentar
en Acapulco su oratorio El Pessebre, un periodista le
preguntó con aire de pedantería:
—Maestro, háganos el favor de expresarnos con claridad cuáles son los pilares que sostienen su credo estético.
—Me gushta lo bueno y me disgushta lo malo –fue la respuesta del músico de 83 años, defensor de la libertad, la democracia y los derechos humanos.
El general y pintor mexiquense Ignacio Beteta contestó así al que quiso saber el secreto de la acuarela:
—Pues yo creo que estriba en lo aguadito, ¿no?
*
Al final de una interpretación trepidante de la Décima Sinfonía de Dmitri Shostakovich, a cargo de su hijo Maxim al frente de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, corrí a su camerino en la Sala Nezahualcóyotl, de la Ciudad de México, y le dije estas palabras con la esperanza de que tocaran su corazón:
—I love Shostakovich’s music. (Amo la música de Shostakovich)
—Me too! (Yo también) –respondió.
—Maestro, háganos el favor de expresarnos con claridad cuáles son los pilares que sostienen su credo estético.
—Me gushta lo bueno y me disgushta lo malo –fue la respuesta del músico de 83 años, defensor de la libertad, la democracia y los derechos humanos.
El general y pintor mexiquense Ignacio Beteta contestó así al que quiso saber el secreto de la acuarela:
—Pues yo creo que estriba en lo aguadito, ¿no?
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Al final de una interpretación trepidante de la Décima Sinfonía de Dmitri Shostakovich, a cargo de su hijo Maxim al frente de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, corrí a su camerino en la Sala Nezahualcóyotl, de la Ciudad de México, y le dije estas palabras con la esperanza de que tocaran su corazón:
—I love Shostakovich’s music. (Amo la música de Shostakovich)
—Me too! (Yo también) –respondió.
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