Thursday, November 2, 2017

2 de noviembre : Sonetos de la muerte



El 2 de noviembre es un día particularmente propicio para recordar la obra maestra de la poeta chilena  Gabriela Mistral, Sonetos de la muerte, en los que encuentra en el arte la sublimación desde su dolor.

(Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga 1889-1957)



                   Sonetos de la muerte

Del nicho helado en que los hombres te pusieron, 
te bajaré a la tierra humilde y soleada. 
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron, 
y que hemos de soñar sobre la misma almohada. 

Te acostaré en la tierra soleada con una 
dulcedumbre de madre para el hijo dormido, 
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna 
al recibir tu cuerpo de niño dolorido. 

Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas, 
y en la azulada y leve polvareda de luna, 
los despojos livianos irán quedando presos. 

Me alejaré cantando mis venganzas hermosas, 
¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna 
bajará a disputarme tu puñado de huesos! 






II 

Este largo cansancio se hará mayor un día, 
y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir 
arrastrando su masa por la rosada vía, 
por donde van los hombres, contentos de vivir... 

Sentirás que a tu lado cavan briosamente, 
que otra dormida llega a la quieta ciudad. 
Esperaré que me hayan cubierto totalmente... 
¡y después hablaremos por una eternidad! 

Sólo entonces sabrás el porqué no madura, 
para las hondas huesas tu carne todavía, 
tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir. 


Se hará luz en la zona de los sinos, oscura; 
sabrás que en nuestra alianza signo de astros había 
y, roto el pacto enorme, tenías que morir... 




III 

Malas manos tomaron tu vida desde el día 
en que, a una señal de astros, dejara su plantel 
nevado de azucenas. En gozo florecía. 
Malas manos entraron trágicamente en él... 

Y yo dije al Señor: "Por las sendas mortales 
le llevan. ¡Sombra amada que no saben guiar! 
¡Arráncalo, Señor, esas manos fatales 
o le hundes en el largo sueño que sabes dar! 

"¡No le  puedo gritar, no le puedo seguir! 
su barca empuja un negro viento de tempestad. 
Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor".

Se detuvo la barca rosa de su vivir... 
¿Que no sé del amor, que no tuve piedad? 
¡Tú que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor!



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