Cartas a Hugo desde Soledad
Soledad, California, 13 de febrero del 2018
Querido Hugo,
Me dices: "He visto muchas veces tu fotografía con Sofía. Es muy conmovedor el asombro que muestra su cara al escuchar el sonido. La música. Espero que ese asombro permanezca con ella el resto de su vida".
Aciertas: la música acompaña al ser humano desde el vientre materno hasta el borde mismo de la eternidad. Se asegura que nuestro amor por ella surge en la etapa intrauterina al ritmo del corazón materno. Ese "timbalero que el paso acompasa con ritmos marciales", en palabras de Ruben Darrío, es el que está presente en tantos pasajes de la música de Mahler y en la de otros compositores
Por otra parte, estudios neurológicos recientes publicados por la BBC de Londres aseguran que la música es lo único que la demencia senil de tipo Alzheimer no puede robar totalmente al que la padece.
Me conmueve la convicción de que la música no nos abandona en nuestro tránsito terrenal. Una amiga mía muy querida me confió que cuando su esposo, abatido por una prolongada enfermedad terminal pero con su mente lúcida sintió los pasos de la muerte, le suplicó que le pusiera música de Bach y con ella expiró.
La música, Hugo, es uno de nuestros máximos dones. Es, como lo dijo Rafael Arce Gargollo, autor del libro Orar con música, "la resonancia del cielo en la tierra, el eco del paraíso en nuestro exilio".
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