Cartas a Hugo desde Soledad
Soledad, California, 7 de febrero del 2018
Querido Hugo,
El Adagietto, cuarto movimiento de la Quinta sinfonía de Gustav Mahler (1860-1911), quedó asociado en mi corazón al recuerdo de Carmen de la Cerda, mi madre, desde el instante mismo de su muerte, ocurrida en el Hospital Español de la Ciudad de México el 18 de octubre de 1975.
Profundamente conmovido por haber presenciado su agonía, acababa de despedirme sin que ella pudiera ya escucharme. Al regresar a la sala de espera en la unidad de terapia intensiva ocurrió su partida. En el sonido ambiental se escuchaba en ese momento, soto voce, esa música compuesta como una declaración de amor de Mahler por Alma, su esposa.
En aquella época, el Adagietto había alcanzado una asombrosa popularidad debido entre otros factores al empleo que Luchino Visconti (1906-1976) hizo de la partitura en la película Morte a Venezia, filmada cuatro años antes del hecho que te relato; es decir: en 1971. En la película, esta música mahleriana para cuerdas y arpa ambienta el trágico destino de Aschenbach, el protagonista, en la Venecia aquejada por una epidemia de cólera.
Tres años antes de la filmación de Muerte en Venecia, el 8 de junio de 1968, la intensidad y el lirismo del Adagietto habían vibrado en el funeral de Robert F. Kennedy (1925-1968) en la catedral de San Patricio, en Nueva York. En la misa de cuerpo presente, Leonard Bernstein (1918-1990) dirigió una versión particularmente intensa y pausada de esta obra surgida por el amor, sentimiento del ser humano que, en palabras de Dante (1265-1321) "mueve al Sol y a las demás estrellas".
Vuelvo ahora a evocar mi experiencia: a pesar de las circunstancias dolorosas en extremo que rodearon la muerte de mi madre, reitero el testimonio de que en mi caso, el Adagietto ha quedado perpetuamente asociado a ella, pero ya no con dolor, sino con un profundo agradecimiento a Dios y a doña Carmen por haberme invitado, a sus 19 años de edad, a celebrar el misterio gozoso de la vida.
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