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Bienvenido, Gustavo
Allegro molto
José Alfredo Páramo
Bienvenido, Gustavo
Para Josefina, californiana
Después de haber visto y escuchado el sábado, por internet, el debut de Gustavo Dudamel al frente de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, quedé tan conmovido que llegué a la conclusión de que acababa de vivir una de las experiencias musicales más intensas de una existencia ya medida en decenios.
Recordé entonces el testimonio del tenor mexicano Rolando Villazón tras la presentación del director venezolano en el Auditorio de Barcelona el 24 de abril: “Os aseguro que es de las audiciones musicales más impresionantes que he visto en mi vida”.
Durante más de cuatro horas estuve frente a la computadora en espera del acontecimiento que habría de parecerme más trascendente que el histórico debut de Leonard Bernstein con la Orquesta Filarmónica de Nueva York el 14 de noviembre de 1943.
Pasé el largo tiempo de espera escuchando en vivo a diversos conjuntos populares y ensambles juveniles que se presentaron al lado de músicos renombrados como el pianista cubano Alfredo Rodríguez.
Poco tiempo antes del triunfal arribo de Dudamel al proscenio del Hollywood Bowl, auditorio ocupado por 18 mil personas, el portal web de LA Phil (sitio oficial de la Filarmónica) presentó diversas escenas relacionadas con los preparativos del festejo, todas con el lema bilingüe Welcome Gustavo/Bienvenido Gustavo, que incluía la divertida imagen de dos salchichas de hot dog con esas palabras formadas con mostaza sobre una y otra.
Diversas personalidades, entre las que se encontraban Plácido Domingo y el finlandés Esa-Pekka Salonen, director saliente de LA Phil, expresaron aDudamel su bienvenida a la ciudad californiana.
Ya entrada la noche, empezó la presentación oficial de Gustavo Dudamel por parte de Deborah Borda, presidenta y directora ejecutiva de LA Phil, quien estaba acompañada por John Williams, el afamado director de orquesta y compositor de la música para películas como Superman, El extraterrestre y La guerra de las galaxias.
La señora Borda explicó que habían escogido para el debut de Dudamel la Novena sinfonía, Coral, de Beethoven, porque es el símbolo de la fraternidad universal.
A continuación, leyó un mensaje de Barack Obama que fue aclamado por elauditorio.
Llegó el momento largamente esperado: el ingreso de Dudamel al proscenio que provocó un estallido de júbilo. Con playera negra con la leyenda YOLA (Youth Orchestra Los Ángeles), dirigió un arreglo del “Himno a la alegría”, de la Novena, al frente de chiquillos angelinos de diversas etnias, vestidos con playeras multicolores con las siglas YOLA.
Minutos después, Dudamel cambió su juvenil atuendo por un smoking de saco blanco y tornó al proscenio en el que recibió una estruendosa acogida tan sólo dada a los héroes del mundo pop.
A pesar del alboroto generalizado, el comportamiento del público no presentó mayores sobresaltos, excepto la ovación al final de cada movimiento de la Novena y la ocurrida, vítores incluidos, tras una de las intervenciones del coro, a la mitad del último movimiento.
Gritos de “Viva Gustavo” estallaron en la pausa entre los movimientos tercero y cuarto; momento aprovechado para la intervención de los solistas.
Todo lo anterior resulta explicable en un multitudinario concierto popular gratuito, sobre todo si tomamos en cuenta que los aplausos inoportunos se dan en recintos de aforo reducido, con públicos de cierta cultura.
Sin partitura, Dudamel dirigió una conmovedora Novena. Durante su actuación, seguida de cerca por las cámaras, pudimos ver su inmensa capacidad de comunicador en la que recurre no sólo al lenguaje de las manos, sino de gestos que van desde lo más explícito, hasta los sutiles arqueos de las cejas y los guiños.
Entre las escenas más impresionantes se encontraron las tomas del coro formado por cantantes “anglos”, “hispanos”, afroamericanos y asiáticos, muy a tono con las palabras de exaltación a la hermandad proclamada por el poema de Schiller utilizado por Beethoven.
Acierto adicional fue que los subtítulos hayan sido traducidos al inglés y al español, las dos grandes lenguas occidentales del siglo XXI.
De encore, Dudamel ofreció una breve repetición coral, secundada por una profusión de fuegos pirotécnicos que, al ritmo de la música, hicieron quepalideciera la estrellada noche californiana.
Las palabras de Dudamel, en inglés y español, estuvieron a la altura de tan memorable ocasión: una nueva invitación a la fraternidad continental por medio de música.
“Éste es un momento muy especial en mi vida”, concluyó.
Lo es también, sin exageración alguna, para la cultura contemporánea.