Tuesday, October 25, 2016

Ernesto Ortiz Paniagua, el Fanty

Los amigos  más cercanos le llamaba Fanty. A pesar de que me distinguió con su amistad, siempre le llamé señor Ortiz Paniagua y en ocasiones, le decía don Ernesto, a la española.

¿Cómo se originó este apodo dado al poeta y periodisra nacido en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en 1939 y fallecido en la Ciudad de México en 2015?

Miguel Ángel Granados Chapa (1941-2011) ofreció esta versión que se inicia con un conmovedor elogio del Fanty, colega suyo en el semanario Crucero, que dirigía Manuel Buendía (1926-1984):

"Ernesto Ortiz Paniagua era un muy grato compañero de trabajo. Ocultaba sus méritos literarios de modo semejante a como atenuaba su presencia misma. Sus amigos lo conocían como Fanty, pues se deslizaba como un fantasma, como pidiendo perdón por estar allí, con su rostro amable y su sonrisa apenas insinuada".

El maestro Manuel Pérez Miranda, amigo y compañero de trabajo del Fanty durante muchos años en la redacción de la revista Señal, revela el origen del misterioso apodo y su fuente fue el mismo Fanty, maestro que también impartió cátedra en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García durante la dirección de Alejandro Avilés (1905-2015), al que sucedería don Manuel.

--Cuando Ortiz Paniagua era niño, lo llevaban durante el mes de mayo a ofrecer flores a la Virgen María en un templo de Chiapa de Corso, en Chiapas. Como lo vestían con el hábito de los franciscanos, las niñas gritaban en cuanto veían que entraba en el templo: "¡Ahí viene el fantasma, el fantasma del convento!"  De fantasma pasó a Fanty y así se le conoció el resto de su vida.

De hecho, tanto la versión de Granados Chapa como la de Pérez Miranda coinciden puesto que Ortiz Paniagua siempre hizo honor a su apodo, dada su decisión inalienable, que  mucho tenía de franciscana, de contar con un bajo perfil, estuviera donde estuviera.

La única vez en que el don Manuel Pérez Miranda y yo vimos que el Fanty perdía su beatífica compostura fue el día en que decidimos hacerle la broma de que habíamos acudido a su centro de trabajo para rogarle que se reintegrara como maestro en la Escuela de Periodismo. Con ojos desorbitados y un índice flamígero que hacía una y otra vez el signo de la más enérgica negativa, exclamó: "¡No, señores, de ninguna manera!"

La sonrisa franciscana del Fanty volvió a iluminar su rostro cuando lo tranquilizamos diciéndole que se trataba de una broma y que, por lo visto, había resultado de mal gusto.

En el tiempo que el maestro Ortiz Paniagua  impartió la cátedra de literatura en la Septién, los alumnos llegaron a conocerlo como el "Cometa Rilke", debido a que solía faltar a clases y cuando acudía, invariablemente les hablaba de Rainer Maria, el poeta considerado uno de los más importantes de la historia contemporánea. 

¿Y a qué se habrá debido aquella intempestiva reacción del Fanty? Me atrevo a suponer que a pesar de su perfil de franciscano, hermano de Rilke y descendiente de San Juan de la Cruz, no contaba con la santidad propia de una maestra como Dolores Castro para enfrentarse a jóvenes inquietos y, en ocasiones, no tan interesados en la literatura.

"¡Dejen vivir!"  parecía ser el lema del Fanty, dada la frecuencia con que lo repetía. En una ocasión me confesó que su hermano, el sacerdote, acertaba cuando lo llamaba perezoso. Sin embargo, sospecho que jamás pudo habérsele clasificado como tal, ya que --insisto que lo supongo-- todo lo que anhelaba era disfrutar inmensamente su vida interior.

Volví a esta reflexión cuando me confesó que Manuel Pérez Miranda le había llamado por teléfono para saludarlo y preguntarle cómo se encontraba.

--Ay, Manuelito --le respondí--, estoy abrumado de trabajo. Ya no hallo la salida.

Se acercó a mi y sotto voce me dijo:

--Qué lleno de trabajo ni que nada, lo único que quería es que no me fuera a encargar algo. No tengo nada qué hacer.

A punto estuve de soltar la carcajada, pero me quedé pensando que si alguien tenía una importante misión en la vida y a ella se dedicaba en alma y cuerpo, era precisamente él.


1 comment:

  1. A VECES YO LO PIENSO

    ¿Es sagrado el delirio
    De ensanchar un segundo hasta ahogarlo de siglos?

    ¿De encender un cerillo
    En la alquimia cegada de un horno?

    ¿de mirar, arrancados los párpados,
    Y coger con la vista el cegado horizonte?
    Sólo es voz, el segundo, que encandila
    Las sombras,
    Es un guiño del cielo por golpearnos
    Con sus duras pestañas,
    Un anzuelo en que hundimos
    Nuestra sangre soberbia,

    Un rechinar de muelas
    En las fauces de un lampo.

    Estamos suspendidos en una carcajada
    De ruidosos segundos.

    A veces yo lo pienso:
    En la vía,
    Cada durmiente avisa nuestra vida oscura
    La lejana estación.
    El ruido de los rieles debiera adormecernos,
    Pero a veces…
    …a veces queremos acampar frente a la noche.
    Y dios sabe por qué…

    Sólo esto podemos decir:
    Un segundo,
    Una cifra que reza su porción
    De salmodia,
    Sólo es chispa en la hoguera total
    De un sacrificio,
    Sólo es nada sin las cuentas del rezo
    Que suben y cargan la cruz.
    No se puede derramar un segundo
    Sin devolverlo al llanto.
    Y mi fe es la que grita,
    Cimentada su casa en el duro peñasco;

    Con tu puño de estrellas
    Sujeta mis arterias.

    Pon dique a las espumas que dicen y no saben.

    Si los durmientes cantan, si gritan los durmientes,
    Si lloran,
    Será porque me esperas, cercano en la estación.
    1951

    EOP- Fanty

    ReplyDelete