Thursday, March 31, 2016

Sonetos de Milpa Alta, de Abigael Bohórquez

I

PANORÁMICA DE MILPA ALTA

Esto es Milpa Alta, amor: colmena ardida,
comarca del geranio y su techumbre;
esto es Milpa Alta, amor: adormecida
en la paz de su propia dulcedumbre.

Esto es Milpa Alta, amor, y su estatura
de lluvia macho y gérmenes amantes;
esto es su vientre mineral, su agrura,
y estos los altos soles caminantes.

Esto es Milpa Alta, amor: arna del canto,
esto el corno de aromas que la encierra,
vena fértil, lunario del acanto; 

esto el atlas de llamas y de tierra,
el idioma nopal, el amaranto,
y los diez mandamientos de la sierra.

II

V ISTA DEL TEUTLI

Esto es Milpa Alta, amor, desenterrada
de jazmines a nardo, arpa secreta;
limón en vilo, soledece alada
su decidida situación violeta.

Esto es Milpa Alta, amor: el sobresalto
de la piedra y su luz paralizada,
la osatura violenta del basalto
y su cráter de estatua derrotada.

Esto es Milpa Alta, amor: la primavera
que a pulso y puño y a sudor camina
desde el pómulo tibio de la pera.

Y allá en el corazón de la neblina,
un puma de esmeraldas y madera,
sobresalta la noche campesina.


III

PARROQUIA DE LA ASUNCIÓN

Esto es Milpa Alta, amor: hay un osario
que bajo fresnos el candor irriga;
quema un viejo dolor el incensario;
de estar en pie la torre se fatiga.

Esto es Milpa Alta, amor, el campanario
carga la cruz a cuesta del convento;
y el corazón levita y milenario
se da golpes de pecho con el viento.

Dinastía de miel, descalzo asombro,
gracia de ave maría bajo el cielo,
zenzontle y toronjil en que te nombro.

esto es Milpa Alta, amor: el pardo vuelo
de las palomas, la semilla al hombro
y solo hacer la voluntad del suelo.


IV

Esta mi madre donde fui nacido
y en la que prologué la desterneza;
esta su piel en la que fui dolido,
el pez argente, el ánade turquesa.

Este es mi cuerpo, amor, la quemadura
donde al viento manoso soledeces,
este mi corazón, quebrajadura
donde tú, entrinecido, veraneces.

Y finalmente, amor, este paraje,
la espiga abigarrada y comunera,
el maguey y la vid, el huerto en viaje,

el relincho, el zorzal, la sementera,
esro es Milpa Alta, amor. Y, en el paisaje,
vuelve a creer en Dios la primavera.

(Tomado del libro Heredad.1956-1978, de Abigael Bohórquez. Biblioteca Selecta ALFEM.  Federación Editorial Mexicana. México, 1981)





                   (Antiguo convento de la Asunción de Nuestra Señora de Milpa Alta)






Añoranza por Milpa Alta

Desde la antigua región momoxca, la Milpa Alta cantada por el poeta sonorense Abigael Bohórquez (1936-1995), Juana Reyes me envía conmovedoras descripciones de su terruño, las cuales incrementan mi nostalgia no solo por esa región de la Ciudad de México colindante con el estado de Morelos  que tiene sabor a provincia, sino también por la patria entera.

Así lo dice la mujer que se enorgullece de tener nombre de corrido de la Revolución Mexicana:

"En la tierra momoxca el frío se cuela hasta las nopaleras y besa los nuevos brotes de nopales, lo que hace lento su desarrollo y hiela e impide su crecimiento. 

"Este clima tan inusual augura un 2016 diferente. En San Jerónimo Miacatlán, el poblado momoxca donde tienen ustedes su casa, todavía el año pasado soplaba un viento frío y suave, durante casi todo el año, que hacía gemir las ramas de los árboles. 

"Pero desde hace apenas dos semanas ha descendido hasta los troncos, para llegar a las raíces, ha barrido las hojas secas que se desprendieron durante el verano y luego, como si se solazase de su ímpetu, se ha introducido hacia el interior de las casas, donde encontró descanso sobre los muebles. Lo más desastroso es que se ha asomado hacia dentro de las páginas de los libros, como si pretendiera descifrar lo allí escrito.

"El polvo se acumula --aún estoy en convalecencia una vez retirado el yeso de mi tobillo-- sin que pueda hacer nada más que mirarlo.

"El año pasado el viento deshojó el nogal. El esqueleto de sus ramas contrastaba con el limonero cargado de azahares que presagiaban una buen cosecha de primavera. 

"Acá, en Malacachtepec, el viento es cada vez más rebelde: se alebresta  a cualquier hora. Nada menos la semana pasada levantó una lámina de la terracita por quítame estas pajas. Curioso, vuelve una y otra vez al interior de las viviendas y se mete hasta la cocina, literalmente, y prueba el sazón antes que los comensales, si acaso la cocinera ha tenido el mal tino de olvidarse de colocar las tapaderas a las cacerolas. Qué le vamos a hacer: tomaremos las sobras que nos deja, aderezadas con algún penetrante aroma a romero o a toronjil.

"A propósito, debo ir a retirar la ropa del tendedero, el viento puede volver a hacer de las suyas. 

"Este invierno, un hermoso tono amarillo adorna el suelo: son los limones que descansan sobre el pasto y que durante el frío amanecer esperan el cálido mediodía para seguir madurando. Así es ahora un día en Miacatlán, Milpa Alta".

                                                La neblina cubre las nopaleras

"Aquí en San Jerónimo los paisajes duermen mientras dan a otros la oportunidad de lucirse. El pasado domingo la neblina cubrió las nopaleras, se elevó hasta llegar a las copas de los árboles más altos  y descendió, ya muy tarde, junto con el sol, al atardecer.

"El viento se esmeraba en llevarla lejos, pero ella, terca, se adhirió a las ramas recubiertas de renuevos, apenas pequeños botoncitos de vida que esperan el sol y la lluvia para manifestarse.

"El aire baila, va y viene, se detiene a ratos en las últimas hojas secas del nogal que temerosas no quieren desprenderse del tronco. Vano intento: deben dar paso a los nuevos brotes. Si viera usted cómo se ve cada rama, adornada con abultados bordes donde a partir del mes de junio el delicioso fruto comenzará a tomar forma.         

"En San Jerónimo la vida comienza a revelarse. El sol no se da abasto, sus rayos llegan, todavía, tenues". 

                                                    Popocatépetl e Iztaccíhuatl

"La semana pasada un fuerte viento acompañado de gruesas gotas de agua me despertaron hacia la madrugada. Agradecí infinitamente al Creador por mandarnos a San Jerónimo Miacatlán tanta delicia. Las hojas de los árboles se despojaron del polvo con deleite, luego bebieron, ávidas seguramente, la fresca bendición.

"La arenosa tierra aspiró el líquido hasta saciarse. El viento arreció su velocidad. Las ventanas se agitaban dolorosas ante cada nueva embestida que las descubría de toda suciedad. 

"Ya por el medio día el sol comenzó una enérgica lucha para dejarse ver entre las nubes envidiosas que cubrían el cielo, yendo y viniendo sin rumbo. Cuando por fin el astro las derrotó, por dos minutos, demostró por qué nuestros antiguos antepasados lo coronaron rey: mi Ciudad se engalanó de norte a oriente con un anillo de siete colores. A través del aguacero lo percibí amoroso, protector.

"El viento continuó abatiendo las copas de los árboles, sus rápidos movimientos convertían las hojas en brillantes esmeraldas bañándose despaciosas. 

"El viento arreció. El arrullo húmedo y musical de la lluvia duró toda la noche. El amanecer cubrió los techos de las casas de tonos negros y grises. Desde mi ventana contemplé la lucha  entre el esqueleto del nogal que, inútilmente, intentaba sujetar las últimas ocho hojas que se aferraban a su tallo. Al final, vencido, las soltó.          

"Luego, como si se hubiera arrepentido de su brusca limpieza, el aire comenzó a acariciar el entorno. Su gemido semejaba un gato en busca de su hembra. El astro rey cantó su melodía al ritmo de las gotas y San Jerónimo se vio abrazado por otro colorido arco iris por quién sabe cuánto tiempo. ¡Qué sensación de pequeñez y al mismo tiempo de grandeza! 

"Al día siguiente, el sol alumbró con parsimonia, y presuntuoso, intentó despojar a Iztaccíhuatl, con sus candentes rayos, de su fría vestimenta. Esta vez, Popocatépetl no pudo defenderla. No hubo bocanadas, él, también, estaba vencido por el peso de la nieve".

                                         De la Huasteca Potosina a Milpa Alta

Como Abigael Bohórquez, Juana Reyes dejó su tierra natal para adoptar a Milpa Alta. El poeta llegó de Caborca, Sonora; Juana Reyes, de la Huasteca. Confiesa: "Soy un poco tamaulipeca, un poco momoxca; esos sí, ciento por ciento mexicana". 

Precisa: "La Huasteca a que hago mención es la potosina, mis padres son originarios de ese lugar. En realidad yo tengo sangre y rasgos huastecos. Cuando era estudiante de la Universidad Autónoma de la Ciudad deMéxico (UACM) escribí un texto que evoca una etapa de mi niñez allá.

"En Milpa Alta se disfruta de un clima fuera de lo común: al amanecer --algunos días-- hay una neblina propia de las regiones altas de la república mexicana (como la Huasteca Potosina, tan añorada) con la diferencia de que nos falta aquella calidez que se adhiere a las plantas de cafeto para proporcionarle a los frutos la debida maduración". 


                                                    Juana Reyes en la gran ciudad

 Como Milpa Alta forma parte de la gigantesca capital de la república, Juana Reyes se siente capitalina aunque no use este gentilicio: "Me gusta autonombrarme chilanga, o defeña. El gentilicio para los radicados, o mejor aún, nacidos en este suelo repleto de historia es muy importante. No podría llamarme ciudadana, por muy citadina que yo sea. No, definitivamente, soy chilanga. Para mí no tiene ninguna connotación peyorativa.

"Extraño el bullicio de esas calles contaminadas del Centro Histórico,  el ruido de los automotomotores signo de la vida destrampada de la metrópoli. Añoro disfrutar del café de la calle El Salvador, saborearlo mientras observo el paso rápido de los transeúntes y escucho curiosa las conversaciones de los comensales de las mesas vecinas".


                                                       Coda: aquí no pasa nada

"Por lo demás, aquí en Milpa Alta no pasa nada, como decía Bohórquez. Solo ocurre que me han arreglado la lámina que el viento desprendió hace algunos días; sucede que las hojas secas pasean por el jardín hasta cansarse; pasa que los calcinantes rayos del sol invernal dejaron el rosal con las ramas amarillentas; que las semillas de mi próxima siembra de jitomates, tomates, chiles y ajos aguardan el arribo de un mejor clima. El frío en esta montaña ha sido inclemente. Pero los brotes que anuncian ya la primavera son recibidos con gustosa ansiedad en esta antigua región momoxca".











Wednesday, March 30, 2016

De Carlos Pellicer para Abigael Bohórquez


Soneto de Carlos Pellicer dedicado al poeta nacido en Caborca, Sonora, el 12 de marzo de 1936, a quien el tabasqueño consideró el mejor de los que ha dado el norte de México. 

AL POETA ABIGAIL BOHORQUES

Joven, toma de ti la poesía
y jura --en vano-- que el amor no existe.
Lo que amorosamente no dijiste
alimenta a los pájaros del día.

Cuando la realidad es fantasía
(La noche en un salón estaba triste...)
es porque al fin, de todo lo que fuiste
se coronó de espinas tu alegría.

Tú ya empiezas a ser para el abismo.
Lábralo como el viento que ladea
con su anchura delgada su espejismo.

Todo lo que te une y te rodea
es como el mar que sale de ti mismo
y a pesar de la sal su dicha ondea.

San Francisco de Campeche, a 17 de febrero de 1962.

(Tomado del libro Carlos Pellicer. Obras. Poesía. Fondo de Cultura Económica. Letras Mexicanas. México, 1994. Se respeta la grafía del nombre del poeta sonorense escrita por el autor)


(Fotografía tomada del suplemento Confabulario del periódico El Universal, de la Ciudad de México)

Abigael, siempre Abigael

Porque considero que la obra del sonorense Abigael Bohórquez (1936-1995) tiene un lugar importante en la poesía mexicana contemporánea, transcribo ahora, con la anuencia de Juana Reyes, la autora, su carta en que refiere las actividades relacionadas con la presentación del libro Abigal Bohórquez. Poesía reunida e inédita, realizadas en Milpa Alta (Malacachtépec Momoxco), el terruño amado por el poeta, así como en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México. 

Malacachtepec Momoxco, 15 de marzo del 2016

Saboreando aún el recuerdo del sábado y el domingo pasados, le escribo para contarle pormenores de la fiesta de cumpleaños del considerado por Carlos Pellicer "el mejor poeta que ha dado el norte de México."

Los preparativos para el recibimiento de las primas de Abigael, las hermanas Evangelina y Blanca Julia Corrales Bojórquez, comenzaron hace dos semanas. Nosotros, los alumnos de Abigael, Los Abigaeles, como han dado en nombrarnos, no escatimamos descanso.

Gerardo Bustamante nos avisó con antelación para que nada quedara fuera de lugar. Pormenores no faltaron, pero se solucionaron debidamente. 

El sábado 12 de marzo, día del nacimiento de nuestro poeta, a las cuatro de la tarde arribaron a Malacachtepec sus primas y sobrinas, acompañadas de  aproximadamente 15 personas, entre periodistas y el editor del libro Abigael Bohórquez Poesía reunida e inédita, un tomo de 700 páginas publicado por el Instituto Sonorense de Cultura, con edición, estudio y notas de Gerardo Bustamante. También llegó en la comitiva el poeta de Hermosillo, Jorge Ochoa, entrañable amigo de Bohórquez.

 La convivencia fue extraordinaria, entre recuerdos, evocaciones, bromas y más bromas por los casi 45 años transcurridos sin vernos, nos reiteramos nuestra amistad.

Los invitados tuvieron la oportunidad de saborear los platillos regionales: mole estilo San Pedro Atocpan, arroz a la mexicana, guacamole, como aderezo para el chicharrón recién elaborado, frijoles refritos con longaniza, revoltijo, con enormes camarones secos y, lo más llamativo, tortillas de maíz  azul y quesadillas hechas en el momento, con quesillo, huitlacoche y hongos. Los invitados no se separaron de la señora del anafre hasta que no les dieron sus tortillas azules, aún infladas, que saborearon con deleite y por qué no decirlo, con gula.

Menudearon las entrevistas a los exalumnos de Abigael. La sobremesa fue la antesala de la despedida: los invitados debían regresar a la Ciudad de México (al Centro, como decimos en el Momoxco), al hotel Catedral, donde se hospedaron. Poco después de las doce de la noche los Abigaeles estábamos ya en casa, preparando lo necesario para el día siguiente.

DOMINGO 13
Presentación del libro Abigael Bohórquez Poesía reunida e inédita

Los pormenores sobre nuestra llegada a la sala Manuel M. Ponce, casi rayando el penco, son del todo inenarrables. Baste decir que llegamos al punto. 

Gerardo Bustamante, el estudioso de Abigael Bohórquez coordinó la presentación. El primer invitado en tomar la palabra fue el poeta sinaloense Mario Bojórquez, editor del libro póstumo Poesida, poemario que ganó un premio latinoamericano otorgado por la UNAM en 1990 y que nunca cumplió la promesa de publicarlo. Decir que Mario es uno de los mejores analistas de la obra de Bohórquez es solo la verdad. 

Nunca escuché, antes de Mario Bohórquez, la perfecta explicación desglosada del contenido de los poemas de Abigael. Escuchar sus disertaciones es un deleite que nos permite entender hasta el poema más críptico (para un neófito, digo).

Mónica Luna, la cineasta que realizó el video sobre Abigael, La insumisa transparenciaen 2005, otra de las defensoras, no solo de la obra sino de la persona de Abigael, habló de la palabra justicia, que para Bohórquez no existió, ni en su obra ni en su vida.

Jorge Ochoa, otro poeta sonorense, nos dejó con un agridulce sabor con su texto donde la amistad y el respeto se manifestaron. Abigael fue su amigo, su hermano, su confidente.

Aderezando entre presentador y presentador, la voz de Pilar  Pellicer, sobrina de aquel otro poeta del sur, Carlos Pellicer, quien dijera en su momento que el norte de México ya tenía su poeta: Abigael Bohórquez, fue quien nos hizo pasar momentos de evocaciones con la lectura de algunos poemas bohorquianos.

Al final, el encuentro entre los que hacía casi 45 años no nos veíamos, o cinco o diez años, qué más da el tiempo, y que ahora estábamos ahí, reunidos con un solo propósito: festejar con un libro que incluye toda su obra el cumpleaños 80 de nuestro poeta, tan recordado en el Momoxco como en Sonora. Y tan homenajeado aquí, como allá. Porque una de sus grandes virtudes fue ir atesorando amigos por donde pasaba.