Tuesday, September 26, 2017

Santiago Serrano: biografía en cierne

Desde el aún convaleciente sureste de México, la noticia de que la redacción de la biografía del poeta chiapaneco Santiago Serrano (1895-1957) avanza en forma decidida, me ha llenado de alegría.


Esto mitiga la dulce nostalgia por la patria y en alguna forma alivia mi dolor por los destrozos causados por la furia sísmica ya que veo en ello una demostración de que estamos de pie. 


El autor de la biografía en cierne es el periodista Sarelly Martínez Mendoza, coterráneo de Santiago Serrano, quien pasó su niñez en Suchiapa, el pueblo natal de su admirado Chanti.


El joven periodista ha destacado en su profesión, de lo que da cuenta, entre otras cosas, su reciente reportaje intitulado Las aguas negras de Chiapas, publicado por Nexos. Adicionalmente, es catedrático de la Universidad Autónoma de Chiapas.


En esta forma recuerda Sarelly su interés por la vida y obra del autor en la que destacan los  poemarios Playa a la vista  y  El torbellino de mi vida, así como la biografía de Belisario Domínguez:


“Santiago Serrano Ruiz ha sido para mí una presencia cíclica, recurrente y azarosa. Nací en una finca de Chiapa de Corzo, pero a los seis años, mi padre Ángel y mi madre María Fulvia, nos llevaron a vivir a mis hermanos Esperanza, Juan y a mí, a Suchiapa.


“Recién llegados al pueblo, una tarde en que caminaba con mi padre por una calle maltrecha, se detuvo para señalarme una casa desportillada. Me dijo que esa había sido la casa en donde había vivido con su madre viuda y sus tres hermanas. ‘Aquí muy cerca’, me explicó supongo que para que yo me fuera acostumbrando al pueblo, ‘vivió también el poeta Santiago Serrano’.


“En Suchiapa, ese poeta era omnipresente. La calle en donde mis padres tenían la casa y en donde jugué innumerables veces futbol tenía el nombre de Poeta Santiago Serrano Ruiz. Mi hermana Esperanza y mi hermano Juan estudiaban también en la Escuela Secundaria Poeta Santiago Serrano, y la biblioteca, a la que empecé a asistir, se llamaba Poeta, el poeta del pueblo. Además el pueblo estaba lleno de personas que se apellidaban Serrano. Mi cuñada se llama Irma Mireya Serrano. La serranada abunda en Suchiapa. Tuve amigos y compañeros de escuela con ese apellido”. 


Tras el extenso recuento de sus encuentros con la figura de Santiago Serrano, Sarelly concluye:


“En la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en la Ciudad de México, volví a toparme con Chanti. Una tarde, usted, profesor, preguntó mi lugar de procedencia, y yo le respondí que de Chiapas. Se mostró afectuoso, como lo hacía con todos los chiapanecos, porque se sentía originario de las tierras del sur, y porque a los 17 años había vivido fugazmente en Tuxtla Gutiérrez. Ahí, había conocido, me dijo, a Santiago Serrano Ruiz, el poeta de Suchiapa. Otra vez apareció ese nombre, sobre el poeta del que ahora escribo”.


El autor de este blog seguirá de cerca el avance de la biografía. Por hoy, baste citar que ha quedado muy gratamente asombrado por la calidad de los tres primeros capítulos y se ha sentido muy honrado por la petición de prologar libro.



El poema que aquí incluyo abre el libro Playa a la vista (1949):




¡Ya amaneció en mi vida!

 

Después de tanta sombra, ya amaneció en mi vida!

¡Oh, Señor, muchas gracias por la bondad obrada,

por las rosas que prendes en mi ilusión fallida

y la gracia infinita de darme una alborada!

 

A través de los valles obscuros del pecado,

impetuosa, sin rumbo, como potro sin brida,

mi juventud siguió por camino extraviado;

mas ya encontré la senda, ya amaneció en mi vida!

 

¡Salud, árbol amigo, bajo cuyo piadoso

follaje hoy puede el alma tomar algún reposo

de este bregar inútil  a que fue sometida!

 

¡Salud, arroyo hermano, sobre cuya corriente

refrescaré mis labios y lavaré mi frente,

porque ya tengo aurora, ya amaneció en mi vida!



El amor por la música y la poesía chiapanecas anidan en el corazón de Sarelly Martínez (en el centro de la fotografía). 











Thursday, September 14, 2017

Amada de 88 años

                          


(Texto de mi autoría publicado en 2011 en el suplemento cultural La Plaza del periódico El Economista)



 Ya no tiene la lozanía de antaño: sus ojos han perdido el brillo cautivador que los caracterizaba; numerosas arrugas delatoras surcan su rostro fatigado; sus labios han dejado de ser provocativos… pero así la quiero con todo mi corazón.


Darme cuenta de su envejecimiento y sentir su fascinación como en los días de su juventud da la medida de mi amor. Lástima que ya no esté tan seguro de llegar al 2013 cuando cumplirá cien años porque si algo quisiera en la vida es estar presente en su festejo.


Al final del concierto del domingo 24 de junio de 2001 en la Sala Nezahualcóyotl de la Ciudad de Mexico, el cronista se acerco a Ronald Zollman para confiarle su tribulación: "Cada vez escucho más clásica y menos moderna, subversiva, inquietante, provocativa y apasionada La consagración de la primavera".


—Por supuesto --dijo el director titular de la Orquesta Filarmónica de la UNAM que acababa de dirigirla--, ¡ya tiene 100 años!


Esta es una deliciosa exageración, puesto que apenas cumplió 88 años el 8 de marzo pasado (día en que Stravinsky concluyó su orquestación), pero situó al cronista en la realidad: también las partituras nacen, crecen, se reproducen y mueren.


Rechazo escandalizado le idea de que, a este paso, La consagración llegue a sonar tan insípida y poco agraciada como nos parece la música de Giovanni Pierluigi da Palestina, asombro sin límites del siglo XVI al grado de que muchas buenas conciencias de aquel tiempo aseguraban que la Misa del papa Marcelo le había sido dictada por el mismo Dios.


Las audacias armónicas, rítmicas, melódicas y tímbricas de La consagración, causantes del escándalo fenomenal en 1913, ahora no asombran a nadie, pero los amantes de la obra maestra de Stravinsky seguimos cautivados por ella aunque estemos conscientes de su envejecimiento.


Conocí esta música en los años 40, gracias a Walt Disney y su película Fantasía, en la animación en que un Tiranosaurus rex del Cretáceo lucha a muerte con un Stegosaurus del Jurásico; es decir: con un anacronismo de 90 millones de años. Yo era un niño; ella. una jovencita en sus veintes. Desde entonces se convirtió en la amada de mi vida, por lo que no la dejaré ahora que es octogenaria. 


Deseo que, cuando menos en el siglo XXI, La consagración conserve el hechizo de partituras más antiguas que ella como son La Pasión según San Mateo de Bach, los Réquiem de Mozart y de Berlioiz y la Novena sinfonía de Beethoven, así como y La canción de la Tierra de Mahler, obra esta que, por excepción, es su contemporánea.


Posdata. Dieciséis años después, sigo enamorado de La consagración de la primavera, que ha rebasado los 104 años desde su nacimiento. Por otra parte, rechazo avergonzado mi opinión sobre la Misa del papa Marcelo y la música de Palestrina.