Thursday, June 25, 2015

Knoxville: Summer of 1915

Ha llegado el verano del 2015 al hemisferio boreal. La primavera empieza a parecernos un sueño envuelto en  bruma de nostalgia, tal como lo dijo Li-Tai-Po en el poema tomado por Mahler para uno de los movimientos de La canción de la Tierra.

La primavera se fue durante la noche, pero no es tiempo de abandonar el canto ni de renunciar a vivir intensamente. De la belleza del tiempo estival dan testimonio la literatura y la música, como es el caso del poema del español Juan de Contreras y López de Ayala,  Marqués de Lozoya, publicado en 1924, que comienza así:

¡Cielo claro de Castilla!
 ¡Noches de estío, serenas, 
en que las almas escuchan
el cantar de las estrellas!

Cielo claro de Castilla:
¿Quién te ve, que no enloquezca
 con esa noble locura
que es la cordura suprema?
 
O como en la canción mexicana llamada popularmente Golondrinas yucatecas, con letra de Luis Rosado Vega y Ricardo Palmerín:
 
Llegaron en tardes serenas de estío
cruzando los aires con vuelo veloz…

En el ámbito de la música de concierto se encuentran partituras notables inspiradas en el verano, pero el sitio que ocupa Knoxville: Summer of 1915, de Samuel Barber (1910-1981), es codiciable. 

En esta obra, considerada por el compositor como una rapsodia lírica, recurrió a un poema en prosa de la novela autobiográfica A Death in the Family (Una muerte en la familia), de James Agee (1909-1955), la cual fue premiada póstumamente con el Pulitzer en 1958.
 
Agee evoca en su enternecido texto el recuerdo de la muerte de su padre acaecida en un accidente automovilístico; pero no lo hace con la visión de un adulto, sino de un niño de seis años que intuye la pérdida que marcará su vida.
 
Cuando Barber abordó la composición de Knoxville: Summer of 1915, sufría intensamente porque su padre estaba próximo a la muerte. Así escribió la dedicatoria en la primera página de la partitura, publicada trascel fallecimiento de su progenitor: 

"In memory of my father" 

(A la memoria de mi padre)

 Después del título, añadió Barber estas palabras de Agee: 

“We are talking now of summer evenings in Knoxville Tennessee in a time that I lived there so successfully disguised to myself as a chlid."
 
(Estamos platicando de las tardes veraniegas en Knoxville Tennessee en una época en la que yo vivía ahí, tan felizmente disfrazado de niño).  
 
 Esta obra es una exquisita evocación musical y literaria de la sencilla vida de antaño de una familia de la llamada clase media, residente en un pequeño pueblo sureño de Estados Unidos. El niño contempla con ingenuo asombro la vida, pero intuye premonitoriamente que la sombra de la inseguridad y la tragedia pueden cernirse sobre ella.

Knoxville: verano de 1915 recibió extensa difusión fuera de Estados Unidos en 1992,  gracias al disco de la etiqueta Telarc que registra la interpretación de Yoel Levi al frente de la Orquesta Sinfónica de Atlanta, con la soprano Sylvia McNair.

El estreno en México estuvo a cargo de Carlos Miguel Prieto al frente de la Orquesta Filarmónica de Xalapa, tanto en la Ciudad de México como en la capital veracruzana. 

Knoxville: Summer of 1915 es una de las de las  diversas obras de Barber que, al lado de las partituras de Howard Hanson, proclaman la fe en la estética del romanticismo en un siglo en que el mundo de la música había entonado el réquiem de esta escuela.



                 
                                        




Wednesday, June 17, 2015

Aniversario 133 de Stravinsky


                                                             "Puso en los oídos estupefactos músicas nuevas"

Este día, 17 de junio del 2015, se cumplen 133 años del macimiento de Igor Stravinsky (1882-1971), el músico ruso-francés-estadounidense considerado por muchos observadores cono el gran artista del siglo XX.

La pátina de una centuria no ha cubierto su obra y partituras como Petruchka, Las bodas, La consagración de la primavera y la Sinfonía de Salmos, por citar unas cuantas de ellas, son objeto de asombro.

En una etapa temprana de su carrera, Stravinsky decidió tomar el sendero que lo llevaría a parajes no hollados por compositor alguno y lo hizo con un empeño de apariencia  iconoclasta, tan solo guiado por la brújula de su creatividad y de su oído interno.

Así lo dijo el hombre nacido en Orianienbaum, cerca de San Petersburgo, en aquella época estelar de su vida:

"El silencio me podrá salvar de estar equivocado (y hacer tonterías), pero también me privaría de la posibilidad de estar en lo cierto". 

La posteridad le daría la razón: estuvo en lo cierto.

En este aniversario, conviene recordar la obra que en más de un aspecto dio un vuelco a la música contemporánea: Le Sacre du Printemps, su título original, en francés; Vesna Sviashchennaya en ruso; La consagración de la primavera en español; The Rite of Spring en inglés, una de las partituras más importantes de la historia de la música occidental.
 
¿Qué puede decirse en este tiempo de la opus magnum de Igor Stravinsky y de su estreno escandaloso en el Théâtre des Champs-Élysées de Paris?  Aunque parece que nada, es preciso que no pase inadvertido el aniversario del nacimiento de su autor sin una referencia a ella, ya que La consagración de la primavera ha constituido  una epifanía para los melófilos de varias generaciones del pasado y aun de nuestro siglo.

Para comprender el ambiente en que el mundo recibió La consagración de la primavera, resulta conveniente dar un breve repaso a lo qué sucedía en 1913.

En Europa, se incubaba la gran guerra que movilizaría a 70 millones de combatientes y costaría la vida a nueve millones de seres humanos. En México, los cascos de la caballería revolucionaria resonaban por gran parte del país; en la capital, se vivían los días de la llamada Decena Trágica que desembocaron en el asesinato del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez.
 
El mundo de la cultura occidental vio nacer Muerte en Venecia, de Thomas Mann; En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust; Del sentimiento trágico de la vida, de Miguel de Unamuno; La malquerida, de Jacinto Benavente, y El fogonero, de Franz Kafka, entre otras obras notables.
 
Los Ensayos sobre la construcción del átomo, de Niels Bohr;  Tótem y tabú, de Sigmund Freud, y la Filosofía fenomenológica, de Edmund Husserl también son del año 1913.
 
Entre los personajes de la música nacidos en 1913, se encuentra  René Leibowitz, el músico, director de orquesta y catedrático polaco nacionalizado francés que suele ser más recordado por haber tratado de demostrar que el finlandés Jean Sibelius fue el peor compositor del mundo, que por sus propias aportaciones a la música.
 
Como no se trata de convertir este texto en una recopilación de efemérides, se concluirá con el recuerdo de que también en abril del 1913 se estrenó el drama lírico La vida breve, de don Manuel de Falla. 
 
Entre las grabaciones codiciables de La consagración de la primavera, destaca la de Esa-Pekka Salonen al frente de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles en 2006. Adicionalmente, es recomendable consultar en la página web de este genial músico finlandés el video de su breve análisis de esta obra.

 En el centenario de Le Sacre de Printemps, Salonen la dirigió en Liubliana, Eslovenia, con la Philharmonia; la presentó en Londres con esa orquesta y en París lo hizo en el Théâtre des Champs-Élysées, el mismo escenario en que se materializó el prodigio.
 
Para concluir, conviene citar las palabras de Salonen: 

“Resulta casi incomprensible que esta obra centenaria sea una de las más jóvenes del repertorio universal”.

                  
                                        
              
                                         Stravinskiy visto por Picasso, su genial contemporáneo






 

Tuesday, June 16, 2015

El binomio poesía y música


 El libro Palabras en una sola nota sostenida (Antología de poesía y música) gira en torno del codiciable vínculo de una y otras artes.

Se trata de una compilación realizada por Ester Hernández Palacios y Héctor Miguel Sánchez Rodríguez que constituye el volumen 8 de la Biblioteca Musical Mínima, de Luzam, empresa editorial radicada en Cuernavaca, Morelos (México).
 
Con qué deleite se repasan algunos de los poemas inspirados por la música, “arte a cuya condición aspiran todas las artes”, en palabras del ensayista inglés Walter Pater (1839-1894).

 “La razón obvia (de esa afirmación) sería que, en música, la forma y el contenido son inseparables”, añade Jorge Luis Borges (1899-1986), y Fernando Díez de Urdanivia, el editor, advierte: “En sus orígenes, ya muy lejanos, la poesía nació íntimamente ligada a la música, ambas formaban arte de una unidad: el ritual”.
 
Entre los aciertos de los compiladores de esta antología, hay que destacar la inclusión de los poemas Malagueña y De profundis, de Federico García Lorca (1898-1936).  

Esste es el primero de ellos:
 
La muerte
entra y sale
de la taberna.
 
Pasan caballos negros
y gente siniestra
por los hondos caminos
de la guitarra.
 
Y hay un olor a sal
y a sangre de hembra,
en los nardos febriles
de la marina.
 
La muerte
entra y sale,
y sale y entra
la muerte
de la taberna.
 
El segundo:
 
Los cien enamorados
duermen para siempre
bajo la tierra seca.
Andalucía tiene
largos caminos rojos.
Córdoba, olivos verdes
donde poner cien cruces,
que los recuerden.
Los cien enamorados
duermen para siempre.
 
De profundis y Malagueña fueron tomados por Dmtri Shostakovich (1906-1975) en su tanatológica, estremecedora Sinfonía número 14, para soprano, bajo y orquesta de cámara en once secciones, con textos de diferentes poetas, la cual fue estrenada en Leningrado en 1969.
 
Otro de tantos aciertos de este libro es la inclusión del Himno de los bosques, de Manuel José Othón (1858-1906), poema que inspiró al compositor michoacano Miguel Bernal Jiménez (1910-1956) su obra póstuma del mismo nombre.  En ella trabajaba durante unas vacaciones en León, Guanajuato, cuando sufrió el infarto cardiaco que le quitó la vida.

 Entre los versos de este poema ya puestos en música, se encuentra este, de fuerte sabor premonitorio:
 
En tanto yo, cabe la margen pura,
del bosque por los sones arrullado,
cedo al sueño embriagante que me enerva
y hallo reposo y plácida frescura,
sobre la alfombra tupida de la hierba.
 
Son muchos los poemas, desde Juan Ruiz, arcipreste de Hita (siglo XIV) a Gilberto Gutiérrez Silva (1958) que merecen una lectura deleitosa.  Entre ellas se encuentra La primera canción de Agustín Lara, de José Emilio Pacheco (1939-2014), poema teñido de nostalgia que comienza así:
 
La noche engendra música. A su imán
acuden las canciones memoriosas, el piano
desafinado, la guitarra ya casi polvo, el violín
comido por los años, las maracas
que suenan como huesos. Y los ancianos
vamos a congregarnos en este círculo mágico.

 

Debussy: La Mer

“El mar, el mar, dentro de mí lo siento. Ya sólo de pensar en él, tan mío, tiene un sabor de sal mi pensamiento”, dijo José Gorostiza (1901-1973), el poeta tabasqueño que se refería a él como “mar sonoro”.

 

El mar sonoro, coprotagonista de la ópera Raiders to the Sea, de Ralph Vaughan-Williams (1872-1958); el mar, asociado con el enamoramiento y la pérdida del ser amado en el Poème de l’amour et de la mer, de Ernest Chausson (1855-1899); el mar evocado por Walt Whitman (1819-1892) en poemas que inspiraron sendas obras intituladas A Sea Symphony al inglés Vaughan-Williams y al estadounidense Howard Hanson (1896-1981), ruge, murmura, arrulla, canta y encanta en La Mer, de Claude Debussy (1862-1918).

 

Mucho se ha escrito sobre el poema sinfónico La Mer, pero resulta recomendable que los admiradores del impresionismo y de Claude Debussy recurran al ensayo “El mar cumple cien años”, del compositor mexicano Mario Lavista (1943), publicado en la revista Letras libres, en noviembre del 2005.

 

Aun escuchado en disco compacto, lejos de las salas de concierto,  La Mer de Claude Debussy es un regalo para quienes viven “atrapados por las montañas azules”, en la expresión de Fernando Benítez (1912-2000). Bien decía José Vasconcelos (1882-1959), que la vida nació en el mar, por lo que no podemos alejarnos de él sin gran pesar.

 

Un regalo debió de haber sido para el mismo Debussy el logro de esta partitura, porque él también vivió lejos del mar al grado de que solamente lo visitó en esporádicas vacaciones y en dos cruces del Canal de la Mancha. No fue en una playa, en alta mar ni en un acantilado donde compuso esta música portentosa, sino en la montaña, a muchos kilómetros del oleaje.



                                           (Fotografía de Josefina Cabrera-Moreno)

Monday, June 15, 2015

A 3,700 km de la Nezahualcóyotl



En cierta ocasión me preguntaron qué sería lo primero que yo tratara de salvar de la Ciudad de México en el caso de que sufriera el bombardeo de un extraño enemigo.

A botepronto, mi respuesta fue: "¡El Centro Cultural Universitario!"

A tal grado venero con culto de hiperdulía (de mayor honor) ese sitio ubicado en el sur de la capital mexicana surgido sobre la que fue una desolación basáltica, que al entrar en él tengo la sensación de que estoy pisado suelo sagrado.

A pesar de los 3,700 km que me separan de él y de las turbulencias nostálgicas que me sacuden, el domingo 14 de junio sentí que ocupaba un lugar en la Sala Nezahualcóyotl, corazón y joya del Centro Cultural Universitario.

 El prodigio se realizó gracias a la transmisión en vivo del concierto de la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México. Teveunam e internet fueron los agentes que hoy día pertenecen a la vida cotidiana, pero habrían sido el motivo de mi felicidad en los años cincuenta del siglo pasado, cuando me encontraba en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y difícilmente podía sintonizar en el radio los conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional.
 
El concierto del domingo fue dirigido por Eduardo Diazmuñoz, quien llegó a su patria procedente de Australia, en donde triunfó clamorosamente con la dirección de la monumental MASS, de Leonard Bernstein, al frente de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio de Sidney,  con la que celebraron los cien años de la  fundación de esta casa de estudios.

El  atractivo principal del programa fue la interpretación de la Suite Los inesperados caminos del espíritu, de Diazmuñoz. Fue muy favorable la acogida del público y de los instrumentistas mismos a esta obra intensa y emotiva para gran orquesta; música que, sin recurrir a citas folclóricas, suena tan mexicana como la de Silvestre Revueltas.

Qué nuevo triunfo para el músico mexicano de quien tantos y tan variados recuerdos guardo. Con qué nostalgia evoqué  aquellos memorables conciertos ofrecidos por Diazmuñoz al frente de la Sinfónica del Estado de México, hace muchos años, en la Casa de la Cultura del Parque Naucalli, en el municipio mexiquense de Naucalpan.

 La segunda parte del programa fue un reposo tras la intensidad de la partitura de Diazmuñoz, pero no significó un anticlímax: Concierto para trompeta de Alexander Arutunian, con el trompetista Rafael Ancheta, y Bacanal de de la ópera Sansón y Dalila de Saint-Saëns. 

 Diazmuñoz ofreció en la última parte del programa El mar, de Claude Debussy, una de las partituras más importantes de la música orquestal de todos los tiempos. Y qué estupenda versión de ella  nos dio este músico que ha llevado el nombre de México no solo a Oceanía sino a otros continentes, incluyendo el americano, gracias entre otras cosas a su actividad en Estados Unidos de la cual hablaré próximamente.


Alguien me deletrea

    Hermandad

Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea.

autógrafo

.....

(Como dicen coloquialmente los estadounidenses: Me too)


Dmtri Shostakovich. Genio y drama

En el prólogo del libro Dmtri Shostakovich. Genio y drama, de Carlos Prieto, Jorge Volpi recuerda que este compositor soviético ha sido considerado un “héroe trágico” porque “resume, mejor que ningún otro, las tensiones y el espíritu de su época”.

De su “primer encontronazo con los perros de presa del sistema”, como califica Volpi el incidente que desató la furia de Stalin contra la ópera Lady Macbeth, jamás se repuso Shostakovich.

Permítaseme que antes de abordar un somero análisis de este nuevo libro del músico y humanista, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, haga una reflexión que ayudará a comprender el trágico caso Shostakovich:

En su libro Social: Why Our Brains Are Wired to Connect, el doctor Matthew D. Lieberman, egresado de la Universidad de Harvard y catedrático del Departamento de Psicología de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), afirma que los neurocientíficos han podido determinar que la misma parte del cerebro que procesa el dolor físico, ya sea el producido por una herida o un golpe, procesa en la misma forma sufrimientos emocionales como pueden ser los producidos por la exclusión, el rechazo, la opresión o la pérdida de un amor. Por tanto, no es casual que nos refiramos a las penas emocionales con palabras del mundo corporal, tales como “sentí como un puñetazo en el estómago” o “esa persona me rompió el corazón”.

Si la crueldad ejercida contra los débiles, conocida como bullying en el ámbito escolar, resulta devastadora. ¿qué no sucederá con el ciudadano amenazado, despreciado, marginado, incomprendido, censurado, atropellado en sus derechos y acosado por un régimen totalitario capaz de vulnerar su libertad y aun de atentar contra su vida misma?

Este fue, entre millares de casos de ciudadanos soviéticos acosados por Stalin, el de Shostakovich y así lo vemos, de asombro y asombro, a lo largo del libro de Carlos Prieto.

Dmtri Dmitrievich Shostakovich se convirtió en pararrayos del régimen soviético desde el día en que a Stalin no le gustó la ópera Lady Macbeth del distrito de Mtsensk opus 29 (1930-1932) y lo condenó a una vida de acoso y sufrimientos que hizo del músico un “héroe trágico”, como lo llamó el novelista estadounidense William T. Vollman citado por Volpi.

Página tras página encontramos en este libro un extenso repertorio de ataques e injurias que hicieron de Shostakovich un hombre inseguro, temeroso, de intenso nerviosismo, enigmático al grado de haber parecido cobarde y sumiso en ocasiones, mientras que en otras su espíritu libertario lo llevó a niveles de auténtico heroísmo.

Muchos años antes de los ataques frontales del régimen de Stalin, los celos, la animadversión y las intrigas del clan conocido como Asociación Rusa de Músicos Proletarios pretendió que, tras el éxito de la Primera sinfonía (1924-1925), expulsaran a Shostakovich de las clases de piano y le quitaran la pequeña beca que disfrutaba, como recuerda Prieto.

La nariz, su genial ópera de juventud (1927-1928) “despertó por su extremo modernismo —afirma Prieto— una furiosa controversia”. Entre otros crímenes lo encontraron “culpable de escapismo antisoviético”y de ”formalismo”.

Esos premonitorios ataques tempranos alcanzaron niveles escandalosos a lo largo de la carrera de Shostakovich al grado de que se le consideró “enemigo del pueblo” y “compositor maldito”; llegaron a lapidar su casa y el régimen del terror llevó a que este hombre bondadoso y tímido temiera por su vida.

En la página 160 del libro, Carlos Prieto refiere la conclusión “quizá dudosa” a que llegó Lev Lebedinski, amigo de Shostakovich, en el sentido de que este hombre acongojado “aludió indirectamente a su deseo de suicidarse”.

Con este libro, Carlos Prieto enriquece la de por sí profusa bibliografía sobre uno de los compositores más geniales y atormentados de todos los tiempos. Y lo hace con sabiduría y amenidad codiciables. Atractivo adicional son las ilustraciones y las fotografías, así como sendos vínculos para descargar dos obras de Shostakovich interpretadas por Carlos Prieto:

Sonata para violonchelo y piano; Concierto número 1 para violonchelo y orquesta.

Ficha bibliográfica. Prieto, Carlos. Dmtri Shostakovich. Genio y drama. Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México, 2013.

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Sunday, June 14, 2015

Asistí obligado a mi primer concierto



A principios de 1948, iba a cumplir 14 años y ya había sido atrapado por la música de concierto, descubierta dos años antes gracias al radio de mi abuela materna, quien vivía en la Calzada de la Piedad.

Cada vez que iba a su casa, corría a su recámara y disfrutaba aquel aparato maravilloso del que carecíamos en casa, puesto que entonces era un lujo fuera del alcance de familias modestas.

El primer deslumbramiento lo recibí el día en que escuché el Concierto para piano de Grieg. Luego vendrían la “Danza ritual del fuego”, de El amor brujo, de don Manuel de Falla, y la “Marcha húngara” de La condenación de Fausto, de Berlioz.

Muy pronto descubriría más obras. Beethoven y Chopin se convertirían en los héroes de mi adolescencia.

Toda esta incipiente melofilia no impedía mi pasión por el beisbol que, en aquellos años, superaba con mucho la popularidad del futbol. Mi equipo: los Diablos Rojos del México, dirigidos por Ernesto Carmona y Verduzco, el Marqués de San Basilio.

Una mañana dominical del aquel año, cuando me disponía a ir al Parque Delta, situado a orillas del Río de la Piedad, llegaron a casa doña Mercedes, esposa del pintor Antonio Ruiz, el Corcito, y sus dos hijas: Vilma y Marcela. Conocedoras de mi gusto por la buena música y con evidente muestra de generosidad, venían a invitarme al concierto que daría la Orquesta Sinfónica de Xalapa,  dirigida por José Ives Limantour.

En vista de que tenía gran interés por el partido, puesto que jugaban los Diablos contra los Alijadores de Tampico, llamé a mi mamá y discreta pero angustiosamente le pedí ayuda:

—Diles, por favor, que no puedo ir. Inventa cualquier pretexto, te lo ruego.

“Ay, hijo –me reprendió–, ¿no que tanto te gusta la música? ¿Y cómo vas a decirle que no a la señora Meche, que es tan linda persona? No le vayas a hacer ese desaire”.

Ningún argumento pudo convencer a mi mamá, por lo que me resigné a aceptar la invitación. Pero eso sí: procuré que no se notara mi contrariedad.

La inclusión en el programa del cuento orquestal Pedro y el lobo, de Prokófiev, que narraría la actriz María Douglas, había sido el detonador de la invitación.

No recuerdo en qué sala se dio ese concierto; pero sí puedo precisar que se inició con la Suite del ballet El Cid, de Massenet, y que en la última parte se interpretó la Séptima Sinfonía de Beethoven.

A la salida del concierto, la señora Meche, Vilma y Marcela estaban atentas a mi opinión sobre Pedro y el lobo, obra que, según esperaban, me fascinaría. Casi diría que esa música pasó inadvertida para mí. Lo que cambió mi vida fue la Séptima de Beethoven. 

Paulatinamente, mi interés por los home runs con casa llena y los squeeze plays para anotar la carrera del triunfo fueron sustituidos por la fascinación de pasajes como el de la Eroica, en el que entran los cornos en imitaciones, y por la estremecedora intervención de la trompeta en "Fiestas", segundo de los Nocturnos de Debussy.

Tomado de Allegro Molto. Sesenta años de anécdotas, de mi autoría. Biblioteca Musical Mínima, Luzam, Cuernavaca, México, 2010.


                                      
                             
                                 
                                                                 La soprano
                                               Antonio Ruiz El Corcito (1892-1964)

Saturday, June 13, 2015

I love Steinbeck


"¿Será cierto que Steinbeck comía aquí, como lo anuncian ustedes en la vitrina de este establecimiento?", pregunté a la mesera que me atendía.

La empleada del Sang's Cafe, en Salinas, la ciudad californiana cuna del escritor, se acercó a mí, cubrió parcialmente sus labios con la palma de la mano y me susurró al oído: "Steinbeck no comía... ¡bebía!"

Vaya que bebía el autor de Grapes of Wrath (Las viñas de la ira). Así lo confiesa él mismo en un pasaje del libro Travels with Charley in Search of America (Viajes con Charley en busca de Estados Unidos):

“Pues he vivido siempre violentamente, bebido desmedidamente, comido demasiado o nada en absoluto, dormido veinticuatro horas seguidas o pasado dos noches sin dormir, trabajado demasiado duro y demasiado tiempo sintiéndome en la gloria o haraganeando en la vagancia absoluta una temporada”.

En otro parte del libro se encuentra el curioso relato de una situación ocurrida casi al principio del viaje con Charley, su canino compañero. Estaban en Connecticut y se dirigían hacia el norte durante una tarde de fines del otoño.

Previendo la posibilidad de tener que invitar a una persona a tomar un trago a bordo de Rocinante, su camioneta acondicionada de casa rodante, decidió buscar una vinatería. Le atendió en ella un hombre de rostro severo, evidentemente un abstemio, a quien pidió sendas botellas de whisky americano,  whisky escocés, ginebra, vermut, vodka, brandy y sidra, así como un cartón de cervezas. 

Aclara el autor que no trataba de depender del alcohol, pero dado el caso quisiera ser cordial con sus posibles huéspedes  a lo largo de la travesía. Adicionalmente, pensó en que no sería conveniente desdeñar las lindas vinaterías encontradas  al borde de la carretera y, sobre todo, sería  preciso ser previsor: quizá en otros estados fueran abstemios y le prohibieran el acopio de botellas.

Concluye el relato con el comentario del vinatero, asombrado porque su pequeña tienda hubiera logrado una venta tan grande:

"Qué fiestón va tener, ¿verdad?"  A lo que Steinbeck respondió: "Nada de fiesta, es un abastecimiento para el viaje".

No fue el suyo un caso de alcoholismo, pero Steinbeck sí fue lo que en Estados Unidos llaman un "heavy drinker". Ernest Hemingway, otro gran bebedor, ilustre colega suyo y también premio Nobel, relataba que en sus propios recorridos por las carreteras españolas siempre llevaba una buena dotación de vino tinto... y una a anforita de coñac "para las emergencias".

..... 

Sea este mi primer comentario sobre Travels with Charley in Search  of America, uno de los libros que más he disfrutado en mi ya larga vida. De él dijo el español José García Chamorro en su blog intitulado "Lecturas inquietantes" lo siguiente: 

"Tal vez me repito con demasiada frecuencia cuando digo que tal o cual escritor es uno de mis autores preferidos. Pero es que tengo muchos, la verdad. Y cuando ahora diga que John Steinbeck es uno de mis escritores preferidos, creedme, hablo en serio. Para mí John Steinbeck está en el Olimpo de la Literatura Universal, aunque esta necedad me la acabe de inventar".

Cito y avalo. En otras palabras, hago mía esta opinión. Sí, señor. Por esta razón, mi automóvil ostenta en la parte trasera esta confesión;

                                    I love Steinbeck 







Tuesday, June 9, 2015

Emilio escucha su primera ópera

 
La nieta que cambió su apellido paterno por el de Mozart, escribe:


Ayer, mientras hacía algunos quehaceres domésticos puse a Emilio en su pequeña mecedora mirando hacia la ventana. Me parece que le agrada que lo ponga así porque se queda largo rato viendo el movimiento de las persianas; le han de interesar los filtros de luz que las atraviesan. Por lo general, cuando lo pongo en esa posición escuchamos el canal 600 de la televisión llamado "Classics"; ayer escuchamos el 601 que se llama "Opera". 

No pude reconocer qué estábamos escuchando pero la bella voz de la soprano inundó el departamento. Sabía que Emilio no soportaría demasiado tiempo estar en esa posición, así que mientras él se mecía yo procuraba hacer todo lo más rápido posible. 

Cuando estaba por terminar, Emilio empezó a llorar y como no lo atendí inmediatamente su llanto desesperado, y por lo tanto más agudo de lo normal, se mezcló con las agudísimas notas sostenidas de la soprano. Ya te imaginarás el dúo que formaron y, principalmente, los armónicos que generaron. En ese momento el departamento no solo quedó inundado por sus voces, sino que ese canto eufórico estuvo a punto de desbordarse por la ventana. Emilio dejó de llorar en cuanto lo cargué y la dulce voz de la soprano volvió a reinar en el departamento envolviéndonos dulcemente.
                                                

                                   



Monday, June 8, 2015

Amarres perros, de Jorge G. Castañeda

La lectura del libro Amarres perros.Una autobiografía (Alfaguara, 2014), de Jorge Castañeda Gutman (1953), equivale, por su tamaño descomunal, a participar en la carrera de maratón: la edición impresa consta de 672 páginas; la versión electrónica cuenta con 13,460 posiciones (porciones de texto). Así lo advierte Amazon: “Debido al gran tamaño del archivo, es posible que este libro tarde más en descargarse”.

Inicié este maratón hace varias semanas, en la costa central californiana; lo continué en forma intermitente durante el vuelo de 3,040 km de San Francisco a Ciudad de México y acabo de cruzar la meta en esta capital.

En los años 80 del siglo pasado, emprendí otra maratónica lectura autobiográfica que por su mediocridad me había dejado vacunado contra este género cuando es escrito por políticos: Mis tiempos, de José López Portillo. Por esa razón, a punto estuve de abstenerme de comprar Amarres perros, pero me felicito por haber desoído mi voz interior: hallé una obra tan fascinante que en más de una ocasión me significó un sacrificio interrumpir su lectura.

Desde los primeros párrafos de libro, el autor, que fue titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores del 1 de diciembre del 2000 al 10 de enero del 2003, queda retratado como un personaje polémico en extremo. Así lo dice Marina, su hermana, en el prólogo:

“Jorge siempre impacta, para bien o para mal, por su forma de ser, de pensar y expresarse. A veces lo queremos, a veces no lo soportamos, pero nunca deja de intrigarnos”.

El mismo epígrafe con que Castañeda abre su autobiografía (cuyo autor es el rabino Yehuda Brandwein) resulta premonitorio:

“Cuando un hombre sin enemigos parte de este mundo hacia el siguiente, el Creador sabe inmediatamente que esa persona ha desperdiciado su vida”.

A lo largo del libro que relata más de seis decenios de la vida de México, el mismo Castañeda se encarga de dar voz a sus numerosos detractores, empezando por la desaparecida Dirección Federal de Seguridad de México.

Los improperios en contra suya, vertidos por el gobierno cubano tras el episodio conocido como el “Comes y te vas”, protagonizado por Vicente Fox y Fidel Castro durante la Conferencia Mundial de la ONU (Monterrey, 2002), son de tal virulencia que llevan a la sonrisa. Un par de muestras:

“La extrañísima política de México en relación con el incidente tiene un diabólico y cínico arquitecto: se llama Jorge Castañeda Gutman”.

“No pedimos otra cosa que el cese de las provocaciones, insultos, mentiras y macabros planes del señor Castañeda contra Cuba”.

No sería necesario mencionar la constelación de personajes citados en Amarres perros, sino saber en todo caso quiénes no lo están en este libro.

Una de las características del estilo de Castañeda es una sinceridad que, en ocasiones, parece inverecundia, como se decía antaño. De una de sus tempranas “conquistas” femeninas, recuerda:

“Al ser más francesa que otra cosa, y cinco años mayor que yo, me introdujo a un mundo femenino desconocido: el del maquillaje, los tacones, las uñas largas y las faldas cortas, la elegancia y la sexualidad sin tabúes ni inhibiciones. Me enseño a recibir, a pedir, y hasta donde eso se aprende y aprendí, a coger”.

El lenguaje claro, preciso y aun elegante de Castañeda, adquiere en ocasiones giros populares que contrastan con   la profundidad del tema tratado. Sobre el proceso electoral que llevó a Salinas a la presidencia y el desistimiento de Cuauhtémoc Cárdenas de imputar el resultado fraudulento, así como la “desidia y ambivalencia” del PAN al no zanjar nunca la disyuntiva, escribe:

“Un cuarto de siglo después de los acontecimientos no tengo la más puta idea de qué sucedió”.

Amarres perros es una obra valiosa que nos ayuda en el empeño de comprender mejor algunos claroscuros de la historia del México contemporáneo.

José Alfredo Páramo

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Sunday, June 7, 2015

Diazmuñoz dirige en la Ópera de Sidney la obra maestra de Bernstein

"El aleteo de las alas de una mariposa puede sentirse al otro lado del mundo" (proverbio chino) 


Eduardo Diazmuñoz se refirió a la interpretación de MASS, de Leonard Bernstein en la Ópera de Sidney, el 6 de mayo del 2015, como un conciertazo.

Este término del lenguaje coloquial sintetiza lo que fue un hecho histórico no solo para la música en Australia, sino también, por el llamado "efecto mariposa" (no en el aspecto caótico, sino en el benéfico), en una gran honra para la música en México, dado que fue un mexicano que estuvo al frente de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio de Música de Sidney, institución que ha llegado a redoble de timbal a sus primero cien años de vida.

Este acontecimiento fue la culminación de la proposición de Diazmuñoz de recurrir para tan singular celebración a una de las obras más importantes del siglo XX que, como atractivo adicional, requiere la participación de cuatrocientos ejecutantes, lo que permitió que no solo tocaran los estudiantes "clásicos",  sino también los de otras disciplinas.

El texto de Diazmuñoz habla elocuentemente de esta obra y de su presentación, por lo que aquí lo incluyo en una traducción mía del inglés al español, pero en la posdata incluyo la versión original:

"A lo largo de los siglos, los compositores han luchado por crear una portentosa obra de arte, una "obra maestra" que plasme sus pensamientos musicales y exprese sus emociones; una obra que pueda ser considerada por la posteridad como su Obra Maestra, con mayúsculas. Beethoven lo logró con su Novena sinfonía y su Missa Solemnis. Mahler lo hizo impecablemente con su Sinfonía de los mil, la número 8, y Berlioz realizó ese sueño con sus Dos episodios en la vida de un artista: Lelio ou le retour à la vie y la Symphonie Fantastique. MASS, de Leonard Bernstein, también se encuentra en este caso. A cuatro décadas de su concepción, MASS está obteniendo finalmente notoriedad en las grandes salas de concierto y  casas de ópera del mundo, independientemente de las inclinaciones religiosas, artísticas, filosóficas o éticas de los auditorios. Todo gran arte resiste el paso del tiempo.

"Bernstein logró materializar con MASS una idea que había revoloteado en su mente durante varios años. Por medio del rito sacramental de una de las religiones más extendidas del mundo, buscó el puente que uniera los eclécticos estilos musicales con los que había trabajado a lo largo de su carrera: de la sala de conciertos a Broadway. Empleó todos los recursos a su disposición, incluyendo el innovador "surround sound" cuadrafónico, una multitud de instrumentos, cantantes, actores y bailarines.

"Toda esta obra de arte fundamental del siglo XX se presta perfectamente para nuestra celebración del centenario del Conservatorio de Música de Sidney, en este año 2015. En el nombre del Conservatorilo, tengo el gran placer de dar a ustedes la bienvenida a MASS, de Bernstein. Esta obra combina el esfuerzo y los talentos de nuestros estudiantes en materia de voces, orquesta, jazz, música coral, producción y diseño sonoro. Nos permite también colaborar con el talento de los miembros del Coro de Niños de Sidney y de Barry Ryan, nuestro astro, quien canta la parte del Celebrante.

"Después de recibir de Jacqueline Kennedy Onassis, a fines de los sesentas, el encargo de honrar la memoria de su esposo asesinado, Leonard Bernstein consagró todo su prodigioso talento musical y sus proezas  intelectuales a la tarea de crear una monumental  obra conmemorativa para su amado y muy admirado amigo. Debido a que John Fitzgerald Kennedy fue el primer presidente católico romano de Estados Unidos, Bernstein escogió la liturgia católica romana, a la que agregó textos en inglés escritos por Stephen Schwartz y él, con el propósito de expresar las crisis de su tiempo. "La principal crisis de nuestro tiempo --dijo-- es la crisis de fe".

"Bernstein pudo haber sentido que estaba perdiendo su propia fe después de soportar las infames listas negras de los cincuenta y los turbulentos años sesenta, dominados por la guerra de Vietnam. Todos sus pensamientos y sentimientos convergieron en MASS, la creación maestra de un artista maduro, poderoso, en el cenit de su talento (tenía casi 53 años de edad), cuando se encontraba en medio de una carrera excepcionalmente exitosa e infatigable de director de orquesta. Bernstein dijo en una ocasión: "El Celebrante es una extensión de mi pensamiento".

"Creo que MASS, lo mismo critica que respeta (sin blasfemar)  todos los credos, todas las razas, todas las religiones y toda la humanidad. Yo los exhorto a ustedes a que absorban el contenido filosófico, existencialista con mente y corazón abiertos mientras la música se mueve desde los momentos de introversión, meditación y reflexión hasta aquellos que resultan ligeros, magníficos, rebeldes y aun escandalosos. Este es el homenaje personal de Bernstein a nuestras creencias, nuestras tribulaciones y preocupaciones; nuestras esperanzas y sueños, nuestras dudas, nuestras vidas. Bernstein escoge sabiamente un paralelo simbólico entre un hombre íntegro y un niño que emprenden el camino que conduce al fortalecimiento de la fe. Después de 115 minutos de debate, negación y reflexión, estaremos listos para dejar la sala de conciertos, nuestra catedral momentánea, recordando que Dios ama todas las cosas sencillas y que, sobre todo, debemos ir en paz".



Texto original:

"Throughout the centuries have strived to create a magnificent work of art, a “master work” to embody their musical thoughts and express their emotions, a work that they could regard as their Masterpiece for posterity. Beethoven succeeded with his Ninth Symphony and Missa Solemnis. Mahler did it flawlessly with his Symphony of a Thousand (No. 8) and Berlioz achieved that dream with his Two Episodes in the Life of an Artist: Lélio, ou le retour à la vie and Symphonie Fantastique. Leonard Bernstein’s MASS also fits this description. Still controversial four decades after its conception, MASS is finally winning prominence in the world’s major concert halls and opera houses regardless of the religious, artistic, philosophical, and/or ethical inclinations of its audiences. All Art endures time’s pace.
 
"Bernstein achieved with MASS an idea that had been percolating in his mind for several years. Through the sacramental rite of one of the world’s widespread religions, he sought to bridge the eclectic musical styles he had worked in throughout his career — from concert hall to Broadway. He used all the resources at his disposal, including the then innovative quadraphonic “surround sound,” a multitude of instruments, singers, actors, and dancers.
 
"The totality of this seminal 20th-century work of art lends itself perfectly to our celebration of the Sydney Conservatorium of Music’s Centenary in 2015. On behalf of the Conservatorium, I take great pleasure in welcoming you to Bernstein’s MASS. It combines the efforts and talents of our students in voice, orchestra, jazz, choral music, production, and sound design. It allows us to collaborate with the talented members of the Sydney Children’s Choir and our star Barry Ryan, singing the part of the Celebrant.
 
"Upon receiving a commission in the late sixties from Jacqueline Kennedy Onassis to honour the memory of her assassinated husband, Leonard Bernstein dedicated all of his prodigious musical talent and intellectual prowess to the task of creating a monumental commemorative work for his beloved and much admired friend. Because John Fitzgerald Kennedy was the first Roman Catholic American president, Bernstein chose the Roman Catholic Liturgy — augmented with English texts he and Stephen Schwartz wrote — to express the crises of his time. “The principal crisis of our century,” he said, “is the crisis of faith.”
 
"Bernstein may have felt that he was losing his own faith after enduring the infamous black lists of the fifties and the turbulent years of the sixties dominated by the Vietnam War. All his thoughts and feelings converged in Mass, the master creation of a mature, solid artist at the height of his talents (he was almost 53 years old) and in the midst of a tremendously successful and busy conducting career. Bernstein once said: “The Celebrant is an extension of my thought.”
 
"I believe that MASS both strongly criticises and respects — not blasphemes — all creeds, all races, all religions, and all mankind. I encourage you to absorb its philosophical, existentialist content with open hearts and minds as the music moves from introverted, reflexive, and meditative moments to those that are light, magnificent, rebellious, even outrageous. This is Bernstein’s personal homage to our beliefs, our tribulations and concerns, our hopes and dreams, our doubts, our lives. He wisely chose a symbolic pairing of a self-righteous man and a child for a journey that ends with a reassurance of faith. After 115 minutes of debate, denial, and reflection, we’ll be ready to leave the concert hall — our momentary cathedral — remembering that God loves all simple things and that, above everything, we must go in peace."

Friday, June 5, 2015

Diazmuñoz antes de su viaje transcontinental

Este día 6 de junio del 2015, Eduardo Diazmuñoz repite el concierto ofrecido ayer al frente de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio de Música de Sidney, previo al viaje transcontinental que lo llevará a México durante poco más dos semanas.

En este lapso, realizará intensa labor pedagógica y se presentará con la Orquesta Filarmónica la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM), de la que fue director asociado en un tiempo que ya nos parece muy remoto y recordamos con nostalgia.

El programa del par de conciertos en el Verbrugghen Hall del Sydney Conservatorium está formado por las obras siguietes: 

Bacchanale, de la ópera Samson et Dalila, de Camille Saint-Saëns

Concierto en mi menor, para violonchelo y orquesta, de Edward Elgar

Sinfonía número 6, Pastorale, de Ludwig van Beethoven 

Hace exactamente un mes de la realización del magno concierto con el que se festejó el centenario del Conservatorio de Sidney. La presentación de la "Misa", de Leonard Bernstein, cuyo título formal es  MASS: A Theatre Piece for Singers, Players, and Dancers, una de las obras más importantes, complejas y aun desconcertantes de la música del siglo XX, no solo marca un hito en la trayectoria de Eduardo Diazmuñoz, sino que también ingresará en los anales del Conservatorio, en particular, y de la música en Australia, en general.

A la "Misa" de Bernstein y a los comentarios de Eduardo Diazmuñoz sobre ella y el concierto, dedicaré la siguiente entrada de este blog.



  

Thursday, June 4, 2015

Eduardo Diazmuñoz: de Oceanía al Continente Americano

Dos continentes, dos hemisferios, de 15 a 17 horas según la época del año separan a Sidney de la Ciudad de México.

Desde esa urbe tan lejana, situada casi en el antípoda,  Eduardo Diazmuñoz viaja con frecuencia para proseguir sus andanzas musicales en otros continentes, entre los que se encuentra el americano, ya sea en Estados Unidos, donde destaca su colaboración con la Ópera de Cincinnati, y en México, donde dirigió recientemente a la Orquesta Filarmónica de Boca del Río en un programa formado por la Obertura Fantasía Romeo y Julieta, así como la Quinta sinfonía de Chaikovski y Redes de Silvestre Revueltas.

Con este concierto, Diazmuñoz festejó cuarenta años de continua labor en el podio.

Sobre su próxima estancia en la capital mexicana, dejo al maestro la palabra:

"Estaré en México por un poco más de dos semanas por dos motivos: el estreno de mi última obra sinfónica, la Suite Los Inesperados Caminos del Espíritu (2012) con  OFUNAM, que basé y amplié significativamente, en la música del film Espíritu de triunfo (2010), y por mi ‘residencia’ de tres días a la semana siguiente en el Conservatorio Nacional, que ‘cuajó’ cuando estaba de regreso por Oceanía, para impartir unos Talleres/Clases Maestras de Orquesta y de Dirección Orquestal".

Adicionalmente, Eduardo Diazmuñoz escribió:

"Anticipo que no podrás viajar a México, quizá puedas  sintonizar el concierto dominical del 14 de junio --por cable creo que es por Canal 22 a través de TV UNAM o viceversa-- y a la semana siguiente, el programa de radio “La Hora del Conservatorio” que imagino es transmitido por IMER aunque ignoro si llegue a USA, y que aunque no transmitirán los talleres, si está contemplada una conversación radiofónica abierta al público para el miércoles 17 de junio a las 14:00 o 15:00 hrs."


Mucho hay que comentar sobre este músico que, entre otros muchos logros, fue elegido dentro de 69 postulantes para hacerse cargo, desde 2014, de la Orquesta Sinfónica del Sydney Conservatorium of Music, uno de los más antiguos y prestigiosos de Australia.

Por tanto, recurriré a las palabras con las que concluían las radionovelas mexicanas de mediados del siglo pasado: "No se pierdan ustedes del siguiente capítulo de esta apasionante serie".


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Mirreynato: La otra desigualdad

Bastaría leer los títulos del libro Mirreynato: La otra desigualdad de Ricardo Raphael y observar la frecuencia con la que aparecen a lo largo de sus 222 páginas estas palabras, para intuir su descarnado contenido:

Mirreyes, Ostentación, Impunidad, Corrupción, Discriminación, Desigualdad, Mala educación, Pobreza, Marginación, Hambre.

También se habla de jets privados, Ferraris, yates, suites y mansiones espectaculares, así como de bebidas de extremos refinamiento y costo; colegios y universidades particulares para seres privilegiados en los que reciben trato preferencial; viajes, gimnasios, choferes, guaruras, contactos gubernamentales, influencias… y un kilométrico etcétera. Todo esto forma la parafernalia de los mirreyes.

¿Quiénes son los mirreyes? He aquí la palabras del autor:

“Son los herederos, los muchachos que se sacaron la lotería y han logrado un liderazgo social sin justificación; personas que no tuvieron que hacer mayor esfuerzo y, sin embargo, son tratadas por la sociedad como hijos consentidos”.

Páginas después, afirma:

“En uno y otro momento, todos los mexicanos tenemos algo de mirreyes. Por eso es que toleramos vivir en el Mirreynato sin rebelarnos; algo nos conviene de este régimen que nos inhibe de denunciarlo y combatirlo”.

Quizá haya algún lector que llegue a confesar en lo más íntimo de su conciencia que no sólo admira a estos personajes a quienes considera triunfadores, sino que también siente envidia por sus usos, costumbres, excentricidades, pompas, vanidades, refinamientos y despilfarros.

Entre los personajes que desfilan con nombre y apellido por las páginas del libro, se encuentra Carlos Hank González (1927-2001), conocido como líder del Grupo Atlacomulco, “quien ha significado durante casi sesenta años un modelo a seguir para muchos mexicanos de la élite política (…) La suya era la fama de un hombre muy exitoso, Rey Midas de los negocios y también de la política, de tez blanca, alto y seductor y poseedor de maneras imbatibles (…) el titán de las industrias del acero y los camiones”.

Tras un análisis de la asombrosa y poco ortodoxa historia de la fortuna de Hank González, Ricardo Rapahel formula estas preguntas:

“¿Rechaza Peña Nieto la tradición alemanista o se asume como su legítimo heredero? ¿Es capaz de juzgar como corrupto a Hank González, a pesar de la admiración que sigue provocando entre sus compañeros de grupo? ¿Tiene la intención de reformar la estructura de impunidad que permite a los privilegiados apoderarse de los bienes públicos para incorporarlos a su patrimonio personal?”

Dos reacciones puede provocar la lectura de las estadísticas de este libro: ira y profunda tristeza por la lacerante desigualdad entre cuyos ejemplos se encuentra este: hay tres mil familias que obtienen un ingreso diario de 84 mil pesos y más de tres millones y medio de familias que solamente alcanzan un ingreso cotidiano de 21 pesos.

Una tercera reacción es “la lucha y transformación que todos nos debemos”.

Por este motivo, Raphael concluye con la exhortación siguiente:

“Quizá un día, del otro lado del río que estamos atravesando, no habrá más Mirreynato. Ya que eso podría tomarnos cien años, lo mejor es echarse a nadar cuanto antes”.

(Editorial Plantea Mexicana, S.A. De C.V. Bajo el sello editorial Temas de Hoy, Ciudad de México, 2014)

(Tomado de una entrada de mi autoría en el blog El Viaje en Libro)

Wednesday, June 3, 2015

Biblioteca Musical Mínima


Estos son los libros de la Colección Musical Míniima editados hasta la fecha por Luzam, empresa establecida en Cuernavaca, Morelos (México):

. Panorama del jazz en México durante el siglo XX, de Roberto Aymes

. Conversaciones con Manuel López Ramos. Una vida dedicada a la guitarra clásica. 35 entrevistadores

. Allegro Molto. 60 años de anécdotas. José Alfredo Páramo

Sociología de la música y educación musical. Susana Dultziin

. Recorridos por el blanco y negro de la música. Marta García Renart

La música con faldas. Compositoras a través de los siglos.Fernando Díez de Urdanivia

. La música también es un cuento. Narrativa breve de la literatura universal

. Palabras en una sola nota sostenida. Antología de poesía y música. Ester Hernández Palacios y Héctor Miguel Sánchez Rodríguez

. El aprendizaje de la música. Pedro Lizárraga Cuevas

. Mil y tantos personajes dela música. Fernando Díez de Urdanivia

. Luis Herrera de la Fuente. Su entorno. Su vida. Su legado, Fernando Díez de Urdanivi



Fotografía: Cony Domínguez 

Monday, June 1, 2015

Pedro Gringoire. In memóriam

               
 
Siempre que paso por la avenida Lincoln, de Salinas, frente al templo de la First United Methodist Church, recuerdo con cariño al doctor Gonzalo Báez-Camargo (1899-1983), mejor conocido por su seudónimo de Pedro Gringoire, uno de los amigos que más he estimado en mi vida.
 
Este mes lo he tenido particularmente presente porque me he deleitado, una y otra vez, con su Oda clásica a la primavera, que ahora quiero comentar, para lo cual tomaré algunos fragmentos.
 
El poema está dividido en cinco cantos:
 
I. Salutación
II. La vuelta de Perséfona
III. Intermezzo
IIII. Pájaros y flores
V. Plegaria lírica
VI. Doxología
 
Desde la primera estrofa se anuncia el regocijo que caracterizará el poema:
 
​¡Salve, divina reina,
​florida emperatriz de los jardines,
​resurrectora de los muertos gérmenes
​y madre del amor y de la vida!
 
El presentimiento de la primavera inicia La vuelta de Perséfona, la hija de Zeus y Deméter:
 
​Marzo, como un heraldo,
​precede tu cortejo, y el anuncio
​de tu ansiado y espléndido retorno,
​por los troncos dormidos
​fluye el torrente de fecunda savia.
​Los retoños espían si ya vienes,
​asomando las tiernas cabecitas,
​y los capullos de su verde cárcel
​se inquietan, anhelando
​ir a bañar las tersas desnudeces
​en oleadas de sol y de perfumes.
 
​En los frondajes húmedos, los nidos
​que invierno heló con su letal caricia
​se llena de flojeles temblorosos
​y nacientes canciones…
 
​Todo despierta, reina, cuando anuncia
​tu heraldo Marzo tu gentil retorno.
​Sus mejores enlaces teje el cielo,
​el sol aviva sus lucientes llamas
​y un impetuoso palpitar de vida
​conmueve el seno de la Madre Tierra.
 
Al mes de Abril, el poeta llama “tu enamorado caballero, príncipe azul de los floridos bucles” y casi al final del segundo canto, repite en voz alta el leitmotiv de salutación primaveral:
 
​¡Despierta, vida, del hiemal letargo!
​¡Aplaudid, frondescencias! ¡Trinad, aves!
​¡Cantad oh fuentes, y reíd, arroyos!
​¡Flores, abrid los cálices de seda!
​¡Cante el sol su monóstrofe de fuego,
​y el cielo azul estrofa!
​¡Amor, perfumes, cantos, alegría,
​que Perséfona torna sonriente,
​y con su gracia juvenil alumbra
​los cielos y la tierra!
 
Como lo hacen los compositores de sinfonías, el Intermezzo marca un tempo diferente, aquí quizá de reposo:
 
​En la serena gloria del paisaje
​se tiende como un manto tu sonrisa
​de amor ¡oh Primavera, reina y maga!
 
Si continuáramos el símil sinfónico, el Canto IV, Pájaros y flores, equivaldría al scherzo.  Así lo dice, juguetonamente, la tercera estrofa:
 
​¡Los pájaros!  ¡Risas con alas!  Falta
​este suave versículo en el Génesis:
​Dios, cuando creó los pájaros, reía!
 
Y, versos adelante, insiste:
 
​El mundo era un jardín, vio que era bueno
​Y cuando creó los pájaros reía.
​Reía, y para crearlos
​les dio a sus risas emplumadas alas
​y las echó a volar… Y hoy, aunque el dolo
​de nuestro duro corazón malvado
​lacera y entristece
​el amoroso corazón del Padre,
​¡cuando cantan los pájaros Dios ríe!
 
A continuación canta la apología de las flores y a manera de proemio se pregunta:
 
​¿Qué fuera sin las flores
​este globo de barro en que se alberga
​nuestra añoranza de la Patria altísima
​de do venimos y a do vamos?
 
Las flores adquieren calidad sonora en esta estrofa:
 
​¡Cada jardín florido es una orquesta
​de gracia, de color y de perfumes!
​Las flores, como hermanas de los pájaros,
​entre las ramas nacen y ase mueren…
​¡Son silenciosos pájaros que cantan!
 
Una nueva salutación inicia el quinto canto:
 
​¡Salve, divina reina Primavera…!
 
En el sexto canto, la Doxología, fórmula de alabanza, Abril ya no es, como al principio de la Oda, el “enamorado caballero”, sino el esposo de la Primavera, pero sigue siendo “el príncipe azul de los floridos bucles”.
 
Mayo, el pasional, es el “ardiente paje” de la Primavera y Junio, su poeta.
 
Quiero concluir con los versos postreros de la Plegaria lírica para referirlos al maestro, periodista, poeta, historiador, académico de la Lengua, traductor bíblico, genuino hombre universal de espíritu ecuménico que hizo honor a uno de sus seudónimos: Benigno Leal y Franco; el cristiano ejemplar que partió a su añorada Patria altísima el 31 de agosto de 1983:
 
​Tu dulce imperio pasará. Ya pronto
​de Otoño impío las plomizas brumas
​y los algentes hálitos
​extinguirán sus últimas canciones.
​Uno a uno los pétalos postreros
​Mustios caerán como esperanzas muertas.
​Mas danos que tus galas
​en nuestro corazón jamás se agoten.
​Del alma abrimos el dorado pórtico:
​entra, reina gentil, y que perdure
​tu encanto en ella, y siempre se conserve
​primaveral y joven nuestro espíritu,
​en tanto llega el día cuando al cabo,
​dejando ya que el polvo vuelva al polvo,
​tienda ligero las potentes alas
​y se remonte a Dios, en libre vuelo,
​a gozar de la Eterna Primavera.
 
 
 
 
 

Adiós a los padres



Lo más fácil sería decir que considero Adiós a los padres, de Héctor Aguilar Camín, una obra maestra de la literatura mexicana contemporánea, destinada a convertirse en un clásico de la lengua española, pero optaré por tratar de explicar por qué me parece así.

Además del profundo análisis psicológico de su familia, escrito siempre en presente y con un acento conmovedor que oscila entre el cariño, la empatía y el dolor por la conducta y el abandono del padre ausente, en las páginas de su libro, Aguilar Camín relata acontecimientos de la política mexicana y guatemalteca.

Por ellas transcurren, entre otras, las figuras fantasmagóricas de Margarito Ramírez, “ruidoso jacobino, colgador de cristeros” y posteriormente gobernador del territorio de Quintana Roo, así como las figuras de los presidentes Ubico, Árbenz y Castillo Armas, de Guatemala.

El análisis psicológico sobre Héctor, el padre del autor de quien heredó el nombre pero no la idiosincrasia, alcanza profundidades reveladoras como esta:

“Quiere agradar, no rozarse de más con el mundo. Adquiere tempranamente la costosa costumbre de quedar bien, de no dar pleitos, de ser querido por todos”.

El despojo de sus derechos y propiedades, y en cierta forma la falta de aprecio que Héctor sufre por parte de Don Lupe, el abuelo de Aguilar Camín, son factores que precipitan el declive de este hombre “que no quiere fricciones con los otros y está dispuesto a entregarse porque no está dispuesto a pelear”.

Entre los pasajes más codiciables de Adiós a los padres, novela de no ficción escrita con la soltura de quien relata anécdotas, se encuentra la crónica de la tragedia provocada por el ciclón Janet, en 1955, “el más potente que haya tocado tierra en la historia registrada de la zona”.

Concluye el relato con la cita de este testimonio periodístico sobre la devastación sufrida por el viejo Payo Obispo, que en sus albores fue “un pueblo de ocho calles de largo por siete de ancho”:

“Chetumal es un cementerio”.

Las descripciones de los barrios de la Ciudad de México que sirvieron de refugio al padre de Aguilar Camín durante muchos años son tan certeras como descarnadas. Aquí está una muestra preliminar:

“Calles sucias y diligentes, llenas de puestos callejeros, fondas y taquearías, cines viejos, periódicos y expendios de periódicos”.

El deterioro urbano corre paralelo al del anciano de “falanges artríticas y uñas fungosas” con el que se encuentra después de 36 años.

Así describe esa extensa zona capitalina:

“Calles que rodean el Frontón México y el Monumento a la Revolución, calles de hoteles baratos y edificios sin pintar, borrachines sueltos, conseguidores nocturnos (…) la ciudad del antiguo Frontón México, de los tranvías desaparecidos y sus rieles tragados por el pavimento que doblan en cualquier esquina rumbo a ninguna parte; la ciudad que encarna para mí las calles grises de Edison y Emparan, Morelos y Bucareli, Ayuntamiento, Abraham González, calles de edificios bajos, alcantarillas malolientes, zaguanes oscuros, mansiones vueltas en vecindades y palacios travestidos en oficinas de gobierno (…) barrio de cantinas y fondas, antros de rumba, consultorios de médicos venéreos, dentistas arqueológicos, abogados naufragantes, hoteles y funerarias, expendios de periódicos, comercios con mostradores a la calle, coches que atestan las calles y embisten a peatones que atestan las aceras y caminan entre cáscaras, charcos, colillas, papeles, la eterna novedad de la basura en la ciudad antigua, inagotablemente activa, sucia, degradada”.

Tal vez lo más conmovedor del libro esté constituido por los pasajes relacionados con Emma, su madre, la mujer abandonada que no volvió a casarse, aquella muchacha que “cruzó de la isla prodigiosa a las costas calizas de Yucatán”, la linda cubana que solía cantar con frecuencia, “un rostro de ojos que sonríen con un fondo de tristeza, unos labios pequeños y hermosos que queren hablar, unos pómulos tenues y armónicos, una frente que sabe de las inclemencias metafísicas, una expresión general de haber sido puesta en un mundo difícil de entender contra el que hay que batirse sin admitir nunca la derrota”.

Se ha dicho que Adiós a los padres significó una catarsis para su autor. Cierto, pero también es una catarsis para el lector que cuando menos una vez en la vida se haya estremecido con la frase de Octavio Paz: “Familias, criaderos de alacranes”.

Tras la lectura de Adiós a los padres, quedo invitado a conocer la obra integral de Aguilar Camín.

Ficha bibliográfica. Aguilar Camín, Héctor. Adiós a los padres. Literatura Random House. Primera edición digital: octubre del 2014.

(Tomado de una entrada de mi autoría en el blog El Viaje en Libro)