Monday, June 1, 2015

Corazón y la nostalgia de la infancia

Mi primera lectura de Corazón, del italiano Edmondo de Amicis (1846-1908) se remonta al año 1943, cuando cursaba yo el tercer año de primaria. Volví a este libro tres años después, en el sexto grado.

Acierta François Mauriac al asegurar: “Dime lo que lees y te diréquién eres, es cierto, pero te conoceré mejor si me dices lo que relees”.

En esas palabras del Nobel francés encuentro la clave de mis relecturas de este libro ingenuo, sentencioso, moralizante, pletórico de ejemplos de honradez, heroísmo y nobles actitudes, al grado de dar la impresión de que aspira a una codiciable utopía; pero que, por otra parte, ha sido criticado por constituir una mezcla de romanticismo y realismo en la que el autor tiene el prurito de referir todo tipo de tragedias y desventuras.

Por ese anhelo de un mundo que a pesar de todo es, según Leibniz, el mejor de los mundos posibles, he repasado una y otra vez, en mis años crepusculares, algunas de sus páginas. Quizá me haya impulsado también el afán de recuperar de alguna forma el paraíso perdido de la infancia, aunque estoy consciente de que, como dice Juan Villoro, “muchas veces concebimos la niñez como una arcadia donde todo es placentero. Gracias a la nostalgia, aquellos años que acaso fueron terribles se convierten en un campo que reverdece a medida que nos alejamos de él. Las virtudes que solemos atribuir a la niñez tienen menos que ver con lo que fue realidad que con las ganas de huir del presente”.

Entre mis más preciados recuerdos infantiles, se encuentra uno que está relacionado con Corazón: Diario de un niño. Se trata de la dulce voz de mi madre que aún vibra en mi alma en la lectura del relato “De los Apeninos a los Andes”, el más conmovedor y extenso de los “cuentos mensuales” relatados por el profesor e intercalados en el libro.

El protagonista de Cuore, su nombre original, es Enrico, un alumno de tercer grado de una escuela municipal de Italia que registra en un diario sus vivencias a lo largo del año escolar e incluye, además de los cuentos mencionados, algunas reflexiones de su padre.

Escrito en 1886, Cuore alcanzó inmensa popularidad en el siglo XIX y la primera parte de la centuria pasada, en la que viví mi infancia y parte de mi adolescencia.

También algunos adolescentes sensibles de la generación posterior a la mía llegaron a conmoverse con Corazón. En un tiempo en que escribía yo a deshoras de la noche diversos textos periodísticos con lo que complementaba mi ingreso, viví esta insólita experiencia: una mañana encontré en mi mesa de trabajo diversos textos perfectamente utilizables que no eran de mi autoría. Esta nota los acompañaba: “El Pequeño Escribiente Naucalpino”.

El autor era David, uno de mis hijos, que se había inspirado en una situación similar leída en el cuento “El pequeño escribiente florentino” , contenido en Corazón: Diario de un niño.

(Tomado de una entrada de mi autoria en el blog El Viaje en Libro)

No comments:

Post a Comment