Wednesday, June 17, 2015

Aniversario 133 de Stravinsky


                                                             "Puso en los oídos estupefactos músicas nuevas"

Este día, 17 de junio del 2015, se cumplen 133 años del macimiento de Igor Stravinsky (1882-1971), el músico ruso-francés-estadounidense considerado por muchos observadores cono el gran artista del siglo XX.

La pátina de una centuria no ha cubierto su obra y partituras como Petruchka, Las bodas, La consagración de la primavera y la Sinfonía de Salmos, por citar unas cuantas de ellas, son objeto de asombro.

En una etapa temprana de su carrera, Stravinsky decidió tomar el sendero que lo llevaría a parajes no hollados por compositor alguno y lo hizo con un empeño de apariencia  iconoclasta, tan solo guiado por la brújula de su creatividad y de su oído interno.

Así lo dijo el hombre nacido en Orianienbaum, cerca de San Petersburgo, en aquella época estelar de su vida:

"El silencio me podrá salvar de estar equivocado (y hacer tonterías), pero también me privaría de la posibilidad de estar en lo cierto". 

La posteridad le daría la razón: estuvo en lo cierto.

En este aniversario, conviene recordar la obra que en más de un aspecto dio un vuelco a la música contemporánea: Le Sacre du Printemps, su título original, en francés; Vesna Sviashchennaya en ruso; La consagración de la primavera en español; The Rite of Spring en inglés, una de las partituras más importantes de la historia de la música occidental.
 
¿Qué puede decirse en este tiempo de la opus magnum de Igor Stravinsky y de su estreno escandaloso en el Théâtre des Champs-Élysées de Paris?  Aunque parece que nada, es preciso que no pase inadvertido el aniversario del nacimiento de su autor sin una referencia a ella, ya que La consagración de la primavera ha constituido  una epifanía para los melófilos de varias generaciones del pasado y aun de nuestro siglo.

Para comprender el ambiente en que el mundo recibió La consagración de la primavera, resulta conveniente dar un breve repaso a lo qué sucedía en 1913.

En Europa, se incubaba la gran guerra que movilizaría a 70 millones de combatientes y costaría la vida a nueve millones de seres humanos. En México, los cascos de la caballería revolucionaria resonaban por gran parte del país; en la capital, se vivían los días de la llamada Decena Trágica que desembocaron en el asesinato del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez.
 
El mundo de la cultura occidental vio nacer Muerte en Venecia, de Thomas Mann; En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust; Del sentimiento trágico de la vida, de Miguel de Unamuno; La malquerida, de Jacinto Benavente, y El fogonero, de Franz Kafka, entre otras obras notables.
 
Los Ensayos sobre la construcción del átomo, de Niels Bohr;  Tótem y tabú, de Sigmund Freud, y la Filosofía fenomenológica, de Edmund Husserl también son del año 1913.
 
Entre los personajes de la música nacidos en 1913, se encuentra  René Leibowitz, el músico, director de orquesta y catedrático polaco nacionalizado francés que suele ser más recordado por haber tratado de demostrar que el finlandés Jean Sibelius fue el peor compositor del mundo, que por sus propias aportaciones a la música.
 
Como no se trata de convertir este texto en una recopilación de efemérides, se concluirá con el recuerdo de que también en abril del 1913 se estrenó el drama lírico La vida breve, de don Manuel de Falla. 
 
Entre las grabaciones codiciables de La consagración de la primavera, destaca la de Esa-Pekka Salonen al frente de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles en 2006. Adicionalmente, es recomendable consultar en la página web de este genial músico finlandés el video de su breve análisis de esta obra.

 En el centenario de Le Sacre de Printemps, Salonen la dirigió en Liubliana, Eslovenia, con la Philharmonia; la presentó en Londres con esa orquesta y en París lo hizo en el Théâtre des Champs-Élysées, el mismo escenario en que se materializó el prodigio.
 
Para concluir, conviene citar las palabras de Salonen: 

“Resulta casi incomprensible que esta obra centenaria sea una de las más jóvenes del repertorio universal”.

                  
                                        
              
                                         Stravinskiy visto por Picasso, su genial contemporáneo






 

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