Tuesday, May 30, 2017

Una nación de inmigrantes

 



Hoy, 29 de mayo del 2017, se cumplen cien años del nacimiento de John F. Kennedy, quien fue el trigésimo quinto presidente de Estados Unidos.


Para evocar a uno de lo políticos más luminosos de siglo XX, cito estas reflexiones suyas escritas en la última página de A Nation of Immigrants (Una nación de inmigrantes), libro de su autoría publicado póstumamente en 1964 con una introducción de su hermano, entonces Fiscal General, Robert F. Kennedy:


"Immigration policy should be generous; it should be fair, it should be flexible. With such a policy we can turn to the world, and our own past with clean hands and a clear conscience. Such a policy would be but a reaffirmation of old principles."


(La política de inmigración debe ser generosa; debe ser justa, debe ser flexible. Con una política así podemos dirigirnos al mundo y a nuestro propio pasado con las manos limpias y una conciencia clara. Esta política no seria más que la reafirmación de viejos principios.)


La convicción de Kennedy adquiere particular relevancia en estos tiempos turbulentos de intolerancia sintetizados así por los ministros de la Madison Avenue Baptist Church, de Nueva York:


"Rather than a wall, America needs to build a giant mirror to reflect on what we become."


(Más que un muro, Estados Unidos necesita construir un espejo gigantesco que refleje aquello en que nos hemos convertido.)





*** 

Sobre el libro Una nación de inmigrantes haré próximamente una reflexiona más amplia, porque considero que no hay estadounidense que debiera desconocerlo, como tampoo debiera dejar de leerlo cualquier persona consciente que viva em un país emisor de migrantes o receptor de ellos.





Saturday, May 27, 2017

Mónica, la vidente



Mónica, la vidente


“Perdone, señor, ¿es usted José Alfredo Páramo?”


—Así es. ¿Tengo el gusto de conocerlas?


“No... no nos conocemos; pero ahora el gusto es

nuestro. Usted escribe en El Economista, ¿verdad?” 


—Sí... ¿Cómo supieron quién soy?


“Mónica, mi hija, lee sus columnas en La Plaza y

desde hace mucho tiempo quería conocerlo. Cuando lo vio, pensó que usted debía de ser, porque da exactamente el perfil que ella había imaginado”, dijo la señora María Eugenia.


El insólito diálogo tuvo lugar en la Sala Nezahualcóyotl, durante el ensayo del Concierto candela para percusión y orquesta, de Gabriela Ortiz, por parte de la OFUNAM, dirigida por Ronald Zollman.


Así comenzó, bajo el patrocinio de Euterpe y la vocación de vidente, una sincera amistad.


—¿Acaso crees, Mónica, en la percepción extrasensorial?


“Por supuesto. ¿No hubo el día que nos conocimos algo de eso?


“Por citar otro ejemplo: un día escuché en la radio una obra cuyo nombre no dijeron en la presentación, ni al final de la transmisión. Tampoco mencionaron en ninguna de esas ocasiones el nombre del compositor.


“Cuando terminó, hablé por teléfono con Antero Chávez, mi amigo, el percusionista de la Filarmónica de la Ciudad de México, y le dije que había oído una música que me había gustado mucho, pero que nada, absolutamente nada sabía de ella, ni tampoco pude tararearle la melodía.


“Él escuchaba mis palabras emocionadas, cuando de pronto empezó a silbar, con la precisión que lo hace, un lindo tema. Le dije asombrada que eso era lo que acababa de escuchar en la radio. Me respondió que se trataba del “Otoño”, del ballet Las estaciones, de Glazunov.


“Corrí a comprar el disco y volví a disfrutar esa música encantadora, cuyo misterio había quedado revelado por una especie de telepatía”.


*** 

Esta crónica fue publicada en el libro Allegro molto. Sesenta años de anécdotas, de mi autoría. (Luzam, Cuernavaca, México, 2010).


Posdata: El hecho referido tuyo lugar el 27 de mayo de 1995, por lo que hoy recuerda el autor de este blog que ese día resultó ganador del premio mayor de una lotería espiritual: la fraternal amistad de María Eugenia, Mónica y toda la familia Alducin.



                                         Sala de Conciertos Nezahualcóyotl, Ciudad de México.


Monday, May 22, 2017

Más sobre el centenario de Pancho Liguori

Para Édgar Anaya, quien me escribe desde México:

"Ah, cómo disfrutaba la intervención de don Pancho Liguori en Sopa de letras, con Jorge Saldaña".



Acierta Fernando Díez de Urdanivia al definir a Pancho Liguori como "un personaje que llenó toda una época de la bohemia mexicana, pero ante todo fue abogado y excelente poeta. Dominador de todos los géneros, cultivó el epigrama que hoy se hace poco y no siempre bien".


Muchos de sus epigramas se hicieron famosos. Mi padre me refirió uno de ellos y las circunstancias en que don Francisco Liguori Jiménez lo escribió. Como estos epigramas corrieron de boca en boca, lo cito aquí sin avalar su precisión ni la autenticidad de la anécdota:


Llegó Pancho Liguori a la oficina de don Jesús Reyes Heroles y solicitó a la secretaria que le permitiera hablar con su paisano. No le dijo quién lo buscaba, pero le pidió que le entregara un papel, a la manera de tarjeta de presentación, en el que decía:


Oh Jesús Reyes Heróleos,

te digo a ritmo de bamba

que me des promto una chamba

pues me encantan los petróleos.


Sonriente, don Jesús dijo: "Se trata de mi amigo Pancho Liguori; dígale por favor que en seguida lo atiendo".


Me aseguran que con la palabra petróleos  aludía Liguori a una bebida espiritosa. ¿Será?


*** 


Sopa de letras fue uno de los programas culturales más importantes de la televisión mexicana. Dirigido por Jorge Saldaña, adema del epigramista Pancho Liguori participaban en él, entre otros personajes, Pedro Brull, Arrigo Coen Anitua, Carlos Laguna, Mario Méndez Acosta y Felipe San José. 


(Consigno los apellidos del famoso lingüista que fue hijo de la contralto Fanny Anitúa, como él decidió escribirlos).







Sunday, May 21, 2017

Centenario de Pancho Liguori (Orizaba, Veracruz, 1917 - Ciudad de México, 2003)

                                  



Fernando Díez de Urdanivia, periodista, escritor, catedrático, promotor cultural y editor mexicano, recuerda que hoy, 22 de mayo del 2017, se cumplen cien años del nacimiento de Francisco Liguori Jiménez, conocido popularmente como 

Pancho Liguori, con quien lo ligó una amistad de toda la vida.


En su libro Saldaña y Veracruz, Veracruz y Saldaña, Díez de Urdanivia afirma que Liguori fue poeta que domino el epigrama como pocos. "Como suele decirse --añade--, en sus gracejos mordaces no dejo títere con cabeza".


Abogado por la Universidad Nacional Autónoma de México y maestro de la Escuela Nacional Preparatoria, le rindieron homenaje al poner su nombre a una calle de Orizaba, su ciudad natal. 


Convertido en poema, así expresó Pancho Liguori su agradecimiento:


Madre Orizaba, ya que soy tu hijo 

según tú lo declaras, predilecto, 

quiero expresarte mi filial afecto,

corresponderte con mi amor prolijo.


Hijo pródigo fui, pero hoy corrijo 

el nivel de mi exceso y mi defecto, 

y me presento a ti, casi provecto, 

mas remozado para el regocijo. 


Húmeda madre tierra, alegre y brava 

tú me diste el humor y la ironía;

el parlar ambulante que alentaba 


a forjar la satírica poesía.

Si me alejé de ti, madre Orizaba, 

hoy me quedo en la calle, tuya y mía.




Reflexiona Díez de Urdanivia:


"Los muchachos actuales necesitan saber que en el México de 1950 existía una institución tradicional llamada cantina, donde se mostraba el machismo prohibiendo el acceso a las faldas y prodigando palabrotas, que fue uno de los ámbitos predilectos de Liguori, porque allí se cultivaban las más entrañables amistades".  


Concluye:


"Si alguna enseñanza deja este hombre excepcional a los jóvenes de hoy, es la del dominio del lenguaje y del trato social".


Como ejemplo del ingenio del genial orizabeño, Díez de Urdanivia, autor del libro Pancho Liguori, presencia de un poeta en el mundo del humor, cita esta joya en la que une gracejo y albur para referirse a la obra maestra de Mariano Azuela, el iniciador de la novela de la Revolución:


Ya se rumora en la escuela,

en son de chunga y relajo,

que al caro maestro Azuela

pesan mucho Los de Abajo.



                                    
                    




 






Friday, May 19, 2017

Scherzo mahleriano

                       


En una caricatura del tiempo de Mahler, el compositor descubre entre cencerros, martillos y triques diversos, una bocina de bicicleta. Queda perplejo y luego exclama:


--¡Ay, Dios mío, voy a tener que componer otra sinfonia!


Lástima que Mahler no haya conocido la sirena del faro de Point Pinos, en la península de Monterey, California, porque el grito alto y profundo de la sirena, que temblaba entre jirones de neblina y sobresaltaba y alejaba a las gaviotas como mazos de naipes arrojados al aire, y hacía crecer las olas y las cubría de espuma, le habría inspirado otra obra maestra.




Nota: las palabras en negritas han sido plagiadas por el autor de este blog a Ray Bradbury, en el cuento La sirena.


Thursday, May 18, 2017

Así recordé el centenario de Mahler

Com un afectuoso saludo para

la oboísta Carmen Thierry




El 18 de mayo del 2011 me fui a Spanish Bay, en la península de Monterey, California, y ya en ella me coloqué los audífonos porque estaba dispuesto a cambiar durante poco más de treinta minutos el canto de las olas del Pacífico por Der Abschiqed (La despedida), último movimiento de Das Lied von der Erde (La canción de la Tierra).


Antes de pulsar el botón de encendido de la grabadora, hice una breve reflexión sobre los últimos momentos en la vida de Gustav Mahler ocurridos hacía exactamente cien años. 


Gracias a los testimonios disponibles, sabemos que durante la agonía la fiebre sumió a Mahler en un estado que oscilaba entre la lucidez y la inconsciencia. Postrado en su lecho de muerte, pero con la mano derecha sobre la sábana, parecía dirigir una orquesta imaginaria y quienes estaban a su lado escucharon sus palabras susurrantes: "Mozart, pequeño Mozart".


Volví a sentir el dolor por el hecho de que Mahler nunca escuchó su obra maestra, puesto que el estreno se realizó seis meses y dos días después de su fallecimiento,  el 20 de noviembre de 1911, dirigido por Bruno Walter, quien había estado al lado suyo en los mementos previos al deceso.


A esta reflexión se añadió el recuerdo de que Mahler comenzó la composición de Das Lied von der Erde en 1907, año en que sufrió la muerte de Maria Anna, su hija mayor, y a él le detectaron una grave afección cardiaca. Evidentemente, el compositor intuía que se acercaba el ocaso de su vida, por lo que estamos convencidos de que La canción de la tierra constituye su propio réquiem.


Me concentré entonces en vivi intensamente este movimiento con el que el bienhadado compositor da el más sentido adiós a la existencia  terrenal; música  que resulta la más conmovedora compuesta por quien supo tocar el corazón de los seres humanos.


Tras dos golpes de gong, cuando en el tercer compás del movimiento interviene el canto encantador del oboe, sentí la brisa en el rostro. Este instrumento de entrañable timbre tiene a su cargo melodías que anidan para siempre en el alma.




Compases después, se renovaron mi asombro y mi goce al comprobar una vez más la comunión de la música de Mahler y los poemas de Mong-Kao-Jen y Wang-Wei.


La intensidad alcanzó el punto culminante en momentos como este, en el que Mahler demuestra su sensibilidad poética al intercalar palabras de su inspiración:


¿Adónde voy?

Voy a errar por las montañas. 

Busco la tranquilidad para mi corazón solitario. 

Me dirijo hacia la patria, hacia mi hogar.

Ya nunca más vagaré en la lejanía.

Mi corazón está tranquilo y espera su hora.

¡La querida tierra florece por todas partes en primavera 

y se llena de verdor nuevamente! 

¡Por todas partes y eternamente resplandece de azul la lejanía! Eternamente... eternamente...




*** 


Muchos meses después de mi experiencia musical y marinera, caí en la cuenta de que fue totalmente intencional que Mahler dispusiera que la palabra Ewig (eternamente), al final de la coda, se cantara siete veces.









Monday, May 15, 2017

Asombro por Juan Rulfo

 

      

      


                                  

                                      16 de mayo de 1917 - 7 de enero de 1986


                                                                      *** 


En el texto Asombrp por Juan Rulfo, Gabriel García Márquez afirma que Álvaro Mutis le llevó a su casa un pequeño libro y le dijo muerto de risa: ”Lea esa vaina, carajo, para que aprenda”; era Pedro Páramo.


Confiesa:


"Aquella noche no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura; nunca, desde la noche tremenda en que leí La metamorfosis de Kafka, en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá, casi diez años atrás, había sufrido una conmoción semejante. Al día siguiente leí El llano en llamas y el asombro permaneció intacto".



                                   



 


Sunday, May 14, 2017

Rulfo, LeBaron, Cervantes

Rumor de páramo




Ana Cervantes se sentó frente al teclado. Antes de colocar las manos sobre él, se cubrió con un rebozo negro que también ocultó sus brazos y las teclas.


Tras el primer acorde, disonante y fortísimo, la pianista dijo a media voz: “Por qué las palabras que había oído hasta entonces, hasta entonces lo supe, no tenían ningún sonido, no sonaban, se sentían pero sin sonido, como las que se oyen durante los sueños”.


Se quitó súbitamente el rebozo, cerró con estruendo la tapa del teclado. “Este pueblo está lleno de ecos”. Se incorporó e inclinó su rostro sobre las cuerdas del piano de cola: “¡Damiana... Damiana Cisneros... eros... eros!”


Eran los primeros compases de la obra Los murmullos, de la compositora estadounidense Ann LeBaron (1953), escrita por encargo de Ana Cervantes e incluida en el disco Rumor de páramo.


El público, reunido en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, de la Ciudad de Mxico, la noche en que se realizó la presentación del disco, se encontraba expectante.


“Este pueblo está lleno de pasos”. La intérprete percutió el suelo con los pies sin dejar de tocar el piano. “Lleno de crujidos...”, añadió mientras hacía sonar una sarta de capullos. “Y risas”: tres accesos crecientes atronaron el espacio, el último de ellos, la horripilante carcajada de un desequilibrado.


Los murmullos es la pieza más carismática de las 12 obras pianísticas encargadas a sendos autores: seis mexicanos, tres estadounidenses, dos españoles y un británico, incluidas en el disco producido en 2006. Es un homenaje internacional a Juan Rulfo.


Más que una pieza para piano y narrador, la de LeBaron es una ópera en miniatura de 11 minutos de duración, basada en textos de la novela Pedro Páramo.



Estos llevan al oyente por un fantasmagórico mundo de murmullos: “Estuve oyendo durante muchas noches el rumor de una fiesta. Luego dejé de oírla, y es que la alegría cansa”.


Asombra que la parte del piano, sumamente compleja y de un genuino carácter rulfiano, haya sido escrita por una extranjera, lo cual es demostración el carácter universal de Pedro Páramo.


Posteriormente, la pianista canta con plañidera voz de contralto: “Ruega a Dios por nosotros” y añade: “Entonces se me heló el alma”.


“Siente pequeños susurros, oye el percutir de su corazón en palpitaciones desiguales”. Percute con los dedos la madera del piano y lanza el alarido de un borracho: “¡Ay vida, no me mereces!” La obra se disuelve lentamente: “Todo estaba en silencio, sólo el caer de la polilla y el rumor del silencio, el eco de las sombras, el viento arrastrando hojas de árbol...”.


Finalmente, se escucha un susurro aislado: “...suspiraba”. Han de transcurrir incontables segundos para que el rumor del silencio sea roto por el aplauso del público.


*** 


Esta crónica, publicada originalmente en el suplemento cultural La Plaza, del periódico El Economista de la Ciudad de México, en 2006, se reprodujo en el libro Allegro molto. 60 años de anécdotas, de mi autoría. (Luzam, México, 2010). 



Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno (16 de mayo de 1917 -   7 de enero de 1986). 




Ann LeBaron (Baton Rouge, Louisiana, 1953).



Ana Cervantes (padre mexicano y madre estadounidense), es una  notable pianista  que está enamorada de la ciudad de Guanajuato.


(Para los discos Rumor de páramo (2006) y Solo rumores (2007), Ana Cervantes encargó a 23 compositores de cinco países y tres generaciones la composición de breves pieza para piano inspiradas en la obra de Juan Rulfo).