Saturday, December 31, 2016

La cita de hoy: Pau Casals

El amor a nuestra patria es algo espléndido. ¿Pero por qué debería acabarse ese amor al cruzar la frontera? 

Pau Casals (1876-1973)  


                                       

Friday, December 30, 2016

Mi sinfonía favorita

La pregunta de José N. Chávez González, a quien llamábamos Josene, surgió espontánea y sugestiva como cohete de feria:

“¿Cuál de las sinfonías de Beethoven le gusta más?”

Mientras el cohete tomaba altura, pensé: el hecho de que nos interesemos en nuestro tiempo por un músico nacido en 1770 es demostración de la vitalidad de su arte, por más que muchos críticos aseguren que fue un mal compositor y aun haya quien asegure, mitad en broma, mitad en serio, que “se quedó sordo para no escuchar las mamarrachadas que escribía”.

¿Por qué no me preguntaron, acaso, por obras de Stravinsky, Penderecki, Lutoslawski, Alban Berg, Bartók, Shostakovich, Varese, por citar unos cuantos?

Recordé entonces lo que afirma Max Steinizer, uno de los biógrafos de Beethoven: “Nosotros, los hombres de hoy, no hemos salido todavía de nuestro asombro ante la grandeza de las obras escritas por él”.

En ese momento, tuve la certeza de que las sinfonías de Beethoven y todas sus obras poseen la frescura del día en que se estrenaron y que, en muchos casos, son más apreciadas por nosotros que por la mayoría de los melófilos de los siglos XVIII y XIX.

Comprendí que Beethoven es un músico para nuestro tiempo, porque sus obras, nacidas del corazón, han conmovido el corazón de los hombres, como lo escribió en la partitura de su Misa solemne.

Evidentemente son portadoras de un mensaje para los hombres que, en estos años turbulentos, han sido testigos de horrores y tragedias, pero que no han perdido la esperanza.

Quedé convencido, además, de que el hombre de los años venideros volverá sus ojos, con creciente nostalgia, hacia la obra beethoveniana, contemplada como una de las cimas del arte universal.

La favorita de Pío XII

Divagué entonces sobre lo que otros personajes han dicho de las sinfonías del genio: el papa Pío XII, por ejemplo, manifestó en diversas ocasiones su predilección por la Primera, en la que el heredero de Mozart y Haydn aprendió a expresarse. Y hay que ver con qué refinamiento, vigor, regocijo y precoz maestría lo hizo.

Para Igor Stravinsky, al que muchos consideramos el artista del siglo XX, no había mejor obra en todo el catálogo beethoveniano que la Octava, la que más de un diletante despistado ha considerado como una sinfonía humorística, juguetona y trivial.

Hans von Bülow otorgaba la corona a la Tercera. Cuando el legendario director de orquesta habló de “las tres grandes B de la música”, no se refirió, como popularmente se cree, a las iniciales de los nombres de Bach, Beethoven y Brahms (para él los tres supremos), sino a los tres bemoles (b) de la Sinfonía Eroica (título escrito en italiano, como lo quiso el autor), porque esas tres b corresponden a la tonalidad de mi bemol mayor en que está escrita.

Un crescendo de Beethoven

Seguí recordando la estimación en que han tenido otros artistas a las sinfonías del genio de Bonn. Para Berlioz, el compositor que se definió a sí mismo como “un crescendo de Beethoven”, la consentida era la Segunda, obra en la que su admirado colega remonta el vuelo prodigioso.

Para Wagner, la sinfonía excelsa era la Séptima, a la que llamó “apoteosis de la danza”.

Muchos mexicanos de fines del siglo XIX que solamente pudieron conocer algunas de las sinfonías en transcripción para piano, sintieron especial devoción por la Sexta, conocida como Pastoral, según lo atestigua Antonio García Cubas en el Libro de mis recuerdos.

Quintaesencia, la cuarta

Cuántos amantes de la música me han dicho que la Cuarta es la quintaesencia del arte beethoveniano.

Esta sinfonía se alza de la cotidianidad y sus miserias para alcanzar la más espiritual de las alegrías. Sir Charles Grove, el afamado musicólogo, la consideraba “un poema de amor”. Para Ernesto de la Guardia, estudioso de la obra del maestro, es una sinfonía “risueña y optimista”.

Favorita del gran público, la Quinta posee las cuatro notas más célebres de toda la música sinfónica. Este motivo inicial (sol, sol, sol, mi bemol), al que el propio Beethoven se refirió con las palabras “así llama el destino a la puerta”, sirvió de contraseña a los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial.

Es la Quinta la más interpretada de las sinfonías: no hay orquesta que no la tenga en su repertorio. Qué significativo resulta que la Orquesta Sinfónica de Filadelfia la haya incluido en el programa con que debutó el 16 de noviembre de 1900.

Un segundo estallido

El cohete había subido al cielo y había estallado sin que yo me diera cuenta. Fue necesario un segundo estallido para que saliera de mi ensimismamiento:
“No me ha respondido. ¿Cuál de las sinfonías de Beethoven le gusta más?”

—Ah... sí... la Novena.

Tomado de libro Allegro molto. 60 años de anécdotas, de mi autoria. Luzam, México, 2010.




Thursday, December 29, 2016

Today's Quote: Emma Lazarus

Give me your tired, your poor,
Your huddled masses yearning to breathe free,
The wretched refuse of your teeming shore.
Send these, the homeless, tempest-tost to me,
I lift my lamp beside the golden door!



From The New Colossus, a sonnet written by Emma Lazarus (1849-1887); its lines appear inscribed on a bronze plaque in the pedestal of the Statue of Liberty.

                          

La cita de hoy: autor anónimo

Parecen mis penas
las olas del mar,
porque vienen unas
cuando otras se van.

(Seguidilla de autor anónimo)

Wednesday, December 28, 2016

La cita de hoy: Jorge Ramos Ávalos

Ante un mundo caótico y lleno de amenazas, se trata de sobrevivir sin muchas heridas. Jorge Ramos Ávalos.


Friday, December 16, 2016

Welcome to the Rain

Cuando llega a llover en el Valle de Salinas, bordeado por la Sierra de Santa Lucía y las montañas Gabilan, la letra de una canción compuesta por la cantautora Elisabeth Pixley-Fink, de Kalamazoo, Michigan, me conmueve profundamente.

Aqui la comparto, como un buen augurio:


Welcome to the Rain

At the end of October, the rain starts a-falling, 
And we start a-wondering just how to stay outside. 
Cuz we don't wanna hide, from the clouds and from the water. 
So we say hello to the rain. 

The rain carries our prayers to the river. 
And washes our sorrows away. 
The rain says remember, blue skies don't last forever, 
so say hello to today. 
Welcome to the rain. 

I was sitting on the front porch, washing the roots of dandelion. 
You know the roots in the falltime love the rain. 
And the rain comes singing, its footsteps touch the ground, 
Each one bringing the sweetest sound. 

Rain says, "Offer your prayers to the river. 
Don't hold on so hard to the pain. 
Don't you go thinking that you are a-sinking. 
Don't worry, it's just me, Rain. Don't worry, it's just me, Rain." 

At night as we lie sleeping, perennial roots lie a-dreaming 
Of the leaves that they'll push up towards the sun. 
And the rain is a drum, pounding out the dreambeat, 
and in our sleep we sing the water song. 

Will you carry our prayers to the river? 
And wash all our sorrows away? 
Will you help me remember that nothing lasts forever? Welcome to the rain. 
Goodnight Rain.  





Wednesday, December 14, 2016

Triunfa Sharp Nine en el National Steinbeck Center



Tovavía con los acordes y pasajes enteros que se quedan en la mente y danzan por  días, semanas o hasta por años (cito a Maricarmen Mozart), regresamos al National Steinbeck Center, de Salinas, California, el 11 de diciembre.

En efecto, el eco de la música de la banda de concierto dela Universidad de California en la Bahía de Monterey (CSUMB), que se presentó el 16 de septiembre en el Steinbeck Center, persistía en el recuerdo.

En esta nueva ocasión, el doctor Enrique Ríos-Ellis presentó a Sharp Nine, la nueva banda nacida en la cátedra de improvisación de jazz impartida en el Music and Performing Arts Department de la CSUMB.

El concierto se intituló Sin Fronteras: Celebrating the Cultures of the Americas (celebración de las culturas americanas) y nos llevó por el continente, de norte a sur.

El evento comenzó con una alusión al mambo, que aun cuando no se haya mencionado, fue un virtual homenaje no programado a Dámaso Pérez Prado, el músico que dio un giro portentoso al género que surgio del danzón, porque en este 11 de diciembre del 2016, se cumplió el centenario de su nacimiento en Matanzas, Cuba. Por supuesto que habría sido una excelente oportunidad para haber enriquecido con los melismas y la improvisación yacística alguno de los mambos inmortales del genio apodado Cara de foca.

Mi México lindo, querido y qué herido estuvo presente en diversos ocasiones. Una de las más notables fue cuando Miranda Aguilar, de sonora voz de mezzosoprano, y Dulce Ixtupé, a quien conocimos en el evento del 16 de septiembre, cantaron ¿Quién será?, del sinaloense Pablo Beltran Ruiz (1915-2008) 

                     
                                                  (Miranda Aguilar y Dulce Ixtupé)

También la nostalgia surgió con la canción Frenesí, de Alberto Domínguez Borrás, nacido en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en 1913, a quien conocí en Tuxtla Gutiérrez en 1951.

Dulce volvió a cantar, como lo hizo el 16 de septiembre, el bolero Solamente una vez, de Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino, nombre kilométrico recordado puntualmente por el doctor Ríos-Ellis:

Solamente una vez
amé en la vida
solamente una vez
y nada más.

Una vez nada más
en mi huerto
brilló la esperanza,
la esperanza que alumbra el camino
de mi soledad.

Una vez nada más
se entrega el alma
con la dulce y total
renunciación.


Y cuando ese milagro realiza
el prodigio de amarse
hay campanas de fiesta
que cantan en el corazón.

Entre otros países, la música del concierto llegó a Brasil y volvimos a escuchar a Dulce Ixtupé. ahora en portugués. A su bella voz, dominio de diversos instrumentos e idiomas, añade un encanto personal que hizo que el cronista le dijera (y ahora lo refrenda):"Cuando se organice un club de fans de Dulce, seré el primero en inscribirme"-

                
                                   (Avery Suazo) 

Un elogio de proporciones semejantes lo expresó el cronista al virtuoso de la trompeta Avery Suazo: "Saludo emocionado al nuevo Wynton Marsalis". Sonrió con conmovedora sencillez por la comparación con el músico de Nueva Orleans considerado como el gran trompetista de nuestro tiempo. "Tuve la suerte de escuchar a Marsalis en un concierto en Santa Cruz".

Coda:

Reciban el doctor Ríos-Ellis, todos y cada uno de los músicos de Sharp Nine y las autoridades del National Steinbeck Center una muy merecida felicitación. 




          (Fotografías de Josefina Cabrera-Moreno)



Monday, December 5, 2016

Sin Fronteras: Celebrating the Cultures of the Americas



Sweet Thursdays
at the National Steinbeck Center, Salinas, California

December 11 at 3 pmSin Fronteras: Celebrating the Cultures of the Americas Through Music with CSUMB’s Sharp Nine. 

Sharp Nine, named for a chord typically used in jazz harmony, is a new band that originated from a jazz improvisation class directed by Dr. Enrique Rios-Ellis in CSUMB’s Music and Performing Arts Department. It was formed to celebrate the synergy of our students’ musical talents and their cultural prowess and proudly reflects their rich ethnic backgrounds. The songs you will enjoy at Sunday afternoon’s concert celebrate the breadth of the Americas--from the United States to Mexico to Brazil.

This innvoative performance is part of the National Steinbeck Center’s Sweet Thursday series.

Friday, December 2, 2016

Recuerdos a vuelapluma de un nostálgico viajero


Hace poco más de diez años, Josefina y  yo  tuvimos el privilegio de haber formado parte del primer viaje organizado por Édgar Anaya. 

Ese viaje fue a Milpa Alta y habría de convertirse en el antecedente remoto de Mexicorrerías, viajes artesanales, que es ya una floreciente empresa turística de características insólitas, entre las que se encuentra la  capacidad de encontrar lo más atractivo de aquellos lugares desdeñados por el turismo tradicional que suele no ir más allá de las playas de moda, los edificios icónicos y los centros de diversión.

El lema de Mexicorrerías "Lo más interesante de lo menos conocido" recuerda las palabras  de Robert Frost, el poeta estadounidense nacido en San Francisco, California: 

“Dos senderos se abrían en el bosque y yo… yo tomé el menos transitado”. 

Aun cuando ya conocíamos el amor de Édgar por el país multiétnico, multicultural y multifacético que es México, fue en aquella ocasión cuando descubrimos la faceta viajera del hombre cuyo entusiasmo, cultura, amenidad y don de gentes hacen de él un guía carismático. Bien dicen que el hombre se mide por su capacidad de entusiasmo.

Además cuenta, como dicen ahora, con "un plus": hacer que los viajeros se sientan seguros porque no solo planea cuidadosamente los recorridos, sino que  está dispuesto a resolver personalmente las posibles situaciones inesperadas. 

*** 
         
 Evoco con nostalgia aquel primer viaje y recuerdo la belleza  del Popocatépetl que, desde Milpa Alta, veíamos casi al alcance de la mano, así como la del Valle de Chalco, a nuestros pies.

Pedí entonces a Édgar que me permitiera leer al grupo uno de los Sonetos de Milpa Alta, del poeta sonorense Abigael Bohórquez que tanto la amó. 

El poema que escogí comienza así:

Esto es Milpa Alta, amor, colmena ardida,
comarca del geranio y su techumbre,
esto es Milpa Alta, amor, adormecida 
en la paz de su propia dulcedumbre.

*** 

El más apretado relato de los viajes con Mexicorrerías cubriría numerosas páginas de este blog porque nos ha llevado, por mencionar algunos lugares, desde los interesantes pero sombríos  barrios marginados de la Ciudad de México (Santuario de la Santa Muerte incluido) hasta el esplendor de la Selva Lacandona y las lagunas de Montebello, en la frontera con Guatemala; hemos ido desde el socavón de una mina en Tlalpujahua, Michoacán, en el que me negué a entrar porque soy claustrófobo, hasta el cráter del volcán Poás, en Alajuela, Costa Rica, el país más verde del mundo.

¿Playas? Hemos estado en  la de Manuel Antonio, bordeada por la selva en ese país centroamericano, y en las de Tecolutla, en el Golfo de México, donde participamos en la liberación de tortuguitas recién nacidas.

 En aquel viaje, varias  personas de nuestro grupo nadaban felices en el mar cuando  pr empezó a llover intempestivamente, y para nuestra sorpresa, todo el mundo corrió a refugiarse bajo el techo de las palapas, como si temieran que se fueran a mojar.

Cómo recuerdo también el viaje en el que pernoctamos en una cabaña en la isla de Yunuén, en el lago de Pátzcuaro. Desperté sobresaltado a la mañana siguiente: "¿Qué es todo ese alboroto?", pregunté a Josefina. "Son las  voces de la naturaleza, que despierta gozosa", me respondió.

En Tzintzunzan, en la ribera del lago de Pátzcuaro, contemplamos casi con veneración los olivos sembrados por don Vasco de Quiroga, el egregio civilizador.

*** 

Entre nuestros recuerdos imborrables se encuentran los viajes con Mexicorrerías a Costa Rica y a la Sierra Tarahumara; viajes que nos han enriquecido y que nos han llevado a hacer nuestras las palabras del uruguayo José Enrique Rodó: 

"Renovarse es vivir; viajar es renovarse".

*** 

En El Fuerte, Sinaloa, quedé tan conmovido por las genuinas danzas autóctonas que nos ofrecieron, que no exagero al decir que me impresionaron tanto o más que la Barranca del Cobre. Hasta esa ocasión, solamente había conocido las versiones muy bellas ciertamente pero sofisticadas de grupos como el Ballet Folklórico de México.

Y no debo dejar de mencionar las delicias gastronómicas  del restaurante Panamá, en Culiacán. En él probé por primera vez unas gorditas llamadas "Comadres", que superan a las gorditas de mi querida Ciudad de México. 

*** 

Si una experiencia quisiera Josefina repetir es la emoción de la tirolesa sobre el bosque tropical costarricense cercano al volcán Arenal... o la ascensión de la montaña para ver de cerca la cascada del Chiflón, en  Chiapas. 

Y con qué nostalgia evocamos el viaje a Chiapas, en el que visitamos, entre otros lugares, la zona arqueológica de Palenque, la joya de San Cristobal de las Casas y la ciudad de Comitán de las Flores, ahora conocida como Comitán de Domínguez, donde pervive el alma de Rosario Castellanos, nacida en la Ciudad de México pero formada en esa tierra que tanto amó y de la que escribió en Balún Canán. Qué  emocionó fue contemplar en una avenida de Comitán cómo ondea la bandera mexicana junto a la  guatemalteca, símbolos de los países más hermanos del continente.

*** 

Dejaré por ahora estos recuerdos y a la manera de una coda, concluiré con esta reflexión:

Dicen que más que en kilómetros, los viajes se miden en amistades. Cómo nos han enriquecido las que hemos cultivado en ellos.


                                                                 Volcán Poás
  

Thursday, December 1, 2016

Como los incipientes narradores del Paleolítico...

Desde un tiempo que se pierde en la noche de la prehistoria, el hombre ha demostrado una vocación innata por la narración, de lo que dan testimonio vestigios como los de las Cuevas de Altamira.

Quienes pintaron las paredes rocosas de aquellas cuevas eran  cazadores y recolectores nómadas del Paleolítico que evidentemente más que crear arte estaban impulsados por narrar sus experiencias cotidianas por medio de figuras de animales o antropomorfas, así como de diseños no figurativos.

Con el paulatino dominio del lenguaje, la narración emprendió desde hace muchos siglos un camino que pasó del que habla y del que escucha al que escribe y el que lee.

En el tercer milenio, el arte de la narración parece volver a la oralidad y la audición debido al auge de los dispositivos electrónicos. El audiolibro es cada vez más aceptado porque se adapta a las condiciones de la vida moderna. Citemos por caso el de la persona que pasa varias horas al día en su automóvil de ida y regreso del trabajo y encuentra en la audición de una narración una compañía y una oportunidad de esparcimiento, cultivo y aprendizaje.

Hoy día encontramos en el ciberespacio magníficos servicios gratuitos, como puede ser el suministrado por albalearning.com, de España, el cual ofrece una inmensa variedad de narraciones y poemas no solo en español, sino en muchos casos en su versión paralela en inglés.

Para muchas personas resulta más satisfactorio escuchar una buena narración que su lectura. En esta forma, se está regresando, como se expresó anteriormente, a la dichosa edad y tiempos dichosos en  que las personas se reunían en torno del narrador de voz cautivadora.

Conviene citar entre paréntesis el testimonio de un amante de la literatura en el sentido de que nunca gozó tanto el Quijote como en la ocasión en que lo escuchó de viva voz. Es mas: pudo solazarse con la narración en el castellano de la época de Cervantes y posteriormente en la versión en español moderno. Esta persona asegura asimismo que nunca quedó tan conmovido por la poesía de Walt Whitman como cuando escuchó, sesión tras sesión (18 horas y 52 minutos), Leaves of Grass, en la voz de Robin Field..

Nuestros tiempos, tan ricos en oferta literaria como pobres en tiempo disponible para la lectura y el ocio creativo, brindan una oportunidad magnífica a la narración breve, a la historia corta, ya sea escrita o escuchada. Es probable que la historia corta alcance en los próximos decenios alturas codiciables y hallará un público que cada vez más la prefiera en detrimento de la novela, sobre todo la de gran extensión.

Encore:

Se dice que a una persona que presumía de haber leído completa La guerra y la paz en pocos días le preguntaron de qué se trataba la novela.  Su respuesta fue: "Habla del Imperio Ruso".

                   

                                     ("Narración" de una escena de caza)
 

El concierto de la mentada


Durante la interpretación de la Cuarta Sinfonía, Romántica, de Bruckner, dirigida por Sergio Cárdenas al frente de la Filarmónica de la Ciudad de México, repiqueteó en diversas ocasiones un teléfono celular.

En el intermedio, José María Álvarez salió al proscenio del Auditorio Silvestre Revueltas del Conservatorio Nacional de Música y con un malestar moderado por la diplomacia y la cortesía, explicó por qué deben desconectarse teléfonos, alarmas y localizadores en una sala de conciertos.

Con el tacto más exquisito pero con firmeza, pidió al público que apagara sus teléfonos móviles, con el fin de que pudiera transcurrir sin contratiempos la segunda parte del programa, formada por “Preludio y muerte de amor” de Tristán e Isolda y la Obertura de Tannhäuser.

Durante los compases iniciales de la primera obra wagneriana, volvió a sacudir al auditorio el timbre del celular del mismo delincuente que había entorpecido la música de Bruckner. Y lo que fue peor: el celularópata tuvo la inverecundia de responder:

—¡Bueno! Sí, soy yo... no te escucho bien, ¿adónde dices que debo ir?

 Luis Pérez Santoja –erudición y melofilia extremas–, quien estaba cerca del impertinente, se apresuró a responder:

—A tiznar a tu madre.

No volvió a sonar el teléfono.


Al término del concierto, el hombre salió corriendo
del auditorio. Nadie supo si quería evitar un refrendo de la mentada, o se disponía a cumplir la orden de Luis. 

(Tomado del libro Allegro molto. 60 años de anécdotas, de mi autoría. Luzam, México, 2010)

Wednesday, November 30, 2016

Chopin's noise


 

One of the first victims of my music passion was my father, in spite of the fact that our relations were quite good.

 

The only problem we had was not the Beetoven's,  fortissimi or the frantic rhythms of Stravinsky, but the quite, tender music of Chopin

 

One night, when the whole family was asleep, I began to hear the twenty Nocturnes for piano by my beloved Polish composerI was 15 years old and was prey to the romanticism. 

 

The environment had to be propitious: I turned off the prosaic electricity to light a candle, synthesis of poetry instead. I closed the eyes, and entered in ecstasy. But as soon as the notes vibrated in the air, my father woke, and turned to my bedroom.


                              
                                                                                                   

                                                             (Sebastian Zurawski)         



"Turn the volume down!  What nois!e," shouted my father.


I felt as if I had been given a slap in the face. "He has blasphemed,"  I thought. "Calling noise the music of the finest composer in history is the worst irreverence."

 

So I answered full of pride, "Dad, I am willing to turn the volume down, but I want you to understand that this is not noise; it is... music of Chopin, mi hero, my beloved musician. Dad, I beg you, do not say that! How can you say that the exquisite music oh Chopin is noise?"

 

He insisted, "It is noise!"

 

But as I did not turned the volume down, he choose another not too pacific orders.

 


La magia del suspenso

Edgar Allan Poe (1809-1849), uno de los escritores más importantes de la lengua inglesa, está como poeta a la altura nada menos que de sus compatriotas  Walt Whitman (1819-1892) y Emily Dickinson (1830-1886), entre otros. Como maestro de la historia corta y precursor del género detectivesco Poe tiene un sitio de mayor honor.

El autor de The Raven (El cuervo) alcanzó en la narrativa alturas similares a las de este célebre poema con historias como The Purloined Letter, (La carta robada), obra maestra y pionera del género que ha superado la prueba del tiempo y ha influido en numerosos escritores de diversas lenguas.

La literatura inglesa ha sido particularmente pródiga en cuentos y novelas de misterio. Entre las principales figuras, herederas en alguna forma de Edgar Allan Poe, se encuentran el escocés Arthur Conan Doyle (1859-1930), quien asombró al mundo con la novela A Story in Scarlet (Estudio en escarlata), en la que presentó a dos de los ms famosos personajes de la ficción de todos los tiempos: Sherlock Holmes y el Doctor Watson.

La inglesa Agatha Christie (1890-1976), una de las figuras más prolíficas de la narrativa que gira en torno de crímenes y detectives, también es  heredera lejana de Edgar Allan Poe, como lo es su compatriota Gilbert K. Chesterton (1874-1936) 

El Padre Brown, héroe de las historias de Chesterton, comparte con Sherlock Holmes una codiciable popularidad internacional. Aquel hombrecillo de inocente apariencia sabía desentrañar los misterios más intrigantes al poner en juego una claridad de pensamiento, una infalible perspicacia y un candor que provocaba que muchas personas lo toman como un tonto. En materia de inequívoca intuición,  el Padre Brown viene a ser una réplica moderna del Detective Dupin del cuento La carta robada, de Edgar Allan Poe. 

Merece una elogiosa referencia la traducción al español de los cuentos de Chesterton realizara por el mexicano Alfonso Reyes (1889-1959), intitulada El cantor del padre Brown

En la pantalla cinematográfica, el inglés Alfred Hitchcock (1899-1980), llamado El Mago del Suspenso, debe ser considerado como heredero de Edgar Allan Poe. Películas suyas como The Man Who Knew Too Much  (El hombre que sabía demasiado), Rear Window (La ventana indiscreta) y Psycho (Psicosis) son verdaderas obras maestras.

Todos los genios de la ficción mencionados en estos comentarios cuentan con un denominador común: el venturoso empeño por mantener al lector o espectador en una especie de hipnosis que le impide dejar el libro (o salir del cine) hasta saber lo que popularmente se conoce como "quién es el asesino", aun en lo casos que no haya habido crimen alguno, pero sí un misterio que resolver.


A la manera de un encore, recordaré la anécdota sobre la respuesta dada por Hitchcock al señor que le escribió para quejarse de que su esposa había quedado tan traumada por la película Psicosis que se negaba a bañarse en tina o en la ducha por el temor de que la fueran a asesinar, y  le preguntaba qué podía hacer. Esta fue la respuesta del cineasta: "¿Ya probó el lavado en seco?"


Alfinso Reyes, genial traductor de Chesterton

Friday, November 25, 2016

Acordes y pasajes que se quedan en la mente

La nieta que ama a Mozart me escribe:

Hablando de música, te cuento que recientemente soñé que tomaba un violín y tocaba con tal habilidad y destreza paganiniana que no solo asombraba a quienes me escuchaban, sino a mí. Mi corazón latía fuertemente y me sentía feliz. Varias veces he soñado lo mismo. Sin duda se trata de un anhelo frustrado. Recuerdo vívidamente la sensación al hacer vibrar las cuerdas, al hacer el movimiento inicial con el brazo izquierdo para colocar al violín en la clavícula y sentir cómo el botón se enterraba ligeramente en el cuello, ya sabes, hasta formar el famoso chupetón del violinista y del violista también. Era algo que disfrutaba de verdad y que me alimentaba espiritualmente.

Aunque ya no tengo el sentimiento de crear el sonido, lo disfruto enormemente escuchándolo, o como decíamos cuando íbamos a los conciertos, viendo y escuchando. Sabiamente, siempre me decías que la música también se ve y así es. Disfruto viendo a Yehudi Menuhin con sus calcetines requetebien ajustados interpretando piezas clásicas.

Hace tiempo que no voy a un concierto, espero poder ir pronto porque es uno de esos placeres que, aunque a veces se comparten, es meramente individual. Cada escucha se sumerge a su modo en la música y el sonido viaja por su cuerpo y en ocasiones lo atraviesa. Es así como acordes y pasajes enteros se quedan en la mente y danzan por días, semanas o hasta por años.

¡Ah, qué bella es la música! Somos afortunados al poder apreciarla.



Wednesday, November 23, 2016

Respuesta a una pregunta sobre Schoenberg

Querido Héctor, 

Con un nuevo saludo, respondo a tu pregunta sobre mi opinión de la música de Arnold Schoenberg.

Desde luego, te digo que su arte presenta ciertos  problemas de comprensión y más aún de disfrute para muchos oyentes. El compositor se quejaba de que se apreciaran algunas de sus obras previas a su incursión en la atonalidad y, sobre todo, en el dodecafosnismo que habría de dar paso al serialismo, y se menospreciaran sus partituras de avanzada. 

Me parece que con un poco de paciencia y mentalidad abierta se llega a comprender y aun gozar su música. Pero es de advertir que esto no es privativo del arte de Schoenberg, sino de toda la música con la que no están acostumbrados nuestros oídos (en realidad: nuestro de cerebro), ya sea, cito por ejemplo, el canto gregoriano, la música de pipa china, el minimalismo, el cante jondo y el hip-hop o rap.


Por cierto que próximamente escribiré una anécdota intitulada "La venganza de doña Julia", en la que relataré mis experiencias con el rap durante la audición continua y forzada de este género ocurrida en un largo viaje de ida y vuelta por automóvil desde Soledad, California, hasta Reno, Nevada.

Dijo Silvestre Revueltas (palabras más, palabras menos): "En música hay muchos géneros y estilos; a mí me gustan todos".

Como eres, Héctor, un melófilo de oídos, cerebro y corazón abiertos, te recomendaría que te adentras en el arte de este compositor, si es que no has escuchado aún algunas obras suyas (lo cual me parece improbable) que ahora te recomiendo.

Comenzaría por A Survivor from Warsaw (Un superviviente de Varsovia), cantata para narrador, coro masculino y orquesta, con un texto en inglés escrito por Schoenberg.

Una de las memorables interpretaciones que he escuchado de esta obra conmovedora estuvo a cargo de Ronald Zollman, al frente de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, en la Sala de Concieertos Nezahualcóyotl, de la Ciudad de México, con José María Álvarez de narrador. El concierto comenzó con la Novena sinfonía de Beethoven y tras el último compás de esta obra, sin pausa alguna (attacca) prorrumpió la llamada de la trompeta que dio paso a las nerviosas figuraciones rítmicas y melódicas previas a la voz del narrador de Un superviviente de Varsovia.

"No puedo recordar todo. Debo de haber estado inconsciente la mayor parte del tiempo".

Por supuesto que Zollman y las autoridades de la OFUNAM advirtieron al público que así se enlazarían estas dos obras, por lo que todo resultó bien. El propósito de Zollman fue hermanar estas partituras que concluyen con sendas intervenciones corales. La voz humana en Un superviviente de Varsovia es impresionante cuando estalla  el canto de la antigua plegaria del pueblo judío: Shemá Israel, Adonai Elohenu, Adonai Ejad...

("Escucha Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es único. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con tu alma y todas tus fuerzas. Guarda en el corazón estas palabras que hoy te digo. Incúlcaselas a tus hijos y háblales de ellas siempre que estés en casa, cuando vayas de viaje, cuando te acuestes y cuando te levantes")

*
Otra obra de Schoenberg que quisiera recomendarte es el Cuarteto número 2.

Esta obra propició hace muchos años una de las experiencias musicales más intensas de mi vida. Va de cuento: nos encontrábamos en la casa de Sofía, una amiga ya fallecida mencionada en una anécdota de mi Allegro Molto. Sesenta años de anécdotas y había sintonizado poco tiempo antes de nuestra llegada Radio UNAM y la obra difundida ya se había iniciado. La música resultaba tan cautivadora que la conversación con la anfitriona se redujo a las elementales frases de cortesía y uno que otro comentario. Ignorábamos de qué cuarteto se trataba, pero seguimos atentos durante todo el tiempo. De pronto, la inesperada irrupción de la voz humana tuvo el efecto de una revelación. "¿Un cuarteto con canto?", nos preguntamos.

Cuando concluyó esta obra, escuchamos al locutor de la radiodifusora universitaria: "Cuarteto de cuerdas número 2, con soprano en los dos movimientos finales, en Fa sostenido menor, opus 10, de Arnold Schoenberg".

El primero de los dos poemas de Stefan George; Letanía, es estremecedor, dicho sea esto sin que incurra en hipérbole alguna. Así comienza:

Tief ist die trauer die mich umdüstert,
Ein tret ich wieder, Herr! in dein haus.

(Profunda es la tristeza que cae sombríamente sobre sobre mí. Otra vez llego, Señor, a tu casa).

Tengo entendido, Héctor, que durante su composición, Schoenberg pasaba por una época de angustia  debido a los devaneos extraconyugales de su esposa.

*
Por último, te sugiero que "le entres" a la ópera expresionisrta, inconclusa y póstuma, Moses und Aron (Moisés y Aarón).

Para hablar de ella, dejo la palabra a George Steiner puesto que a la recomendación de esta magnus opus añado la de su libro de ensayos intitulado Lenguaje y silencio en cuyo capítulo "El lenguaje de las tinieblas" hay un texto estupendo sobre Moisés y Aarón.

A la manera de una coda, te comento que Antero Chávez, percusionista y excelente amigo, está seguro de que alabo Moisés y Aarón por puro snobismo: se niega a creer en la sinceridad de mi admiración por esta ópera.








Monday, November 21, 2016

Un berrinche de Cristina Ortiz


El primer programa de la temporada Conciertos de Otoño 1993 de la Orquesta Sinfónica Nacional, consagrado al brasileño Heitor Villa-Lobos, comenzó con El trenecito del caipira, obra mucho menos impresionante que Pacific 231, de Arthur Honegger, que también describe la marcha de un convoy, pero más encantadora que ésta.

Dejó un buen sabor al público esa pieza dirigida en forma semidanzada en el podio por Enrique Arturo Diemecke, pero tras el idílico comienzo del concierto, presenciamos el numerito, berrinche, pataleta o como prefiera llamársele que estuvo a cargo de la pianista brasileña Cristina Ortiz, quien había sido invitada para la interpretación del Concierto Número 3 de su paisano.

Sucede que desde su llegada a México se incomodó con la Sinfónica Nacional y su director. Sin haber manifestado claramente lo que quería, llegó a impugnarlo todo.

Dicen que pensó cancelar su presentación. Como quiera que haya sido, decidió llevarla adelante, sólo que a la hora de salir al proscenio volvió a subírsele el temperamento a la cabeza, por lo que Diemecke tuvo que salir solo al escenario, en lugar de hacerlo detrás de la solista, como lo marca la etiqueta. 

El director se sentó a esperar en el banquillo del piano para sorpresa del público. Parecía que iba dirigir desde el teclado, pero giró hacia su derecha y comunicó al auditorio los problemas que habían tenido por la forma tardía en que llegó la música impresa.

Prometió que harían su mejor esfuerzo para presentar debidamente este difícil concierto que, quizá, era su estreno en México.

Intuimos inmediatamente la existencia de un grave conflicto, lo que pudimos comprobar cuando Diemecke subió al podio sin que hubiera salido todavía la solista.

El lapso en que estuvo esperándola fue demasiado prolongado. La descortesía de Cristina Ortiz no sólo era para el director y la orquesta, sino para un público totalmente ajeno a sus problemas.

Supusimos entonces que la histérica muchacha estaba en su camerino en plena rabieta. Nos imaginábamos que decía como una chiquilla malcriada: “No salgo, no salgo y no salgo”.

El desconcierto de Diemecke era evidente. Bajó entonces del podio para ir por ella y pasaron unos minutos antes de que la pianista decidiera salir.

Tras unos aspavientos, la solista se colocó frente al teclado. El maestro le preguntó entonces si todo estaba bien; pacientemente esperó su anuencia y recibida ésta, dio entrada a los músicos.

La complicada obra mantuvo ocupada a Cristina Ortiz durante los primeros veinte minutos; pero no desaprovechó la oportunidad de hacer movimientos desaprobatorios con la cabeza.

Hacia el final del Concierto, cuando Villa-Lobos da un respiro al solista, Cristina Ortiz volvió retadoramente hacia los instrumentistas, varias veces, dando la espalda al público. Algo dijo a uno de los violines segundos. Parecía que quería tomar a su cargo la dirección o, cuando menos, intervenir en ella como lo hizo en cierta ocasión el violinista Henryk Szeryng mientras tocaba el Concierto de Ponce.

El público, generoso como siempre, aplaudió fuertemente al final de la interpretación y seguía haciéndolo cuando la pianista se había retirado. En contra de la norma que obliga a salir inmediatamente para agradecer la ovación, Cristina Ortiz dejó transcurrir un lapso tan prolongado, que nos pareció indicio de que no regresaría.

Finalmente lo hizo, pero aún movía la cabeza negativamente y por su actitud colérica y desafiante, recordó a este cronista el incidente protagonizado hace muchos decenios por Lorenzo Garza, el llamado Ave de las Tempestades, en la Plaza México. Estoy seguro de que Cristina Ortiz tenía ganas de emular al temperamental torero, quien hizo el ademán de estar brindando la faena a todo el público, pero en su lugar le propinó una mentada colectiva.

Unas palabras atenuantes para la actitud de Garza: el público había sido extremadamente cruel con él. Unas palabras agravantes para Cristina Ortiz: el público fue bondadoso hasta la ingenuidad.

Días después, Javier Cuétara, entonces gerente de la Sinfónica, me contó que Cristina Ortiz se había quedado a escuchar La selva del Amazonas, última obra del programa, y que había exclamado: “¡Hurra!, así se toca a Villa-Lobos”. Debo confesar que no se lo creí. 

(Tomado del libro Allegro molto. 60 años de anécdotas, de mi autoría, Luzam, México, 2010)



 

Saturday, November 19, 2016

1951: Leonard Bernstein en México


En 1951, cuando Leonard Bernstein llegó a México, para estrenar en este país su Sinfonía Número 1 para Mezzosoprano y Orquesta denominada Jeremiah (Jeremías), venía presidido por una fama asombrosa.

Todo el mundo comentaba que la había compuesto a la edad de 25 años; que había estrenado mundialmente la Sinfonía Turangalila, de Olivier Messiaen, y la Segunda Sinfonía de Charles Ives; que había dirigido el estreno estadounidense de la ópera Peter Grimes, de Benjamin Britten, cuando apenas tenía 29 años.

Sobre todo, su fama estribaba en el famoso concierto al frente de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, transmitido a todo Estados Unidos el 14 de noviembre de 1943, cuando sustituyó en el último momento al legendario Bruno Walter, enfermo de gripe.

En mis años de adolescente, sólo conocía “de oídas” las proezas de este músico. Lo único que me llamó la atención cuando le vi entrar en el proscenio del Palacio de Bellas Artes, huésped de la Orquesta Sinfónica Nacional, fue su apariencia física: alto, delgado y joven (tenía él 33 años); sonriente, vestido informalmente por más que su traje fuese negro.

 Sobre todo, lo que más me impresionó fueron sus ademanes y su campechanería, radicalmente opuesta a la solemnidad característica en aquel tiempo de los maestros de la batuta, empezando por Carlos Chávez.

La interpretación de la Sinfonía Jeremías, con la participación solista de la mezzosoprano mexicana Gabriela Viamonte, fue recibida con entusiasmo por un público en el que estaban presentes tantos melófilos judíos, que un amigo de mi papá hizo el comentario: “Está reunido en Bellas Artes todo el seno de Abraham”.

Yo estuve entre los aplaudidores del público, quizá en una premonición temprana de que Leonard Bernstein se convertiría, en mi madurez, en uno de mis más admirados héroes de la música. Y me uní al público que vitoreó a Bernstein tras su interpretación de un concierto de Mozart en el que dirigió desde el teclado.

Un hecho se me quedó para perpetua memoria: la diana que inició Carlos Luyando con un impetuoso redoble de timbal y la forma en que Bernstein corrió al teclado y, de pie, repitió el festivo tema, a un tempo vertiginoso, y lo ofreció con las manos extendidas a los instrumentistas de la Sinfónica Nacional. 

Tomado de libro Allegri molto. 60 años de anécdotas, de mi autoría. Luzam, México,, 2010.


                          





Mexicorrerías, la Villa de Guadalupe, la Capilla del Pocito

Mexicorrerías es una empresa turística de características excepcionales porque su motivo conductor es el genuino, generoso amor por México y su empeño por dar a conocer "lo más interesante de lo menos conocido".

Algunos de sus recorridos llevan a los paseantes por los rumbos menos socorridos por el turista común, así como por otros que ofrecen aspectos insólitos, tanto en la república como en su capital.

Los viajeros de Mexicorrerías han ido por rumbos de la metrópoli en los que la marginación y el interés sociológico se hermanan, pero también realizan vuelos en helicóptero sobre la esplendorosa urbe cuya fama y gloria permanecerán mientras dure el mundo, según la vieja profecía.   

Uno de los primeros viajes citadinos de Mexicorrerías en el 2017 l se llama "Por el rumbo de la Villa". Se trata de un paseo por el norte de la Ciudad de México que les llevara diez horas y cuenta con este programa: 

EL TECPAN + El que fuera palacio virreinal de Cuauhtémoc, en Tlatelolco, conserva siete arcos invaluables del siglo XVI. Y uno de los murales menos conocidos de Siqueiros, dedicado a Cuauhtémoc.
 
EL MONUMENTO DEL EDIFICIO NUEVO LEÓN + Recuerda a las víctimas de la caída del edificio en el terremoto de 1985.
 
CALZADA DE LOS MISTERIOS + Son 15 monumentos únicos, dedicados al rosario católico, tan altos como antiguos (1675), situados a lo largo de la avenida del mismo nombre.
 
EDIFICIO MIER Y PESADO + Una cuadra entera abarca este elegante colegio de 1926, joya arquitectónica del más puro estilo arquitectónico art deco (estilo muy geométrico). Aquí se filmó no hace mucho la película Obediencia perfecta, acerca de la vida de Marcial Maciel.
 
ESTACIÓN DEL TREN DE LA VILLA + Ya es histórica, de 1907, y desde 2006 es el Museo de los Ferrocarrileros. Tres locomotoras de vapor  se exhiben en su patio.
Hora del tentempié con auténticas gorditas de Torreón (de harina de trigo rellenas de guisados).


EN LA VILLA:   

CAPILLA DEL POCITO + Esta joya de templo barroco en La Villa, tan pequeño como elegante, luce vistoso azulejo en su cúpula y forma única: circular. En su interior presume retablos dorados barrocos asombrosos.
 
No podemos dejar de mencionar y visitar los principales templos de La Villa: las Basílicas de Guadalupe antigua y moderna, el templo de Capuchinas, la capilla de Juramentos, capilla de Indios, el Reloj del Atrio. También veremos los arreglados y muy vistosos jardines y esculturas en las laderas del cerrito de La Villa.

COMIDA BUFET EN RESTAURANTE OAXAQUEÑO + Después de las iglesias, a pecar un poquito de gula: disfrutaremos auténtica comida de Oaxaca en un bufet representativo de ella en el afamado restaurante Tanguyú (desde 1988): memelitas, tlayuditas, sopa mixe, arroz, mole negro con pollo deshebrado, amarillo de res con carne deshebrada, tasajo, cecina, chorizo, taquitos, chiles rellenos, agua de horchata o jamaica, postre y café.
 
MUSEO DEL CHOCOLATE + Toda la historia y características de tan simbólica y mexicana bebida se muestran en esta casona elegante y porfiriana. Si el antojo es muy fuerte, la cafetería ofrece buen chocolate para beber y panes.

                                      




                          La obra arquitectónica más linda del Nuevo Mundo
 
Evidentemente, la visita de los viajeros de Mexicorrerías a la Capilla del Pocito en el recorrido mencionado constituirá para algunos de ellos el punto de mayor interés. Digamos, pues, algo sobre ella:

Este templo fue construido de 1777 a 1791 por Francisco de Guerrero y Torre. Su nombre hace referencia al manantial de aguas azufradas que se encontraba cercano a ella y al pozo que había ahí todavía en una época relativamente reciente. El insurgente José María Morelos y Pavón se detuvo a orar en la capilla cuando le conducían al paredón de fusilamiento en Ecatepec.

 José Vasconcelos (1882-1959) escribió en su libro En el ocaso de mi vida este elogio: "La llamada Capilla del Pocito, de estilo mudéjar, es la obra arquitectónica más original y más linda de todo el Nuevo Mundo".


Así soñaba este hombre uns gran biblioteca para México: "Quiero una Capilla del Pocito con una cúpula de cuarenta metros de diámetro, como la de San Pedro en Roma". Esto lo recuerda Enrique Krauze en un ensayo intitulado "José Vasconcelos, la grandeza del caudillo", publicado en Letras Libres en el año 2000.



Chaikovski en mariachi


                        


La música de Chaikovski, uno de los mayores creadores de melodías cautivadoras en la historia, dejaron los fríos invernales rusos y se anidaron en la tibia costa central californiana. 

En esta forma, los instrumentos de la orquesta sinfónica dejaron su lugar al guitarrón, la vihuela, el arpa, los violines y las trompetas del mariachi. Las danzas transformaron las evoluciones del ballet Cascanueces del compositor ruso, basado en un cuento de hadas europeo, en bailes populares mexicanos, de Chihuahua a las Huastecas, e incluso uno de ellos traspasó la frontera para llegar al extremo sur del continente convertido en tango.

Los arreglos de este Hispanic Nutcracker fueron hechos por María Luisa Colmenares y Rudy Figueroa. El cuerpo de baile que presentó esta versión abreviada y peculiar del famoso ballet omnipresente en tiempo navideño recorrió diversas poblaciones del Valle de Salinas, desde San Ardo, en el sur, hasta la ciudad natal de John Steinbeck, en donde actuaron en uno de los auditorios de Hartnell College el viernes 18 de noviembre.

La irrupción del mariachi en la música de Chaikovski propició que se hiciera una explicación de las características de este conjunto y se mostraran sus potencialidades expresivas en un huapango que incrementó el regocijo del público.



El entusiasmo alcanzó la cima en esa especie de intermedio, cuando interpretaron el Son de la negra, un clásico de la música mexicana que Eduardo Mata (1942-1995) pidió que se tocara en su funeral, deseo que le fue concedido cuando su féretro salía del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México en el que el gran director de orquesta y compositor había recibido el homenaje de cuerpo presente.

Al éxito artístico de tan original función de ballet se añadió el mensaje pedagógico en el cual se habló de la historia y la evolución del mariachi, así como del ballet Cascanueces, que se presentó por vez primera en Estados Unidos el 24 de diciembre de 1944, en San Francisco, California, a solo 200 km al norte de Salinas.

Como quiera que sea, lo más conmovedor de la presentación fue el mensaje dado a los niños presentes en el auditorio del Hartnell College en el sentido de que estuvieran alegres y no se sintieran temerosos; que fueran optimistas y que confiaran en el estudio para obtener sus propósitos. Estoy seguro de que muchos de los padres que los acompañaban regresaron a sus casas con la convicción de que en California sí son bienvenidos lo inmigrantes. 






Wednesday, November 9, 2016

Copio y avalo la opinión de Krauze publicada hoy en The New York Times

Continue reading the main storyFoto
Yair Sanchez, de 12 años, examina los dibujos en el muro fronterizo en su barrio en Naco, México.CreditTomas Munita para The New York Times

“Pobre México, tan lejos de Dios, tan cerca de los Estados Unidos”, la frase, atribuida al presidente Porfirio Díaz, pocas veces correspondió a la realidad… hasta el día de ayer. La fe en un dios amoroso y próximo siempre ha impregnado la vida cotidiana de los mexicanos. Y a pesar de los agravios infligidos por Estados Unidos en casi doscientos años de historia (la injusta guerra de 1847, la subsiguiente mutilación del territorio y la activa participación en el derrocamiento de nuestro primer gobierno democrático en 1913) los mexicanos no hemos resentido la cercanía con Estados Unidos, ni albergado violentas pasiones nacionalistas. Todo lo contrario: de pueblo a pueblo nuestra relación ha sido fructífera, estable, cordial.

Eso se acabó. Ahora, con el arribo de Donald Trump a la presidencia, todo mexicano tendrá razones para encomendarse más estrechamente a Dios (o a la Virgen de Guadalupe) y prepararse para una nueva guerra, no militar desde luego, pero sí comercial, económica, étnica, estratégica, diplomática.

Comercial, por la posibilidad de que Estados Unidos abandone el Tratado de Libre Comercio (que en 2014 llevó el comercio bilateral a los 534 billones de dólares) o imponga altos aranceles a nuestras exportaciones, frente a lo cual México buscará reaccionar de igual forma. Económica, por el secuestro que Trump ha anunciado que impondrá de las remesas (nuestra principal fuente de divisas) ante el cual México podrá invocar que se trata de una práctica discriminatoria que tendría que aplicarse también a chinos, filipinos, indios y demás inmigrantes. Étnica, por el previsible encono que desataría la política de deportación masiva de indocumentados, desgarrando familias, enfrentando vecinos, atizando las diferencias de identidad hasta en las escuelas. Estratégica, por la disrupción de la vida en la frontera que provocaría la construcción, así sea parcial, del muro.

Frente a un gobierno a tal grado hostil, México podría verse tentado a incumplir convenios que han funcionado razonablemente bien como los de cooperación en materia de seguridad, flujos migratorios de centroamericanos o tratados de provisión de aguas. Una tensión diplomática sin precedente en al menos 90 años acompañará al alud de demandas que individuos, grupos, empresas y asociaciones mexicanas —públicas y privadas— someterán ante las cortes de los dos países e instancias internacionales para defender sus intereses.

Para México y Estados Unidos, la llegada de Trump al poder es una tragedia. Más allá de los gobiernos, los mexicanos y los estadounidenses hemos sido muy buenos vecinos. Alguna vez escuché a Shimon Peres: “Qué daría Israel por un Tratado de Libre Comercio como el de ustedes”. No solo Israel. Millones de personas y vehículos atraviesan libre, ordenada y pacíficamente cada año la frontera en 57 cruces. Pocas fronteras en el mundo han sostenido una normalidad semejante por tantos años. Claro que hay problemas como el contrabando y el tráfico de armas, pero el tránsito legal y normal es mucho más importante. Ha sido una inadvertida bendición y, si se disloca, la extrañaremos mucho.

Entre las miles de mentiras que profirió Trump en su campaña, pocas más infames que esta, que agravió profundamente a muchos mexicanos: “Cuando México nos manda a su gente, no manda a los mejores… Nos traen drogas. Nos traen crimen. Son violadores. Aunque algunos, supongo, son buenas personas”. Las estadísticas del crimen lo desmienten. Y aunque la ola migratoria desde México ha cesado, en los años en que existió la verdad es que les mandamos a los mejores.

No me refiero solo a artistas, directores de cine, académicos, profesionistas, científicos, empresarios pequeños y grandes (que invierten en Estados Unidos y producen seis millones de empleos) sino a ese casi imperceptible hormigueo humano: el que te entrega la pizza, el que limpia las albercas, el que levanta las cosechas, el que corta la madera, la que extrae las vísceras de los pollos, la que recoge los platos en el restaurante, la que cuida a la anciana o a los niños, el que lava los pisos en los edificios de Trump. Gente de paz que busca una vía (así sea lenta y difícil) hacia una reforma migratoria que les permita alimentar a sus familias en un marco de legalidad.

En cuanto a las drogas y el crimen, son los estadounidenses quienes consumen las drogas y exportan las armas que han provocado, en una alta proporción, cien mil muertos en México. La administración de Trump, por supuesto, no tendrá el menor interés de modificar la legislación de venta de armas de alto poder.

Ante el ascenso de Trump, el mexicano promedio abriga temores fundados sobre el efecto brutal que ese gobierno puede provocar en la economía de México, segundo socio comercial de Estados Unidos y cuya endeble paz social puede sufrir un colapso. En las elecciones presidenciales de 2018 buscará entregar el poder a un líder carismático de cualquier signo que lo defienda del irascible vecino. Las viejas y olvidadas heridas históricas, asombrosamente, se abrirán con una intensidad imprevisible.

En lo personal, me siento triste y perplejo ante la llegada de un fascista a la presidencia de Estados Unidos. Espero que las instituciones republicanas resistan y lo resistan, y que el ejercicio de la libertad de expresión le impida hacer más daño del que ya ha hecho. Los griegos sabían que las democracias mortales. Ojalá la democracia de Estados Unidos, ejemplo del mundo por 240 años, sobreviva a Donald Trump.