Friday, January 26, 2018

La despedida

Cuando el avión sobrevolaba la última porción del territorio mexicano pero alcanzaba a contemplar hacia el poniente la franja azul del Mar de Cortés, volví a probar el sabor amargo de la despedida. Aquello que dejaba es parte de mi vida, por lo que la melancolía anticipada embargaba ya  mi espíritu.

Sin que aparentemente viniera al caso, recordé entonces el soneto La despedida, del jalisciense Enrique González Martínez (1871-1952) que transcribo aquí:

                 La despedida

No ha de besarme en la angustiada hora
de mi trance mortal y será en vano 
que busque la caricia de su mano
con el afán con que la busco ahora.

Será el morir como distante aurora 
perdida en sueños; sentiré cercano 
el leve soplo de un suspiro hermano 
o la filial desolación que llora.

Su beso, no... La trágica amargura 
de su último mirar en mí perdura 
cada vez más tenaz y más adentro...

Aquellos ojos de paloma herida 
sellaron la suprema despedida 
por si no hay otro viaje y otro encuentro.

Sentí entonces que no era mujer alguna, sino mi ya lejana Ciudad de México la que me veía con ojos de paloma herida... por si no hay otro viaje y otro encuentro.