Sunday, June 7, 2015

Diazmuñoz dirige en la Ópera de Sidney la obra maestra de Bernstein

"El aleteo de las alas de una mariposa puede sentirse al otro lado del mundo" (proverbio chino) 


Eduardo Diazmuñoz se refirió a la interpretación de MASS, de Leonard Bernstein en la Ópera de Sidney, el 6 de mayo del 2015, como un conciertazo.

Este término del lenguaje coloquial sintetiza lo que fue un hecho histórico no solo para la música en Australia, sino también, por el llamado "efecto mariposa" (no en el aspecto caótico, sino en el benéfico), en una gran honra para la música en México, dado que fue un mexicano que estuvo al frente de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio de Música de Sidney, institución que ha llegado a redoble de timbal a sus primero cien años de vida.

Este acontecimiento fue la culminación de la proposición de Diazmuñoz de recurrir para tan singular celebración a una de las obras más importantes del siglo XX que, como atractivo adicional, requiere la participación de cuatrocientos ejecutantes, lo que permitió que no solo tocaran los estudiantes "clásicos",  sino también los de otras disciplinas.

El texto de Diazmuñoz habla elocuentemente de esta obra y de su presentación, por lo que aquí lo incluyo en una traducción mía del inglés al español, pero en la posdata incluyo la versión original:

"A lo largo de los siglos, los compositores han luchado por crear una portentosa obra de arte, una "obra maestra" que plasme sus pensamientos musicales y exprese sus emociones; una obra que pueda ser considerada por la posteridad como su Obra Maestra, con mayúsculas. Beethoven lo logró con su Novena sinfonía y su Missa Solemnis. Mahler lo hizo impecablemente con su Sinfonía de los mil, la número 8, y Berlioz realizó ese sueño con sus Dos episodios en la vida de un artista: Lelio ou le retour à la vie y la Symphonie Fantastique. MASS, de Leonard Bernstein, también se encuentra en este caso. A cuatro décadas de su concepción, MASS está obteniendo finalmente notoriedad en las grandes salas de concierto y  casas de ópera del mundo, independientemente de las inclinaciones religiosas, artísticas, filosóficas o éticas de los auditorios. Todo gran arte resiste el paso del tiempo.

"Bernstein logró materializar con MASS una idea que había revoloteado en su mente durante varios años. Por medio del rito sacramental de una de las religiones más extendidas del mundo, buscó el puente que uniera los eclécticos estilos musicales con los que había trabajado a lo largo de su carrera: de la sala de conciertos a Broadway. Empleó todos los recursos a su disposición, incluyendo el innovador "surround sound" cuadrafónico, una multitud de instrumentos, cantantes, actores y bailarines.

"Toda esta obra de arte fundamental del siglo XX se presta perfectamente para nuestra celebración del centenario del Conservatorio de Música de Sidney, en este año 2015. En el nombre del Conservatorilo, tengo el gran placer de dar a ustedes la bienvenida a MASS, de Bernstein. Esta obra combina el esfuerzo y los talentos de nuestros estudiantes en materia de voces, orquesta, jazz, música coral, producción y diseño sonoro. Nos permite también colaborar con el talento de los miembros del Coro de Niños de Sidney y de Barry Ryan, nuestro astro, quien canta la parte del Celebrante.

"Después de recibir de Jacqueline Kennedy Onassis, a fines de los sesentas, el encargo de honrar la memoria de su esposo asesinado, Leonard Bernstein consagró todo su prodigioso talento musical y sus proezas  intelectuales a la tarea de crear una monumental  obra conmemorativa para su amado y muy admirado amigo. Debido a que John Fitzgerald Kennedy fue el primer presidente católico romano de Estados Unidos, Bernstein escogió la liturgia católica romana, a la que agregó textos en inglés escritos por Stephen Schwartz y él, con el propósito de expresar las crisis de su tiempo. "La principal crisis de nuestro tiempo --dijo-- es la crisis de fe".

"Bernstein pudo haber sentido que estaba perdiendo su propia fe después de soportar las infames listas negras de los cincuenta y los turbulentos años sesenta, dominados por la guerra de Vietnam. Todos sus pensamientos y sentimientos convergieron en MASS, la creación maestra de un artista maduro, poderoso, en el cenit de su talento (tenía casi 53 años de edad), cuando se encontraba en medio de una carrera excepcionalmente exitosa e infatigable de director de orquesta. Bernstein dijo en una ocasión: "El Celebrante es una extensión de mi pensamiento".

"Creo que MASS, lo mismo critica que respeta (sin blasfemar)  todos los credos, todas las razas, todas las religiones y toda la humanidad. Yo los exhorto a ustedes a que absorban el contenido filosófico, existencialista con mente y corazón abiertos mientras la música se mueve desde los momentos de introversión, meditación y reflexión hasta aquellos que resultan ligeros, magníficos, rebeldes y aun escandalosos. Este es el homenaje personal de Bernstein a nuestras creencias, nuestras tribulaciones y preocupaciones; nuestras esperanzas y sueños, nuestras dudas, nuestras vidas. Bernstein escoge sabiamente un paralelo simbólico entre un hombre íntegro y un niño que emprenden el camino que conduce al fortalecimiento de la fe. Después de 115 minutos de debate, negación y reflexión, estaremos listos para dejar la sala de conciertos, nuestra catedral momentánea, recordando que Dios ama todas las cosas sencillas y que, sobre todo, debemos ir en paz".



Texto original:

"Throughout the centuries have strived to create a magnificent work of art, a “master work” to embody their musical thoughts and express their emotions, a work that they could regard as their Masterpiece for posterity. Beethoven succeeded with his Ninth Symphony and Missa Solemnis. Mahler did it flawlessly with his Symphony of a Thousand (No. 8) and Berlioz achieved that dream with his Two Episodes in the Life of an Artist: Lélio, ou le retour à la vie and Symphonie Fantastique. Leonard Bernstein’s MASS also fits this description. Still controversial four decades after its conception, MASS is finally winning prominence in the world’s major concert halls and opera houses regardless of the religious, artistic, philosophical, and/or ethical inclinations of its audiences. All Art endures time’s pace.
 
"Bernstein achieved with MASS an idea that had been percolating in his mind for several years. Through the sacramental rite of one of the world’s widespread religions, he sought to bridge the eclectic musical styles he had worked in throughout his career — from concert hall to Broadway. He used all the resources at his disposal, including the then innovative quadraphonic “surround sound,” a multitude of instruments, singers, actors, and dancers.
 
"The totality of this seminal 20th-century work of art lends itself perfectly to our celebration of the Sydney Conservatorium of Music’s Centenary in 2015. On behalf of the Conservatorium, I take great pleasure in welcoming you to Bernstein’s MASS. It combines the efforts and talents of our students in voice, orchestra, jazz, choral music, production, and sound design. It allows us to collaborate with the talented members of the Sydney Children’s Choir and our star Barry Ryan, singing the part of the Celebrant.
 
"Upon receiving a commission in the late sixties from Jacqueline Kennedy Onassis to honour the memory of her assassinated husband, Leonard Bernstein dedicated all of his prodigious musical talent and intellectual prowess to the task of creating a monumental commemorative work for his beloved and much admired friend. Because John Fitzgerald Kennedy was the first Roman Catholic American president, Bernstein chose the Roman Catholic Liturgy — augmented with English texts he and Stephen Schwartz wrote — to express the crises of his time. “The principal crisis of our century,” he said, “is the crisis of faith.”
 
"Bernstein may have felt that he was losing his own faith after enduring the infamous black lists of the fifties and the turbulent years of the sixties dominated by the Vietnam War. All his thoughts and feelings converged in Mass, the master creation of a mature, solid artist at the height of his talents (he was almost 53 years old) and in the midst of a tremendously successful and busy conducting career. Bernstein once said: “The Celebrant is an extension of my thought.”
 
"I believe that MASS both strongly criticises and respects — not blasphemes — all creeds, all races, all religions, and all mankind. I encourage you to absorb its philosophical, existentialist content with open hearts and minds as the music moves from introverted, reflexive, and meditative moments to those that are light, magnificent, rebellious, even outrageous. This is Bernstein’s personal homage to our beliefs, our tribulations and concerns, our hopes and dreams, our doubts, our lives. He wisely chose a symbolic pairing of a self-righteous man and a child for a journey that ends with a reassurance of faith. After 115 minutes of debate, denial, and reflection, we’ll be ready to leave the concert hall — our momentary cathedral — remembering that God loves all simple things and that, above everything, we must go in peace."

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