Tuesday, June 16, 2015

Debussy: La Mer

“El mar, el mar, dentro de mí lo siento. Ya sólo de pensar en él, tan mío, tiene un sabor de sal mi pensamiento”, dijo José Gorostiza (1901-1973), el poeta tabasqueño que se refería a él como “mar sonoro”.

 

El mar sonoro, coprotagonista de la ópera Raiders to the Sea, de Ralph Vaughan-Williams (1872-1958); el mar, asociado con el enamoramiento y la pérdida del ser amado en el Poème de l’amour et de la mer, de Ernest Chausson (1855-1899); el mar evocado por Walt Whitman (1819-1892) en poemas que inspiraron sendas obras intituladas A Sea Symphony al inglés Vaughan-Williams y al estadounidense Howard Hanson (1896-1981), ruge, murmura, arrulla, canta y encanta en La Mer, de Claude Debussy (1862-1918).

 

Mucho se ha escrito sobre el poema sinfónico La Mer, pero resulta recomendable que los admiradores del impresionismo y de Claude Debussy recurran al ensayo “El mar cumple cien años”, del compositor mexicano Mario Lavista (1943), publicado en la revista Letras libres, en noviembre del 2005.

 

Aun escuchado en disco compacto, lejos de las salas de concierto,  La Mer de Claude Debussy es un regalo para quienes viven “atrapados por las montañas azules”, en la expresión de Fernando Benítez (1912-2000). Bien decía José Vasconcelos (1882-1959), que la vida nació en el mar, por lo que no podemos alejarnos de él sin gran pesar.

 

Un regalo debió de haber sido para el mismo Debussy el logro de esta partitura, porque él también vivió lejos del mar al grado de que solamente lo visitó en esporádicas vacaciones y en dos cruces del Canal de la Mancha. No fue en una playa, en alta mar ni en un acantilado donde compuso esta música portentosa, sino en la montaña, a muchos kilómetros del oleaje.



                                           (Fotografía de Josefina Cabrera-Moreno)

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