Thursday, January 23, 2020

Ástrid Morales Torres conquista al público de San José, California

                                   El recital del regocijo


         

                                                       Rejoice, rejoice greatly!


Procedente de Arizona, Ástrid Morales Torres regresó a California y una vez más cautivó al público que asistió a sus recitales pianísticos en San José y Morgan Hill. 

Este cronista que ha seguido la trayectoria musical de la pianista mexicana desde el inicio de esta, cuando era una niña, presenció el recital con el que culminó su carrera en el Conservatorio Nacional de Música, en la Ciudad de México, y ha estado pendiente de su ya inminente doctorado en la Arizona State University, da testimonio de que la maestra se encuentra en el cenit de su arte. 

El recital se realizó el18 de enero en el Cribari Auditorium, de The Villages, comunidad de San José, la mayor ciudad del norte de California, en el Silicon Valley. 




La asombrosa, insólita comunión del público y la pianista hicieron que su presencia en San José se convirtiera en un festín de musicalidad, empatía mutua y alegría: ¡el recital del regocijo!

El auditorio escuchó al borde de la butaca los comentarios de la pianista previos a cada grupo de obras, lo que hizo recordar al cronista las palabras cargadas de humor de Gabriel García Márquez: "Lo único mejor que la música es hablar de música". Pero es preciso enfatizar que en este recital la música y la palabra fueron conmovedoras. El programa, interesante y equilibrado, nos llevó desde la caricia de Canción y danza número 6, del catalán Frederic Mompou (1893-1987), hasta la ráfaga de música de Rapsodia en blue, del estadounidense George Gershwin (1898-1937). 




Estampas, de Claude Debussy (1862-1918) marcaron un delicioso contraste con la extraversión de Dumka, de Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893), cuyos acordes finales en fortissimo sobresaltaron al público. Al concluir su interpretación, la pianista explicó en una demostración de empatía y buen humor la razón que tuvo el compositor para recurrir a ese sorpresivo efecto de esta pieza de carácter épico. 

La música de Manuel M. Ponce (1883-1948) dominó la segunda parte del recital. Entre las obras interpretadas,  Preludio y fuga sobre un tema de Handel nos recordó la maestría del gran compositor mexicano; Estrellita tuvo un carácter enternecedor y la Balada mexicana acrecentó el regocijo que caracterizó el recital de Ástrid. Pero este llegó al clímax con la polka Las bicicletas, tocada de encore y acompañada con las palmas de los eufóricos californianos que prorrumpieron en vítores a la pianista que los había conquistado.






De las interpretaciones virtuosísticas de Ástrid Morales Torres habré de seguir escribiendo. Cuando hablé de ellas a Javier Platas Jaramillo, conductor del programa radiofónico La otra versión, de la estación Opus 94 del Instituto Mexicano de la Radió, exclamó: "¡Qué maravilla!, ¡qué maravilla!"

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(Agradezco la autorización de publicar las fotografías tomadas por Ken Carter, el organizador del recital)












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