Wednesday, November 27, 2019

Tsunamis musicales

                                   

                                 (Para Paco M, en España)

Entre mis experiencias musicales más intensas vividas a lo largo de más de siete decenios de melofilia se encuentran dos ocurridas en las salas de concierto y dos a miles de kilómetros de ellas. 

La más antigua se remonta a 1950, cuando escuché por primera ocasión ¡y en vivo! la Sinfonía número 9 de Beethoven en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México 

La segunda, formidable experiencia concertística que evoco ahora fue la audición de la Novena de Mahler, dirigida por Esa-Pekka Salonen al frente de la Orquesta Sinfónica de Chicago, el 18 de mayo del año pasado. 

Para que la experiencia fuera más intensa, esta insuperable interpretación de la sinfonía que concluye con un adagísimo precursor del silencio de la muerte, tuvo lugar el 18 de mayo, día en que se recordó al gran compositor en el aniversario 107 de su partida.

Me parece que entre las experiencias más conmovedoras que he vivido gracias a la música pero fuera de una sala de conciertos se encuentra la ocurrida en un terreno baldío del centro de Salinas, California, contiguo al Steinbeck Center,  en donde ahora está el Taylor Building, el edificio más hermoso de la ciudad, de arquitectura semejante a la que es característica de Nueva Orleans. 

En ese lugar, como todos los sábados, se encontraban numerosos comerciantes de ropa, frutas, artesanías y olorosas, burdas imitaciones de la gastronomía popular de México y Centroamérica. 

En un extremo de ese "mercado sobre ruedas", un hombre maduro, ojos azules, cabello rubio, acompañaba su canto con el rasgueo de la guitarra. Su voz de barítono y su virtuosismo guitarrístico me habían asombrado por lo que desde lejos escuchaba unas tras otras las canciones de la tradición estadounidense, mientras Josefina recorría diversos puestos. Tras breve pausa, prorrumpió con la única canción mexicana de su repertorio. ¡Se trataba nada menos que de la preferida de mi madre, la que me rogó que se la acompañara al piano el día que por fin pude comprar el instrumento... ¡Dos arbolitos, de Chucho Martínez Gil!

El asombro y la añoranza me tocaron el corazón y cuando escuché las palabras "Arbolito, arbolito, bajo tu sombra, voy a esperar que el día cansado muera..." la emoción se convirtió en tsunami. 

Al término de la interpretación, acudí a dar las gracias al músico. En inglés, puesto que no hablaba una sola palabra de español a pesar de haber cantado en este idioma, le dije lo que esa canción significa para mí. Puse entonces un billete en sus manos. Era de veinte dólares el único que traía, pero de haber sido de cien, con el mismo gusto se lo habría entregado. 

Este hecho sucedió hace siete años. Lo que contaré ahora lo viví hace dos días, frente a la pantalla de mi iPad, gracias a YouTube y al español Paco M, promotor infatigable de la música de su país, con lo que ha alborotado mi hispanofilia de toda la vida. 

Escuchaba, con las notas frente a mí, una obra que desconocía: Niñerías, que el sevillano Joaquin Turina compuso para sus hijos.

Al llegar a la séptima pieza, intitulada "A la memoria de un bebé", escuché que las tiernas melodías habían dado paso a la secuencia Dies irae, de la Misa por los Difuntos, lo cual me produjo otra marejada: el recuerdo de Eduardo, mi hermano, fallecido trágicamente frente a mí a la edad de un año y cuatro meses, cuando yo no había llegado a los siete.

Qué poder inmenso tiene la música al remover el recuerdo de sucesos que siguen tan vivos como en el momento en que ocurrieron. 

Esta reflexión vuelve a mí cada vez que escucho el Preludio opus 28 número 7 de Chopin y me transporta por el túnel del tiempo a los años 40 en la Colonia del Valle de la Ciudad de México. 


                                               Jesús Bojalil Gil, 
                    conocido como Chucho Martínez Gil (1917-1988)

1 comment:

  1. El preludio numero 7 de Chopin es tentador para el estudiante: tan cortito, y suena tán chopiniano... Tal obra de arte con tán pocos medios!

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