Friday, October 9, 2020

Mozartianas






                              Sofía y la Reina de la Noche



Hace poco más de cinco años, la nieta que había cambiado su apellido paterno por el de Mozart me escribió para narrarme las peripecias del pequeño Emilio al escuchar desde su mecedora un aria de ópera mientras ella hacía sus quehaceres domésticos:


"Cuando estaba por terminar, Emilio empezó a llorar y como no lo atendí inmediatamente, su llanto desesperado y por lo tanto más agudo de lo normal, se mezcló con las agudísimas notas sostenidas de la soprano. Ya te imaginarás el dúo que formaron y, principalmente, los armónicos que generaron. En ese momento el departamento no solo quedó inundado por sus voces, sino que ese canto eufórico estuvo a punto de desbordarse por la ventana. Emilio dejó de llorar en cuanto lo cargué y la dulce voz de la soprano volvió a reinar en el departamento envolviéndonos dulcemente". 


A nueve mil kilómetros y seis husos horarios de aquel departamento y un lustro después, la pequeña Sofía, hermana menor de Emilio, tuvo también su primera experiencia en el mundo de la ópera. Así describió su madre este prodigioso encuentro:


"En estos días puse la famosísima aria de Mozart                      de la Reina de la Noche y Sofía abrió los ojos, miró con asombro a todos lados buscando de dónde salía el sonido e imitó el canto agudísimo de la soprano".


Esta reacción de la niñita hizo estallar de alegría a la mozartianísima mamá, quien exclamó:


"¡Solamente un necio dudaría del efecto casi mágico de la música de Mozart!"


El no menos mozartiano bisabuelo hace suyas esas palabras, pero se atrevería a suprimir el adverbio casi, porque también coincide con esta declaración de José Emilio Pacheco:


"Para mí y para muchos es lo mejor del mundo. No cesaremos nunca de alabarlo. Jamás terminará la gratitud por su música incomparable".




Wikipedia 









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