En la mañana del 15 de mayo me llegó la noticia del
fallecimiento de B.B.King, cuando me encontraba en Steinbeck-by-the-Sea, como
me gusta llamar a la ciudad de Salinas por ser la tierra del autor de Grapes of
Wrath (Las uvas de la ira) y por su cercanía con el Pacífico. En mi mente, la asociación del
literato y el músico fue inmediata: uno y otro dieron voz a los marginados, ya
fueran los Oakies llegados a California durante la depresión, o los negros de
los plantíos de algodón de Mississippi.
Riley B. King, el cantante de blues, compositor y guitarrista,
prodigio de fecundidad extrema se queda con nosotros con su voz, su música, su
guitarra, sus incontables grabaciones... Así lo reflexioné esta tarde soleada,
la posterior a su muerte, cuando el video de su presentación de 2011, con su
banda, en el Royal Albert Hall de Londres, me conmovió como nunca.
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