Sunday, March 8, 2020

Vigencia de La casa de Bernarda Alba

Federico García Lorca (1898-1936) escribió La casa de Bernarda Alba el año en que fue asesinado. Esta obra teatral gira en torno de los prejuicios de una sociedad hipócrita, fanática y fundamentalista cuyos excesos la llevan al crimen. Fustiga, asimismo, el abuso de la mujer por parte del hombre.

Ofrezco aquí un breve muestrario de textos de esta obra que, a pesar de estar citados fuera de contexto, son una dolorosa demostración de que la injusticia, vulnerabilidad, desprecio y marginación de la mujer en muchos países sigue siendo una vergüenza para la humanidad. No hay un solo ser humano que deba quedar excluido de la más radical e inmediata de las acciones para erradicarla.



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El realismo poético de Federico García Lorca en La casa de Bernarda Alba 

 . Las mujeres en la iglesia no deben mirar más hombre que al oficiante, y a ese porque tiene faldas. Volver la cabeza es buscar el calor de la pana. 

. Perseguida por los que dicen que son decentes. 


. Eso tiene ser mujer. (Pues) malditas sean las mujeres.

. (Bernarda) Aquí se hace lo que yo mando. Ya no puedes ir con el cuento a tu padre. Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón. Eso tiene la gente que nace con posibles.

. Hablaban de Paca la Roseta. Anoche ataron a su marido a un pesebre y a ella se la llevaron a la grupa del caballo hasta lo alto del olivar.

. Le tienen miedo a nuestra madre. Es la única que conoce la historia de su padre y el origen de sus tierras. Siempre que viene le tira puñaladas el asunto. Su padre mató en Cuba al marido de su primera mujer para casarse con ella. Luego aquí la abandonó y se fue con otra que tenía una hija y luego tuvo relaciones con esta muchacha, la madre de Adelaida, y se casó con ella después de haber muerto loca la segunda mujer.

. Y ese infame, ¿por qué no está en la cárcel? Porque los hombres se tapan unos a otros las cosas de esta índole y nadie es capaz de delatar.

. Es preferible no ver a un hombre nunca. Desde niña les tuve miedo. Los veía en el corral uncir los bueyes y levantar los costales de trigo entre voces
y zapatazos, y siempre tuve miedo de crecer por temor de encontrarme de pronto abrazada por ellos. Dios me ha hecho débil y fea y los ha apartado definitivamente de mí.

. A vosotras, que sois solteras, os conviene saber de todos modos que el hombre a los quince días de boda deja la cama por la mesa, y luego la mesa por la tabernilla. Y la que no se conforma se pudre llorando en un rincón.

. Yo misma di dinero a mi hijo mayor para que fuera. Los hombres necesitan estas cosas. Se les perdona todo. Nacer mujer es el mayor castigo.

. No, Bernarda, aquí pasa una cosa muy grande. Yo no te quiero echar la culpa, pero tú no has dejado a tus hijas libres.

. La hija de la Librada, la soltera, tuvo un hijo no se sabe con quién. Y para ocultar su vergüenza lo mató y lo metió debajo de unas piedras; pero unos perros, con más corazón que muchas criaturas, lo sacaron y como llevados por la mano de Dios lo han puesto en el tranco de su puerta. Ahora la quieren matar. La traen arrastrando por la calle abajo, y por las trochas y los terrenos del olivar vienen los hombres corriendo, dando unas voces que estremecen los campos.

. (Bernarda) Sí, que vengan todos con varas de olivo y mangos de azadones, que vengan todos para matarla. Y que pague la que pisotea su decencia. ¡Acabar con ella antes que lleguen los guardias! ¡Carbón ardiendo en el sitio de su pecado! ¡Matadla! ¡Matadla!

. Una hija que desobedece deja de ser hija para convertirse en una enemiga.

. (Angustias) Yo lo encuentro distraído. Me habla siempre como pensando en otra cosa. Si le pregunto qué le pasa, me contesta: «Los hombres tenemos nuestras preocupaciones.» (Bernarda): No le debes preguntar. Y cuando te cases, menos. Habla si él habla y míralo cuando te mire. Así no tendrás disgustos.



. No es toda la culpa de Pepe el Romano. Es verdad que el año pasado anduvo detrás de Adela, y ésta estaba loca por él, pero ella debió estarse en su sitio y no provocarlo. Un hombre es un hombre.

. Pepe el Romano es un gigante. Todas lo queréis. Pero él os va a devorar, porque vosotras sois granos de trigo. No granos de trigo, no. ¡Ranas sin lengua!



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