Sunday, April 26, 2020

Beethoven escuchado por García Cubas



                             Beethoven 
                   en el México del siglo XIX 


                                                   Para Luis Pérez Santoja 
    
La conmemoración de los 250 años del nacimiento de Beethoven  es una ocasión propicia para comentar algunas anécdotas halladas en El libro de mis recuerdos, de Antonio García Cubas, en las cuales observamos la creciente admiración que había por su obra en el México de la segunda parte del siglo XIX.

Entre los relatos del historiador, cartógrafo, geógrafo y escritor mexicano (1832-1912), destaca este, cuyo estilo ameno y candoroso nos hace sonreír:
                


                              Una sinfonía de Beethoven 

Nunca olvidaré los entretenimientos musicales en la casa de Tomás León y, sobre todo, el de una tarde en que la naturaleza, por una feliz coincidencia, asoció a una de las más hermosas concepciones musicales, una de sus más sublimes.

 Ejecutábase a cuatro manos la bella Pastoral de Beethoven, esa excelsa sinfonía, en la que las graciosas escenas campestres se desarrollan en la florida vega de un arroyo murmurante y son interrumpidas por las primeras ráfagas del huracán, precursoras de una tempestad deshecha. 

Los relámpagos se suceden y los truenos, a veces intermitentes y a veces continuados, arrecian por momentos, hasta que los elementos desencadenados dan lugar a la espantosa tempestad. 

Ejecutaban León y Ortega esa sublime parte de la sinfonía, con el vigor que ella requiere, en los momentos en que la naturaleza se manifestaba terrible y majestuosa; el agua caía a torrentes, azotando con estrépito las vidrieras de las ventanas, y una atronadora descarga eléctrica en el cercano templo de Santo Domingo nos hizo estremecer y poder apreciar doblemente las enérgicas frases musicales del gran compositor. 

La tempestad verdadera, a la vez que la imitativa, fue calmando poco a poco, hasta volver aquella su completa tranquilidad al tiempo y permitiéndonos ésta escuchar con deleite el canto religioso, tierno y melancólico que, al retirarse los campesinos, elevaban al Ser Supremo, en acción de gracias por haberlos libertado de la pasada tormenta.



                    Antonio García Cubas (1832-1912) 

                                     (El retrato fue tomado de Wikipedia)

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