Thursday, September 26, 2019

José Emilio Pacheco

             José Emilio Pacheco en Mérida

                                            (Para Laura)

En 2013 coincidimos Josefina y yo con José Emilio y Cristina Pacheco en un vuelo de Interjet a Mérida. En vista de que íbamos en la primera fila, separados solamente por el pasillo, aproveché la oportunidad para platicar extensamente con ellos, pero principalmente con José Emilio. 

Le comenté que todos los años el maestro Arnoldo Meléndrez, administrador de la Escuela de Periodismo Carlos Septién Garcia, y yo solemos enfrascarnos en discusiones y apuestas sobre la entrega del premio Nobel de literatura.

Añadí que en esa ocasión ya tenía yo mi candidato. Cristina Pacheco me preguntó quién era, a lo que yo con la vista le indiqué que era su esposo. Por alguna razón que no comprendo cabalmente, me dio la impresión de que a ella no le hizo gracia mi comentario. Quizá me haya visto como un vulgar adulador. Es más: la noté un poco fría conmigo, a pesar de que no solamente habíamos tenido una relación frecuente, sino que había yo estado con las autoridades de la Septién cuando le anunciamos que se le otorgaba el premio de periodismo de la institución.

Al día siguiente, en compañía del pintor yucateco  Alfonso Durán Vázquez, fuimos Josefina y yo al homenaje que se le rindió a José Emilio Pacheco en el Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI, en Mérida. Antes de su presentación, tuve otra vez la oportunidad de platicar con él, a quien encontré tan atento y afectuoso como en el día anterior. No volví a verlo.

Todo esto lo recuerdo cuando disfruto alguno de sus poemas o vuelvo a leer Las batallas en el desierto, novela que me parece una joya de la narrativa mexicana contemporánea. 

Desde antes de la partida de José Emilio Pacheco, en 2014, le había considerado uno de los mejores poetas mexicanos. El testimonio de su grandeza se encuentra en el libro Tarde o temprano, que reúne poemas de 1958 a 2009. 




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