Thursday, September 12, 2019

Ni tos ni aplauso inoportuno

Durante la transmisión radiofónica de uno de los recitales del Festival Internacional de las Arte de Edimburgo,  verano del 2019, realizado en el King's Hall, escuchamos que el pianista solicitó al público que se abstuviera de aplaudir en el lapso entre la interpretación de la Sonata Desde la calle, de Leoš Janáček, y la Sonata número 23, Appassionata, de Ludwig van Beethoven.

Así lo hizo el público escocés, pero en su lugar todo el mundo estalló en toses. El conductor del programa de Radio Clásica de Radio Nacional de España comentó irónico: "Nos regalaron un concierto de toses masculinas y femeninas desde los registros más graves hasta los más agudos". 

Este fenómeno se presenta en casi todas las salas de concierto del mundo, según podemos comprobar no solo por nuestra experiencia personal, sino por lo que queda grabado en cintas magnetofónicas y videos. El efecto es tan desastroso como el de los gritos de un anuncio publicitario entre dos piezas escuchados en YouTube. 

Siempre me ha parecido que la motivación de numerosos melófilos se origina en su deseo de demostrar que saben perfectamente que no debe aplaudirse entre uno y otro movimientos de una sonata, un concierto o una sinfonía, lo cual quieren demostrar con ese estrépito convulsivo y sonoro del aparato respiratorio que suele superar los cacofónicos decibelios de un aplauso. 

El silencio también es parte de la música, ¿cierto que sí? 



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