Friday, September 27, 2019

Alfonso Durán y José Emilio Pacheco

                   El adiós definitivo

Marzo del 2013 fue uno de esos meses cuyos acontecimientos quedan para perpetua memoria.

El día 12, como ya lo he referido, vi por última vez a José Emilio Pacheco en el Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI, de Mérida. 

Este hombre tan querido y admirado fallecería en la Ciudad de México menos de un año después, el 26 de enero del 2014. El recuerdo de la sonrisa y el comentario sobre el poema La letra "Y", de su autoría, me acompañan desde entonces y todavía agradezco la sencillez cautivadora que les dio vida. 

Seis días después de aquel encuentro con el Premio Cervantes, el 18 de marzo, Josefina y yo nos reunimos en un restaurante de Mérida con Alfonso Durán Vázquez, el gran pintor yucateco, uno de los amigos más queridos, respetados y admirados de mi vida. 

 Alfonso nos había acompañado el día anterior a la presentación de José Emilio.

A lo largo de la comida recordamos numerosas anécdotas relacionadas con la vida y obra de nuestro amigo pintor. Platicamos también de su regreso de Europa cuando instaló su atelier en un edificio de la calle Río Guadiana, en la colonia Cuauhtémoc de la capital, donde las artes plásticas, los temas culturales y la música siempre fueron ahí una constante. 

Le recordé una vez más que en su estudio escuché por primera vez, entre otras obras de Gustav Mahler, La canción de la Tierra, mi Everest musical. 

Durante toda la comida, un bolero tras otro atronaban el espacio. Cuando nos trajeron el café y una botella de xtabentún, empecé a manifestar que no había uno solo de ellos que desconociera, e incluso debo confesar que presumí vanamente mis amplios conocimientos del folklore urbano y lo peor fue que hasta me puse a cantar o tararear una que otra canción. 

Al despedirnos, Josefina y yo hicimos la promesa de regresar a Mérida en la primera oportunidad para reunirnos una vez más.

Alfonso se sintió muy halagado por nuestro ofrecimiento de invitarlo a comer en otra ocasión, pero añadió: "Nada más que sea en un restaurante chino, para que Alfredo no sepa una sola canción". 

Jamás habría pensado que esa fue la última vez que lo vi. En febrero del 2014, cuando regresaba de mi caminata matutina en la que había escuchado en el iPod, vaya premonición, la Gran misa de difuntos, de Berlioz, me enteré de que Alfonso había fallecido el día 24. 

Esto habías sucedido  29 días después de la partida de José Emilio Pacheco. 

                                        
                            Alfonso Durán Vázquez

1 comment:

  1. Me gustó tu texto. Alfonso, además de darme generosamente unas clases de pintura para las que yo tenía poco talento, siempre fue una persona extraordinaria.

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